Sharona, la israelí nacida en Teherán que “conecta” a iraníes con el estado judío

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Frecuentemente, la prensa internacional abre con titulares  sobre nuevas amenazas del régimen iraní de los ayatolá y el desarrollo de su plan nuclear, alertas sobre contundentes represalias de Netanyahu u otros ministros de Israel, o incidentes como el de los dos petroleros atacados en el Golfo Pérsico que a punto estuvieron de desatar un conflicto regional a gran escala.

A pesar de la evidente beligerancia entre las autoridades de Irán e Israel, fuera de los focos existe una historia de admiración mutua entre ciudadanos de ambos países, cuyas raíces se basan en la presencia en Israel de miles de judíos persas que hicieron “aliyá” y dejaron atrás su Irán natal a partir de la consolidación de la Revolución Islámica, que estalló en 1979 bajo el liderazgo del ayatolá Homeini.

Sharon Suleimani, judía nacida en Teherán, llegó a Israel en 1988 con 13 años. / Foto: cortesía

Sharona Suleimani nació en la Teherán liberal de los años previos al régimen islamista, cuando no solo existían vínculos con el estado judío: incluso delegaciones de arquitectos israelíes diseñaron y levantaron múltiples edificaciones en la capital persa.


Sharona llegó a Israel con 13 años (en 1988, un mes antes del estallido de la guerra entre Irán e Irak), aunque su familia llegó separada, en distintas etapas y circunstancias.

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“Cuando empezó la revolución, no todo cambió de golpe. Hubo un gobierno de transición que era abierto, y luego empezó el régimen más radical. Durante ese periodo las cosas eran inciertas, y muchos judíos, en especial jóvenes, abandonaron el país porque no querían ir al ejército y a la guerra con Irak”, relata.

LA COMPLICADA HUIDA A ISRAEL

En Irán la vida familiar en la comunidad judía conformaba a la vez el círculo social. “Cuando tíos y primos empezaron a marcharse, mi hermano mayor, de 16 años, decidió irse. Mi padre lo trajo a Israel, ya que todavía había conexión de vuelos Tel Aviv-Teherán. Cuando mi padre volvió a Irán con la intención de venderlo todo y traernos al resto, estalló la guerra, y el destino de los judíos cambió. No nos querían dar pasaportes, y quienes los lograban, los recibían con un sello que les prohibía viajar a la Palestina ocupada”, afirma.

La familia Suleimani permaneció en suelo iraní durante los ocho durísimos años que duró la guerra con Irak, que costaron más de un millón de muertes.

Los padres de Sharona, Mordechai y Mira Suleimani. / Foto: cortesía

Sharona todavía recuerda la llamada telefónica de la Sojnut (Agencia Judía): “está todo listo. Estad listos en la dirección, solo con una mochila de mano, y os traeremos a Israel”. Durante la larga espera, la policía iraní constantemente les preguntaba sobre el paradero de su hermano mayor, ya que estaba en edad de reclutamiento. Constantemente inventaban excusas.

Recibieron los pasaportes para volar –“dijimos que íbamos a Francia”-, pero a las familias judías entonces se les requería dejar a algún miembro, una medida del régimen para asegurar su retorno. El elegido fue su padre. “Era época de guerra, por lo que no dejaban sacar oro ni dinero en efectivo. Salimos del país sin apenas ropa. Subimos a un vuelo rumbo a Turquía, y muchas primas y amigos se unieron, en total éramos unos 30 judíos. Al llegar a Estambul, contactamos a la embajada de Israel, y de ahí nos arreglaron los billetes de avión”, recuerda sobre el periplo que la trajo al estado judío.

Su padre lo pasó mucho peor. Era un peso pesado de la comunidad judía en Teherán, un perfil muy conocido. A pesar de pagar altas sumas por un pasaporte, un vecino suyo que era agente de la Guardia Revolucionaria lo delató: fue detenido y estuvo dos semanas bajo arresto, sin acceso a un abogado. Finalmente, logró pagar una alta suma por su liberación.

Invitación al casamiento de los padres de Sharona, escrita en persa y hebreo. / Foto: cortesía

“Pagó muchísimo dinero en efecto, 8.000 dólares en aquella época, para huir. Como en la Alemania nazi, hubo muchos contrabandistas, sobretodo baluchis en la frontera, gracias a los cuales logró huir. Montó en camellos, durmió en granjas de cerdos, transitó en camiones de basura, y cruzó la frontera a Pakistán, que tampoco tenía relaciones con Israel. La Sojnut se involucró en su caso, y un año después lograron traerlo a Israel”, explica emocionada.

LA LENGUA PERSA Y LA “RECONEXIÓN” CON IRÁN

Sharona, que transpira admiración por su tierra natal, se alistó al ejército israelí a los 18, donde ingresó en la prestigiosa unidad de ciberinteligencia “8200”, donde pasó 14 años y formó parte de la sección en lengua persa. Al terminar su carrera militar, siguió involucrada activamente con la lengua de su país de origen: “a través de la Universidad de Haifa, publicamos una web en persa para mostrar cosas lindas de Israel al pueblo de Irán y entablar diálogos”.

Eran tiempos en que empezaban a florecer blogs personales en el país persa: “muchos nos contaban que jamás habían conocido esta faceta de Israel, que les abrimos los ojos. Decían que solo les llegaba información negativa”, rememora. La sorpresa le llegó cuando varios le contaron que eran fans de la cantante israelí Sarit Hadad: “le pedimos a varios que cantaran canciones de Sarit filmándose o por Skype, fue increíble. Logramos publicar esta historia en Yediot Aharonot ”(uno de los diarios principales de Israel).

Desde hace tres años tomó las riendas del manejo de las redes sociales del ministerio de exteriores israelí en lengua persa: “agradezco este cargo, porque a diario estoy en contacto directo con ciudadanos iraníes, más allá de la censura”.

Por descontado, las redes sociales que maneja publican asuntos de actualidad política, pero “también hablamos mucho de tecnología, ciencia o medicina. Y es sorprendente el interés que tienen hacia Israel, una atracción que existe hace muchos años”.

Si bien en Irán Facebook y Youtube están censurados, otras redes como Instagram o Telegram están en auge. “Por supuesto, cuando subo publicaciones, no todas las respuestas son positivas, muchos están influenciados por la propaganda antiisraelí, y el régimen tiene muchos bots para replicar a estas páginas”, dice. Pero matiza: “la mayoría de respuestas son positivas. Son conscientes de que su problema es la dictadura, y no comparten que se gaste el dinero en Siria, Líbano, Yemen o Gaza mientras hay iraníes pobres que no tienen para comer”.

Sharona recuerda que ambos países no comparten frontera física, y que nunca estuvieron en guerra. “Se estima que un 30% de la población iraní apoya al régimen, pero los opositores se preguntan porque deben pagar de su bolsillo un precio tan alto para alimentar el conflicto, que luego se invierte en bases militares en territorio sirio”, aclara.

La añoranza de Sharona se hace sentir todavía más cuando recuerda que jamás pudo regresar a su tierra de origen: “si fuera de Argentina o Europa, como otros judíos, podría volver. Pero nosotros no podemos, y eso da pena. Me gustaría estar aquí sentada y contar sobre el día en que regresaré a Teherán. Irán es un país maravilloso, incluso hoy bajo la dictadura. Muchos turistas de Occidente lo visitan, y su gente es muy cálida. Recuerdan en cierto modo a los israelíes, tenemos mucho en común en la mentalidad”, asegura.

La israelí de origen persa dice tener “muchísimo respeto hacia el pueblo iraní, y espero que la valentía de los que salieron a la calle hace un año para protestar la crisis económica acabe triunfando. Por ellos, porque merecen mucho más que este régimen, y para mí, porque quiero que mis hijos vean un día el lugar donde crecí”. Sus padres no hay día en que no maldicen en tertulias domésticas al ayatolá Homeini, “que vino, quemó el país y los expulsó”.

“IRÁN AMA A ISRAEL”

Sharona recibe constantemente mensajes de iraníes, que se graban –tapándose el rostro por motivos obvios- junto a consignas como “no queremos la muerte de Israel”.

En vídeos que se hicieron virales, estudiantes intentan evitar pisar banderas israelíes pintadas en las entradas a facultades universitarias. “Incluso me llegó un vídeo en que aparecen dos jóvenes cantando una combinación de Hatikva (himno de Israel) con el himno nacional de Irán”, asegura.

Soldado de la marina iraní posa con el eslogan “We Remember” / Foto: cortesía

Durante el último día de la festividad musulmana del Ramadán, el régimen iraní promueve el llamado “Quds Day” –día de Jerusalén-, que tanto en Teherán como en otros lugares del mundo se torna en un evento antiisraelí donde se queman banderas. “Ese día, surgió el hashtag #IranlovesIsrael, donde miles de iraníes expresaban su simpatía por el estado de Israel”, recuerda Sharona.

Incluso durante el Día Internacional del Holocausto, que recuerda el exterminio de seis millones de judíos y que el régimen iraní sigue catalogando como una invención, muchos iraníes, incluso un soldado de la marina en vestido con su uniforme, lucieron estrellas de David amarillas y revindicaron el popular eslogan #Weremember (nosotros recordamos). “Intentan por todas las maneras decir que no nos odian”, aclara Sharona. Pero recuerda: “aquí yo digo que no odio Irán y no me pasará nada. Allí es diferente. Se ponen en serio peligro”.

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