Sábado

Por:
- - Visto 833 veces

Hay que ir al templo. Papá siempre quiere que lo acompañemos, a mí me gusta ir. Vamos andando; el sábado no se debe utilizar ningún vehículo. Yo, discuto con mi padre, le hago notar que en tiempos de Moisés no había automóviles. Esto hace que él me mire de una manera que quiere ser de enojo, pero que tiene risa contenida.

-Abogada vas a ser tú – me dice. Mejor me callo.

Mi hermana mayor y yo vamos caminando detrás de papá y riéndonos de todo. Papá que tiene a su amigo al lado, voltea de tanto en tanto a vernos. Esto hace que nos pongamos serias.


Al fin llegamos al templo, está lindo, lleno de flores. Nos sentamos del lado de las mujeres. Hay muchas niñas de nuestra edad, algunas son amigas nuestras. Aprovechamos para hablar con ellas todo el rato. Eso sí, bajito. El señor Béjar – él cuida el orden – nos manda a callar si hacemos mucho ruido. La pasamos bien Termina el servicio. A veces, alguna familia ofrece un desayuno en memoria de algún difunto o por cualquier otra causa. Se invita a la congregación a compartirlo. Llevan muy buenas cosas a la turca: borrecas, aceitunas negras, huevos cocidos, frutas, quesos, etc.

Volvemos a casa, yo me siento muy satisfecha de haber participado del servicio religioso, estoy casi, casi en olor de santidad. Más tarde, se sirve la comida. Después, a eso de las cinco, la nana, Rosa, anuncia que llevará a mi hermanita menor, Estela, al parque. Yo salto, también quiero ir. Rosa se opone. Mi madre le pide que me lleve con ellas – así descansará un rato de mí – corro a mi cuarto y saco un velito azul que tengo escondido en un cajón. Lo deslizo en mi bolsillo. Ya se a donde vamos. Salimos. Yo pregunto – ¿Rosita, vamos a la Coronación? – Sí, – me contesta entre dientes – pero no me gusta llevarte a la iglesia. Eres muy traviesa.

Llegamos a la iglesia. Está llena de flores. Me impresionan las imágenes, el Cristo crucificado me da mucho miedo. La nana me dice que vea lo que le hicimos al Señor. Yo protesto y le aseguro que yo no le hice nada. Huele a incienso, Rosa se persigna, yo la imito. Se rezar el Padrenuestro y lo rezo.

A la salida, Rosa me cuenta que a mi hermanita le va a hacer tumbar los cuernitos. Y que está juntando dinero para su bautizo. Yo le ruego que a mí también me tumbe mis cuernitos. Pero ella se niega y se mantiene inflexible. Me dice que soy pícara y traviesa. Así que‚ con mis cuernitos me quedé. La incógnita que sí me quedó, es que si a mi hermanita, sí se los quitaron. ¿Quién lo sabe?

Acerca de Sara Hazán

Sara Hazán es una pintora, grabadora y escritora mexicana. Nació en Milan, Italia, Desde muy temprana edad, ha vivido en la ciudad de México, en donde ha estado casi toda su vida. También vivió en otros paises algunos años.Su pintura es figurativa, costumbrista y de brillante colorido.Tiene también aficiones de escritora, publicó un libro de cuentos que contiene algunas experiencias que ha presenciado o vivido a lo largo de su vida. Tiene varias obras en colecciones privadas, en Colombia, Costa Rica, EE.UU., Inglaterra e Israel.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: