En pocas ocasiones tiene posibilidad el público de acceder a un concierto tan cercano en el sentido estricto del término. Como bien decía Emilio Villalba en su presentación, al modo de antaño se recibía la música y el teatro, cuando no había focos, grandes escenarios y e arte se desarrollaba en plazas, a pie de espectador. El centro artístico Gremio, antiguo Paço do Concelho y casino donde los ganaderos iban a dejarse los jurdeles recibió al grupo especializado en música Sefardita. El salón de actos del edificio de 1538. Elvas tiene una amplia historia, siendo una de las seis ciudades portuguesas más pobladas durante la Edad Media y Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. La comunidad judía estaba desde la época islámica (714-1230) y fue en el siglo XIV cuando se creó la Judaria Nova. Todavía se conservan en algunas fachadas las marcas de cruces que revelaban la cristianización de viejas casas de judíos. Hasta estas tortuosas callejuelas llegaron las voces y los instrumentos de Sephardica. La agrupación recrea y recupera el sonido de las comunidades judías antes de la conversión. Los aires que se escuchaban entre los siglos XI Y XVI forman parte del cotidiano de esta agrupación de amplia trayectoria en la música histórica.
Las voces de Irene Arévalo y Patry Cruz empastan con gran fluidez, agradeciendo el espectador ese sentido de la dramaturgia que acompaña a las canciones en los gestos y actitudes de las dos cantantes. Emilio Villalba ejerce de multiinstrumentista, aportando colorido, navegando desde el cristalino sonido del salterioa la guitarra morisca. Sara Marín ejerce a la darbouka y otras percusiónes para deleitar al público con un abanico que recorre la tradición andalusí y sefardí dejando huella este valioso legado musical. Canciones de amor, romances, aires mediterráneos, leyendas, inflexiones flamencas o ritmos árabes, toda la tradición ligada a lo sefardí pudo escucharse entre las paredes del salón elvense. Estamos ante un folklore vivo, palpitante con diversas transformaciones a lo largo de los siglos que ha ido absorbiendo influencias de diversasculturas manteniendo la lengua a lo largo de cinco siglos con el habitual uso del contrafactum.
Si aquellos judíos se vieron obligados a abandonar Sefarad, hoy músicos como los componentes de Sephardica rescatan y recrean el sentimiento, el pesar y los amores de aquellos, insertándolos en nuestra propia tradición. Es “lo único que nos dejaron llevar” decían los descendientes de la diáspora refiriéndose a su música. Una música poliédrica y ecléctica en sus influencias al tiempo que fiel a sus orígenes. Con la existencia de grupos como Sephardica ha cambiado la transmisión tradicional sefardí de padres a hijos. Afortunadamente para nosotros.
Una pequeña muestra de este maravilloso concierto con una obra magnífica, plena de mediterraneidad y nostalgia: Habibi (Mi amado).
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