Fue un famoso cirujano plástico mexicano.
Cuando yo lo conocí ya era un medico de mucho prestigio, prestigio bien consolidado por la excelente calidad de sus obras…
El cirujano plástico, además de ser médico es un escultor un artista, tan es así que depende de sus manos y su talento para producir arte.
Con el doble mérito que este escultor usa su cincel y martillo sobre materia viva, materia siempre cambiante y a veces peligrosamente rebelde e inconforme al deseo del escultor…
No es lo mismo plasmar en la piedra que plasmar en un rostro, en un cuerpo humano vivo con reacciones a veces impredecibles.
Fotografiaba previamente a su intervención los rostros, las partes del cuerpo humano a modificar, luego en el reverso de la foto,
con un fino lapiz trazaba la modificación anatómica que se proponía hacer y se la mostraba al paciente…
Narices, piernas, bustos, parpados oídos, cicatrices…
Por las mañana muy temprano atendía a gente de escasos recursos…
Su pasión la cirugía plástica reconstructiva, fue su verdadero reto.
Por esto no percibía sino una modesta paga en hospitales para gente humilde de escasos recursos.
Por las tardes en su consultorio,
atendía a su clientela de clase media y clase acomodada y ahí si cobraba sus honorarios.
Hay gente que como el, como profesionales, industriales, comerciantes, ponen el mismo empeño, las misma calidad en el trato, un humanismo desinteresado, un deseo de servir sin importar la cuantía del negocio.
Cualquiera que sea nuestra actividad en nuestro diario vivir, interesémonos,
en servir desinteresadamente, en hacerlo bien a la primera, a veces sin esperar
las grandes utilidades…
Servir por el deseo de servir que los beneficios sin duda serán un agregado…
¡Servir sin importar la paga!
Nissim Mansur T.
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* El nombre del doctor. mencionado en este artículo: DR. FERNANDO ORTIZ MONASTERIO.
Es un orgullo decir que mi madre me enseñó a servir sin esperar nada a cambio. Muy buen artículo!