Las bondades que nos ofrecen los vinos de Rioja son muestra de la gentileza de la tierra que los ve nacer, en cada copa se comparte la calidez obtenida del clima y del sol, energía que es transformada en un manjar líquido que nos deleita y nos acaricia los sentidos. Desde hace siglos, estos vinos han sido parte de la historia, pilares en la realización de ceremonias, la parte más esencial de las celebraciones, son la energía contagiosa de una sonrisa, el remedio para una tarde fría y la conexión entre el mundo material y el divino. Son, simplemente, el suspiro que se escapa de los labios ante el placer.
Mientras más se descubre a la DOCa Rioja, más crece el deseo por sus vinos. Ya sea por curiosidad, por cultura o por simple goce, beberlos nos transporta a un viaje de muchas escalas y sin retorno: una vez que se prueban, no se puede renunciar a ellos.
La sabiduría acumulada durante siglos sobre el cultivo de la vid en la DOCa Rioja, ha convertido a sus vinos en joyas líquidas que nos proporcionan una sensación de placer y bienestar incomparable. Mientras más los bebemos más se arraigan en los sentidos, y cada copa es una invitación a aprender sobre ellos, para lograr identificar el abanico de aromas que se despliegan en nuestra nariz, para distinguir los sabores adquiridos por su paso en la barrica, incluso, para identificar las sutiles diferencias en los tonos de sus ribetes.
La región vinícola de Rioja se ubica en el norte de España, a ambos márgenes del río Ebro, flanqueada por las majestuosas Sierra de Cantabria y Sierra de la Demanda. Ahí, dividida en tres zonas (Rioja Alavesa, en Rioja Alta y en Rioja Oriental), se encuentran los viñedos y las casi 600 bodegas que han preservados las tradiciones, transmitidas de una generación a otra, y enriquecidas con los conocimientos actuales y la tecnología.
Pertenecer a una Denominación de Origen Calificada implica tener estrictos controles de calidad para garantizar el nombre que representa su etiqueta; en Rioja, las variedades autorizadas para la elaboración de sus vinos se limitan a catorce. En la parte de las tintas están la Tempranillo, Garnacha Tinta, Graciano, Mazuelo y Maturana Tinta; en las blancas, se encuentran la Viura, Malvasía, Garnacha Blanca, Tempranillo Blanco, Maturana Blanca, Turruntés, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Verdejo.
La variedad Tempranillo, considerada autóctona de Rioja, es el fundamento de la identidad de los vinos tintos y una de las grandes variedades nobles del mundo. Ocupa casi el 80% de la superficie de cultivo en Rioja y es enológicamente muy versátil, capaz de producir vinos muy equilibrados con gran potencial de envejecimiento. El nombre de esta uva es un diminutivo de temprano, por su característica de madurar varias semanas antes que la mayoría de las otras variedades de uvas, y que hace posible que se adelante el goce de disfrutar los vinos a los que les da vida.
Al evocar el nombre de Rioja, se agolpan en la mente imágenes de paisajes donde los colores de los viñedos contrastan con los cielos azules, donde las sonrisas de los riojanos son tan cálidas como sus vinos, pero también es sinónimo de una normativa confiable en sus prácticas de elaboración, control de calidad y etiquetado, que en conjunto han forjado el carácter abierto y honesto que caracterizan a la DOCa Rioja como productora de vinos y como un destino inolvidable.
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