Claudia Sheinbaum tiene, como ella reconoce, una historia de persecución en su familia. Al igual que Carlos Spector y yo, su familia fue perseguida por ser judíos, no por sus ideas.
Comentando con Carlos Spector sobre el tema, nos surgió la duda de si alguna vez ella, aunque creció con una orientación laica y seguramente no abrazaba publica o privadamente su condición de judía, por la razón de su preferencia que no es de mi incumbencia. Ella toma los tropos identitarios que la definen y no voy a atreverme a mencionar los que creo que podrían ser, porque no solamente es ofensivo, sino injusto e impreciso.
– ¿Alguna vez habrá sido señalada como la diferente en el grupo?
– ¿Alguna vez habrá sido señalada como judía?
Si juzgamos por algunas de las primera reacciones en el momento que se perfilaba para ser candidata de MORENA y posteriormente como candidata, los ataques muy soeces surgieron en contra de la judía, de la extranjera. No repito aquí el lenguaje procaz e insultante.
No importaba su historial académico, político, personal, lo que contaba es que el apellido suena “extranjero”. No averiguaban de dónde vienen los valores por los que ella lucha, tendrá que ver con lo que vio y escuchó en la casa, lo que estudio, su participación y vida política, etc. La xenofobia y discriminación se impusieron, en parte porque en México hay un racismo y clasismo profundo.
Pero la plática se movió hacia nuestro terreno personal.
A mi me ha sucedido que me digan que de dónde soy, porque Schmidt no es “MEXICANO”, como tampoco lo es Sánchez, Ebrard, Jiménez. Aún muchos miembros de los pueblos originarios hoy tienen nombres que llegaron de Europa.
Claro que en mi vida sentí la discriminación de cerca. Desde el maestro que me protegía porque creía que era Alemán mientras reprobaba a los judíos, hasta los compañeros cuya educación eran los Protocolos de los sabios de Sión, hasta los pseudo amigos que me reclamaron que matamos a Cristo, no solamente no lo hicimos ni yo maté a nadie, ni siquiera metafóricamente.
El caso de Carlos es interesante. El vive en Estados Unidos y es un abogado de migración muy destacado. Es hijo de migrantes por los dos lados. Su padre migró de Alemania para ponerse a salvo del holocausto y su madre migró del norte de México. En su práctica profesional optó por un área que defiende a la gente. Ha asilado políticamente a una buena cantidad de mexicanos y muchos de esos casos los hizo pro bono, ha puesto su vida en la picota porque politizó los casos de asilo, y organizó grupos que luchan por los asilados y contra las injusticias en México.
El caso es que una de las organizaciones pro migrante lo invitó a presidir su mesa directiva, paso que legitimaba a la organización. Con el paso del tiempo, Carlos descubre que el director estaba robando e hizo evidente el problema, pero entonces fue atacado porque su crítica fue tomada como ataque que escondía una intención de apoderarse de la organización, “el de afuera, el diferente, viene a conquistarnos, a apoderarse de nuestra asociación, lo que no tenía sentido porque su bufete de abogado era próspero. Muy rápido salió a la luz la diferencia, no es moreno y no pasó mojado a Estados Unidos.
Para cualquiera que quisiera confrontar su historia, tenía “las credenciales” apropiadas de descendiente de migrantes, además de haber dedicado su carrera profesional a luchar por los migrantes. Pero es diferente, es judío, es rubio.
Es poco relevante si su vida de entrega fue generosa y filantrópica, siempre habrá quién quiera discriminar.
En una reunión el acusado de robar le reclamó que nunca hubiera hecho nada, y Carlos le respondió: “olvidaste que te regularice porque eras mojado, te saque la nacionalidad, al igual que a tu esposa”, el acusador cayó, pero los demás veían con desprecio al diferente.
Carlos y yo hemos escrito cosas que se consideran “peligrosas”. El tuvo que pedir ayuda al FBI porque recibió amenazas de muerte, al igual que recibí yo por escribir un libro.
En uno de los textos más arrojados, sobre el crimen autorizado que demuestra la unión entre crimen y poder político, decimos que lo hicimos bajo el espíritu judío de la tzedaka, hacer el bien sin esperar recompensa, y con todo y eso aún aquellos a los que ayudas filantrópicamente porque lo crees como valor supremo, te volteará a ver con desprecio por ser “diferente”.
Y cuándo tratamos de reflexionar sobre las causas profundas de ese fenómeno, Carlos simplemente lo sintetizó: Soy el otro entre los otros.
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