Safed, emplazado sueño

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Una cosa empieza a ser interesante cuando deja de ser útil.
Séneca

A  don Antolín Palomero, siempre en la memoria.
A doña Conchita Sanz, centenaria ,virtuosa, y pletórica de vida y alegría.

Corrían los postreros días de enero del año 1983 y, agotándose ya nuestra estancia en Eretz Israel, dispusimos la última expedición las tierras de Galilea. El grupo viajero estaba constituido por el entonces director de la Biblioteca Nacional, Hipólito Escolar, por los escritores Luis Mateo y Leopoldo Azancot, otros dos amigos españoles, también literatos, y yo mismo, todos conducidos por la precisión y amenidad de nuestra cicerone y amiga la profesora Aviva Dorón, de la Universidad de Tel Aviv.


El lago Tiberíades

Cruzamos la Samaria y después de degustar una excelente carpa a orillas del lago Tiberíades, tranquilo y de un azul intensísimo, enfilamos hacia la ciudad santa de Safed. Habiendo yo ensoñado tanto sobre el misterioso recinto, se me venían oleadas de curiosidad y miedo según nos acercábamos. Safed es la ciudad mística del judaísmo y un lugar de grandes recuerdos españoles.

En efecto, algunos grupos de judíos expulsados de Iberia terminaron por establecerse sobre esta montaña en el siglo XV, donde permanecen como en eterna resistencia del espíritu.

Es Safed una población única en Tierra Santa. A 860 metros sobre el nivel del mar y a 1.046 sobre el lago Kinnéret (arpa, en hebreo) alcanzan sus colinas la altura máxima de la tierra de Israel. Para los hebreos es la cuarta ciudad sagrada después de Jerusalem, Hebrón y Tiberíades. En el siglo II enseñó por estos lares el Rabí Bar Yohai, cuya tumba puede verse en los extrarradios de la ciudad. Aquí se cree que están sepultados los cuerpos de Hillel el Viejo, Sammai y Yohanan Hasandiar. También fue Safed el lugar donde se introdujo por vez primera la imprenta en toda Asia.

Era el año 1557. Pero esta ciudad es famosa en toda la historia deljudaísmo por haberse iniciado aquí la espiritualidad de la Kábala con el rabí Isaac Luna, muerto de 1572. Fue en ella donde el judío español José Caro codificó todo el derecho rabínico. Había nacido en Toledo, en la lejana Sefarad en 1488, hijo del célebre jurisconsulto Efraim. A los trece años salió de Portugal y después de residir años en Turquía, donde estudió en la escuela talmúdica de Andrianápolis, fijó su residencia en Safed, en cuya escuela llegó a ser director. Murió ya anciano en el año 1575.

Recuerdo de las Escrituras

En medio del horizonte, disuelta en algodonosa niebla se nos apareció la ciudad, al mismo tiempo invitadora y altiva. La altura de Safed se divisa desde muy lejos. Hay quien piensa que el Sermón de la Montaña, cuando Jesús habló de la ciudad puesta sobre la montaña visible a todos, tenía ante sí en el horizonte la ciudad de Safed y se refería expresamente a esta altura. La montaña parece ser el cráter de algún volcán extinguido. Por estos lejanos pagos, nació hace ya algunos años, mi amigo el poeta Mahmud Sobh, buen recitador de Omar Kayyam, al que suelo entrever de vez en cuando al otro lado de los rubíes de un buen vino, en alguna que otra larga tarde madrileña. No sé cómo de tan altos nidos vino a parar a los verdes terraplenes de la Vistillas. El ha querido contármelo muchas veces, pero siempre me lo cuenta en diferentes cuentos y no sé cual es el verdadero.

Cualquiera que sea su verdadera historía, lo cierto es que su espíritu es tan abierto como las alas de los calmos pájaros que planean sobre las torres de Safed y amigo de todos por encima de leyes y contiendas.

Mas volvamos a Safed. Aquella impresionante altura y los recuerdos místicos de la historia de Safed, fácilmente hacen pensar en la vocación de elevación de esta enigmática y fantástica ciudad, que parece como sacada de uno de los bellos relatos de Edgar Allan Poe.

Pero el frío resuelto de enero se afilaba y no estaba para visiones panorámicas. El horizonte se arremolinaba oscuro y amenazador. Al acercarnos a Safed el tiempo nos recibió malhumorado. Pero ya estábamos allí, casi sin darnos cuenta.

Cita y residencia de artistas, tiene Safed en la actualidad unos quince mil habitantes. Ya un poco antes de entrar intentamos visitar las tumbas de Simón Bar Yohai y de Hillel, cosa que no logramos. Así que dócilmente nos dedicamos a seguir los pasos de nuestra cicerone. Posee la ciudad algunas sinagogas que se remontan al siglo XVI. Visitamos las más importantes, como la de José Caro en cuya entrada el poeta Rafael Talavera nos hizo una fotografía que, para mí, forma parte de los recuerdos más imborrables de Israel. Intentamos también ver la Sinagoga de Ha’ari, pero estaba cerrada. Después de la visita a las sinagogas, subimos a la ciudadela.

Los nubarrones impedían la contemplación de los maravillosos panoramas que desde aquella altura tienen que divisarse.

En el centro de la ciudad se muestra sobre un pedestal el histórico Davidka: un diminuto cañón de fabricación casera, que sirvió en la guerra de 1948 para defensa de numerosas posiciones israelíes.

Tradición histórica

La impresión de conjunto que me produjo Safed fue la de una ciudad de gran tradición histórica, encaramada en la cima de una montaña, que vive en el arte y el culto de las Escrituras. En fin, un lugar, apenas saboreado, que me hubiera gustado muchísimo poderlo tratar y conocer como lo había hecho en la hermosa y dorada Jerusalem; pero quizá sea destino de lo soñado no ser nunca conocimiento de lo sabido. Queda, así pues, Safed de nuevo y siempre emplazada en mi sueño.

Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

1 comentario en «Safed, emplazado sueño»
  1. Bellísimo relato, querido Antonio, no sólo por las imágenes y mertáforas utilizadas, porque entrever a un amigo, aunque sea de vez en cuando, al otro lado de los rubíes de un buen vino, tiene que ser un enorme placer. También por el fondo espiritual, en el que, aparte de los lugares sagrados del judaísmo, pudiste ver el mismo fondo que pudo ver Jesús cuandp predicó aquel gran Sermón. No puedo olvidarme de nuestro querido compatriota José Caro, nacido en Sefarad en el año 1488. ¡Qué poco pudo vivir aquel gran jurista en Iberia, tan sólo cuatro años en España y 9 en el Hermano Portugal. Muy bonito, Antonio, de lo mejor que he leído últimamente. Un abrazo.

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