A mediados del siglo XVIII nació el tango en los barrios bajos de Córdoba, Argentina, y desde un principio fue la letra de sus melodías altamente erótica así como fue su baile, para complacer los gustos de la vecindad. Al paso del tiempo, como casi siempre sucede el tango inició su escalada social hasta llegar a donde se encuentra hoy.
Nacido el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia, hijo de la familia Bohr, emigró a la Argentina nacionalizándose con el nombre artístico de Carlos Gardel. Este inició, desde 1917, una época de reestructuración del tango limpiándolo del aspecto sensual con que había empezado. Hasta el día de su muerte el 24 de junio de 1935, había grabado 1500 discos de 912 temas. Estos fueron los más adecuados para su canto y tuvieron grandes éxitos, como: A media luz los dos, que habla de los besos a media luz y el sentimental si yo tuviera el corazón el mismo que te di. Habrá que mencionar que Gardel se presentó en varios escenarios del mundo y al final de una de sus presentaciones, con rumbo a casa, murió en un accidente de aviación en compañía de sus dos guitarristas Guillermo Desiderio Barbieri y Angel Domingo Riverol, además de su arreglista, guionista y letrista Alfredo Lepera.
A pesar que Gardel no tuvo herederos profesionales, han existido más de 30 judíos que han sido compositores, arreglistas, guionistas, cantantes y letristas del tango. Hoy día el tango, música y baile son aceptados mundialmente como símbolo de la música argentina, con amplia difusión. El baile se mantiene casi como estaba en sus principios originales solamente en interpretaciones teatrales o de exhibición. Existen varias versiones por lo que a Gardel se le apodaba El Mudo, una de ellas difundida por nuestro amigo, Jacobo Zabludovsky en su programa radiofónico.
El tango se distingue por su letra que en algunas ocasiones se refieren a temas psicológicos y otras, la mayoría a la vida real, tal como: Adiós muchachos compañeros de mi vida/farra querida de aquellos tiempos/a mi me toca emprender la retirada/de esa traviesa y alegre muchacha. Esas pocas palabras lo hacen a uno recordar aquellos amigos del pasado con los que se juró fraternidad eterna sin siquiera saber si se volverían a ver. Ese tipo de sentimentalismo se hace presente en las canciones argentinas.
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