Más allá de las diferencias entre israelíes y palestinos, que son muchas y creo que irreparables, les dejo una reflexión que tiene que ver con un espacio que debería ser neutral más allá del dolor, el odio y el rencor: una cancha de fútbol.
Esa fracción de 70 mts. de largo y 30 mts. de ancho que sólo debería festejar el encuentro, se transformó en un territorio ocupado por el odio de una asociación de fútbol que ni equipo tiene, pero eso sí, son especialistas en llamar a la prensa para amenazar y apretar a quien no esté de acuerdo con ellos al mejor estilo de los sindicatos mafiosos, de esos que están en todos los países, listos para hacer quilombo.
Argentina decidió suspender su juego en Israel por una manifestación de 30 palestinos que no tuvieron reparo en presionar a la selección que estaba concentrada en Barcelona. Quemaron y ensangrentaron camisetas y banderas de un país que sólo iba a jugar al fútbol.
Estoy convencido que la asociación del fútbol argentino tenía que haber sido más sensible o más categórica antes de organizar un juego contra Israel, pero al final no dudó a quién dejar con un sentimiento de impotencia. No dudó con quien quedar mal. ¿cedieron al miedo? posiblemente, o simplemente les chupó un huevo, como se dice en México, “les valió madres”.
Sólo quisiera un poco de coherencia:
Que la selección no juegue en Rusia en protesta de los bombardeos a Siria.
Que nunca más juegue a USA, en protesta de los bombardeos a lo que sea.
Que no vuelva a jugar en Venezuela hasta que el régimen Chavista deje de ser una dictadura.
Que no juegue en Inglaterra hasta que regresen las Malvinas.
Si lo hacen, entonces hablaremos de consistencia en este tipo de decisiones. Por lo pronto y a título personal, creo que “son unos cobardes”. Perfil de un equipo dentro y ahora, fuera de la cancha.
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