San Miguel de Allende ha sido reconocida como la mejor ciudad para visitar de acuerdo a Condé Nast Traveler en el año 2013, además de ser designada también por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En pleno corazón de esta ciudad para la que no existen fronteras se ubica el Rosewood San Miguel de Allende, y es el lugar más encantador para conocer la historia, la arquitectura y la hospitalidad de la ciudad. A pesar de no ser una construcción colonial, en cada uno de los detalles de sus 67 suites y 29 residencias, se capturó la esencia histórica de la ciudad.
A pesar de no ser un edificio colonial, el hotel refleja las tradiciones artísticas de esta encantadora ciudad histórica. Sus residencias privadas se extienden a lo largo de una calle privada e integran la riqueza colonial con jardines, fuentes, terraza con jacuzzi parrilla, cocina y baños con tina. Tal como en una casa colonial, alrededor de sus patios centrales se desarrolla el resto de los espacios.
En su Sense Spa se revitaliza el cuerpo y el espíritu con la energía de la zona, y que se transfiere a través de los tratamientos basados en tradiciones sanadoras mexicanas e ingredientes autóctonos. En su espacio inundado de aroma floral, gozamos de ricas terapias, masajes, tratamientos faciales, sauna y baños de vapor, además de contar con clases de yoga, pilates y un gimnasio. Pero si optamos por ejercitarnos al aire libre y con impresionantes vistas de la ciudad, el hotel cuenta con dos nuevas canchas de arcilla de tenis para jugar como todo un profesional.
Para estar a la altura de este destino tan renombrado, el hotel tiene una rica oferta gastronómica a través de sus restaurantes, contados entre los mejores de la ciudad. Su Restaurante 1826 se especializa en cocina mexicana tradicional e innovadora y ofrece un tentador menú creado por el chef Carlos Hannon, quien emplea productos artesanales orgánicos y cultivados en la región.
En el 1826 Tequila Bar se ofrecen más de 120 variedades de tequila y más de 20 marcas de mezcales, que se pueden acompañar con platillos ligeros. Con una opción tan grande, el sommelier de tequila nos ayuda a aprender sobre el proceso, las tradiciones y las costumbres de cada tequila hasta que nos enamoremos de alguno. En su hermosa terraza al aire libre se acompañan las bebidas con platillos ligeros.
El nombre de 1826 es un homenaje a la fecha en la que la ciudad fue bautizada con el nombre que actualmente ostenta, en honor al insurgente Ignacio de Allende. De esta forma, el hotel honra las tradiciones y herencias culinarias de México.
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