Siria y la O.N.U.

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¡Masacre de 108 personas en un solo pueblo y en un mismo día, y de ellos, treinta y cinco niños y el resto mujeres… y este pobre mundo se queda callado!

Digo pobre por la carencia de sentimientos, por la indiferencia, el cinismo y la inmovilidad. Una que otra declaración inane, algún afán de protagonismo político, pero al igual que un siniestro truco, hoy está aquí, mañana desaparece.


Quien, como este escribidor, valora la Vida sin importar razas, credos, orígenes o extracción, siente que su mente se desgarra, sangra.

Esta matanza, este holocausto de civiles sirios, inocentes, golpea la memoria. Mi Pueblo lo ha sufrido en carne propia a lo largo de su Historia, y por ello, la sensibilidad rebasa la capacidad de entendimiento. ¿Cómo es posible que un gobierno, este sí espurio, mate indiscriminadamente a su propia gente?

La respuesta es horrible pero sencilla: no sólo es ” el gobierno”. Tiene como cómplice a todo un enorme grupo, a una legión de vividores del mismo, que con tal de continuar favorecido – de muchas maneras – por parte del régimen, acude a las peores prácticas del ser humano – si lo podemos llamar así.

Los medios – inefables – refieren como antecedente un año de protestas populares en Siria y, como dato adicional, cinco mil “muertos”.

En nuestro México leemos y escuchamos: ¡Qué!…¡Aquí contamos con más de cincuenta mil en cinco años! ¿Querrán decir que lo nuestro es más grave que lo que pasa allá en Siria? Tal vez sea porque aquí no es el gobierno el autor de la matanza, pero se debe de atacar. O puede ser que “no es mi asunto”, o será que aquí es el narcotráfico y los cárteles se atacan entre sí por sus distintas razones delictivas, pero en función de las cantidades, ni hablar, ganamos.

Lo cierto es que hay diferencias. México no es estratégico. Si ubicación geográfica, su gobierno, y lo mejor, su gente, es garantía de tranquilidad hemisférica – inclusive mundial.

Sólo recordamos que en los años sesenta del siglo pasado, el gobierno mexicano expulsó del País a algunos funcionarios de la embajada soviética de entonces, pero hasta ahí.

En el caso de Siria, además de posturas diplomáticas por parte de quienes tienen la capacidad – y la obligación por su condición de fuerza -, leemos que ese país tiene una ubicación estratégica y que. por tanto, estos deben ejercer una política de precaución y esmerada discreción.

Entra la inefable O.N.U. Sus “cascos azules”, inermes, no tienen más papel que el de observadores. El general Mood, jefe de un contingente de trescientos soldados, declara que esas atrocidades deben ser detenidas y que le corresponde al concierto de las naciones la solución. Las carcajadas de Bashir al Assad, el dictador sirio, deben escucharse hasta Manhattan.

El buen BanKiMoon, secretario general de la O.N.U., declara que “las partes deben mostrar su moderación”.

El Consejo de Seguridad…muy bien, gracias. Entre condenas ridículas y vetos, sus miembros forcejean entre ellos como si fuera una competencia de “vencidas” en una cantina.

¡Ah, pero en tratándose de Israel, cómo reaccionan! La más reciente referencia: el día de “Nakbah” (la tragedia) en que el pequeño Estado celebraba su independencia, desde Gaza tirotearon a los guardianes fronterizos israelíes, hiriendo a dos de ellos de gravedad. Resultado: la O.N.U. acusó a Israel de utilizar fuerza exagerada en la respuesta.

A estas actitudes las llamamos imparciales. ¡Vaya, vaya!

Basta con leer el Washington Post, el N.Y.Times, ver y escuchar C.N.N. o a nuestros medios y comentaristas mexicanos, honrosos editorialistas (traductores de lo políticamente correcto de los primeros), para darse cuenta de lo parcial y ladeado de lo “opinión pública”, pero del asunto de Siria ninguno se atreve que salir al la palestra en defensa de los pobres ciudadanos sirios que están siendo masacrados por su propio gobierno y sus adláteres.

Y, a todo esto, ¿qué dice el gobierno sirio?

Su embajador declara ante la representación mundial que las fuerzas armadas sirias no tuvieron nada que ver con la masacre, que fue un grupo de criminales que procura manchar el prestigio de su régimen. Conforme a su inveterada tradición de negar lo evidente, de mentir con toda la estulticia de que es capaz un malvado frente a las pruebas contundentes de las filmaciones grabadas en teléfonos celulares (a la prensa mundial no se le permite el acceso al conflicto); el tipo, caradura por origen, procura tapar el sol con un dedo.

Agregando el insulto a la burla, califica la barbarie de su gobierno (misma que niega), como un hecho aislado – cuando sabemos que la matanza de miles de seres humanos se ha llevado a cabo en distintas provincias sirias a lo largo de más de un año.

Los judíos conocemos en carne propia la agresión y la indiferencia. El escribidor no necesita voltear a la Alemania de los años treinta del siglo pasado para recordar la persecución nazi, por un lado, y la inmovilidad del mundo por el otro. Tampoco requiere mencionar Ruanda, Etiopía, Eritrea, Sudán, Somalia, etc., para establecer similitudes y subrayar la indiferencia.

Y la O.N.U. sigue tan campante.

Otro lamentable cómplice, cumbre de la inmoralidad, es el “sector europeo”.

Su triste papel colectivo, sin opinión – ni mucho menos intervención – es vergonzante, pero eso sí, algunos ilustres gobiernos europeos patrocinan el malhadado “boicot” de productos israelíes. ¡Qué bien! Para eso sí son buenos.

La diplomacia, esa verdadera ciencia de la simulación, es esgrimida con febles argumentos.

Los buenos amigos estadounidenses, en su afán de liderazgo, blanden un mazo de goma en manos de la señora Clinton. Emiten declaraciones pero permanecen inmovilizados por su presidente cuyo único interés es el de su propia reelección.

Los ex – soviéticos, con su antiguo – nuevo líder, juegan con dos barajas: la de la aparente rectitud y la de la suprema ambición de regresar a ser importantes en la escena mundial.

Los chinos…¡ah, los chinos! Patrocinadores y cómplices de Irán y Siria, por interpósitos países, manejan su voto en el Consejo de Seguridad de acuerdo a su tradicional manejo de conflictos.

Ambos, Rusia y China, traen en vilo al triste “mundo occidental”.

El escribidor pregunta: ¿Y los sentimientos, dónde quedaron? La respuesta es clara, única: “¿Cuáles?”

Mientras tanto los sirios, mujeres y niños, mueren ametrallados. A pesar de que no me quieran por ser judío, lo siento por ellos y por el mundo.

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

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