Siberia

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Habiendo apenas regresado de un viaje a cierta zona de Siberia, Bratsk en la provincia de Irkutsk, inmediatamente al norte de Mongolia, me gustaría compartir mi experiencia con ustedes.

La zona de Irkutsk fue poblada allá por el siglo XI por los Eving que aprovecharon que había un gran río, el Angara, para establecerse. Vivían básicamente de la caza y los frutos que hallaban a su paso. Sus viviendas eran parecidas a las casas de los indios de los Estados Unidos, cubiertas con madera ligera en el verano y madera mucho más gruesa en el invierno.

Hacia el siglo XVI, el imperio zarista buscó extender sus dominios hacia el oriente de modo que otorgó enormes terrenos a algunos de sus protegidos para que ahí desarrollaran la agricultura. Pero, al mismo tiempo, resultó ser un sitio muy cómodo para enviar enemigos políticos, rebeldes y prisioneros de guerra. En cierta forma aunque en escala infinitamente menor se hizo en Argentina en Ushuaia y en México en las Islas Marías.


La gente llegó a vivir con cierta comodidad a pesar de lo cruento del clima. Para mediados del siglo XVIII construían casas de madera con todo lo básico para sus necesidades, sobre todo en el invierno en que pasaban tanto tiempo en el interior incluyendo, en algunos casos, saunas familiares.

A mediados del siglo XX, el gobierno soviético decidió que éste era un sitio adecuado para una presa por lo caudaloso del Río Angara. Se construyó la presa utilizando la mano de obra de gente que había sido castigada con el exilio y que no tenía ningún modo de subsistir de no ser por ese trabajo que era extenuante y muy mal pagado. Desgraciadamente, en esa época cualquiera podía ser enviado a Siberia por una acusación banal y allá sufrir los embates de un clima atroz. Ni siquiera eran necesarias las cárceles pues lo remoto de la zona hacía casi imposible huir. Para la época de Stalin estaba en uso el tren transiberiano por el cual los exiliados eran enviados a los trabajos sin miramientos de ninguna clase.

Una vez que la presa se terminó, surgió un gran lago que, actualmente, la gente utiliza como si fuera el mar aunque no hay oleaje de ninguna índole. Van a la playa a nadar, a asolearse, a navegar y a comer en el verano. En el invierno las temperaturas bajan hasta 40 a 60 grados centígrados bajo cero. Uno de los deportes más populares es pescar debajo del hielo. Esto requiere taladrar el hielo del lago que llega a tener hasta metro y medio de grosor.

La producción de electricidad de esta presa fue aprovechada para erigir una planta de aluminio de nombre Rusal que dice ser la mayor productora después de la americana Alcoa. Esta planta provee el grueso de los empleos de la zona.

En Bratsk viven cosa de 30,000 personas. Algunas calles son anchas con camellón al centro y hay varias plazas con la inevitable figura de Lenin o de Alexander Pushkin, el poeta ruso por excelencia. Aún hoy existe la Avenida Soviética. A lo largo de las calles hay muchísimos edificios con gran parecido unos de otros; algunos blancos, otros amarillos y los más nuevos de ladrillo. Casi todos son de 6 a 8 pisos aunque hay unos cuantos más altos. Cuando tienen más de 6 pisos tienen elevador de otro modo sólo hay escaleras. Una gran parte de los edificios tienen un balcón o dos. La mayor parte están en muy mal estado de conservación tanto en el exterior e inclusive en el interior en las escaleras y los descansos. Dentro del apartamento individual ya depende de sus habitantes, pero no parece haber quien limpie o mantenga el exterior. Entre un edificio y otro suele haber una pequeña calle, ocasionalmente unas banquetas pero no siempre, de modo que para llegar a algún sitio hay que cruzar por matorrales con pequeñas sendas que los cruzan, por tierra, lotes baldíos o dar gigantescas vueltas para tomar calles formales. Hay clínicas, escuelas, guarderías y todos los servicios. Solía haber cines pero desde 1991 en que cesó la ayuda para producir películas, casi no hay producción rusa y en esta población quedó un solo cine. La gente parece preferir quedarse en casa a ver televisión o alguna película rentada.

Ha habido muchos robos por lo que los que pueden permitírselo tienen dos puertas en la entrada y una vez entrando al pequeño vestíbulo de inmediato se quitan los zapatos y entran ya sea en pantuflas o descalzos al interior. Esto se debe seguramente a que durante las nevadas que duran más de seis meses no quieren ensuciar la casa con el lodo y nieve de los zapatos. Los apartamentos son pequeños: se dice de un cuarto, dos, etc. Eso quiere decir el total de las habitaciones, sin incluir ni cocina ni baño. El cuarto se utiliza para dormir, comer, ver tele, recibir, escribir, etc. Los baños son pequeños, algunos tienen separado el excusado en un cuartito minúsculo a un lado, el lavabo y la tina están pegados utilizando la misma llave que se mueve de un lado al otro. Los que tienen las posibilidades tienen un refrigerador con un congelador pequeño, lavadora de ropa y microondas así como DVD. Nos llamó mucho la atención que ni en las tiendas hubiera secadoras pero parece existir la idea de que echan a perder la ropa, por lo tanto, no se venden. La ropa se cuelga en los balcones cuando hace buen tiempo y si no, hay unos aparatos de madera que penden sobre la tina para colgar la ropa.

En los mercados al aire libre donde hay de todo siempre hay mujeres mayores vendiendo hongos, frambuesas, cerezas y bayas de todas índoles.

Los bosques que rodean la ciudad se ven por doquier en Rusia, se llaman “taigas” y los árboles son altos y muy delgados casi blancos. Se exportan en grandes cantidades a otros países de Europa para fabricar muebles y en el interior para las artesanías.

Acá en México nos parece increíble pero la gente se habitúa a las inclemencias del clima y se las arregla para seguir trabajando, viviendo y divirtiéndose. A pesar de que fuimos en pleno verano y nunca sentimos frío la sola idea de meses y meses de terribles nevadas puede ponerlo a uno a pensar en mudarse a otra parte. ¡Si sólo fuera tan fácil!

Acerca de Paulina Rubio Z¨L

Desde temprana edad su afición por los idiomas la ha llevado a graduarse en varios como el inglés, francés, hebreo, alemán y ruso, por lo que profesionalmente se dedica a ser traductora, sobre todo en inglés y español, ruso y francés, actividad que ha sostenido por más de cuarenta años. También ha sido maestra de inglés por más de veinte.Como articulista sus inicios se encuentran en la revista de la Comunidad Bet-El, pero en forma continua por más de cinco años su intelectualidad se refleja en "Foro" y algunos en la publicación "Letras Libres", destacando sobre todo en ellos el folclor, cultura, lugares y aspectos netamente mexicanos.

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