Tengo lo que he dado

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Hace ya muchos años, mi hija mayor, a la sazón estudiante en Italia, me hizo un raro y significativo regalo: un ex libris en el que se lee: ´´Io ho quel che ho Donato.´´ Que traducido quiere decir: tengo aquello que he dado. Siempre pensé que la singularidad de ese aserto, la gracia de esa frase, no podía pluralizarse, ya que en ella la referencia al corazón de cada quien es tan obvia como suficiente. De hecho se corresponde bastante bien con la frase bíblica en la que el Creador sostiene que ´´ama a quien lo ama.´´ En todo caso la acción del yo es lo primero. Cada uno de nosotros segrega, por decirlo así, y en un momento dado de su vida, el aura de su destino, para bien y para mal la proyección de su mañana.

Somos hijos de nuestros pensamientos y nuestros actos, destructores o constructores de nuestra existencia. Pero hoy, ahora, no pienso lo mismo. Tengo la impresión de que también es aplicable, el ex libris, a un país, una nación, una sociedad. Por ejemplo, como los islamistas dan muerte, ¡muerte es lo que reciben a manos llenas en sus países! Atrapados como están en el círculo infernal y vicioso de sus odios, atraen sobre sí, con el imán de sus desprecios, toda clase de desgracias sobre sus pueblos. Una cosa muy distinta sería si se dedicasen a amar al prójimo más allá de sus malos humores y sus furias, ya que entonces recibirían amor, cuando ahora los techos de sus casas se caen por las bombas y las explosiones y las fotos del horror de sus éxodos ganan premios en Nueva York. Haría falta una media docena de buenos historiadores del Islam para estudiar el marasmo de la tragedia que lo atenaza, y aún son pocos.

Ninguna explicación racional parece aclararnos el enigma. Aunque sea una repetida estupidez afirmarlo, la culpa de los males que se ceban con el Islam no es de Occidente, los Estados Unidos o la Unión Europa. Sus reyes y príncipes tuvieron, tienen y tendrán aún durante años, el dinero del oro negro con que les ha favorecido la suerte geográfica, divisas con las que podrían, y aún pueden, solucionar sus problemas en una década. Mejorar en todos los campos que imaginar podamos, aunque es evidente que lo económico no resuelve lo fundamental , ya que los problemas son culturales, de cosmovisión diría. Por algún lugar de la tierra turca pasa la línea divisoria entre la modernidad y el despegue social y el pesado anacronismo que lastra su destino. La razón retrocede cuando avanza el velo. De modo que han anclado en el resentimiento y, al vestir su malestar con el hábito del orgullo, no alcanzan a ver la viga en sus propios ojos, como reza el Evangelio.


Sin embargo, el ex libris no es del todo ajustado cuando se trata de Israel, que da al mundo entero más de lo que recibe de él. Por el contrario, ahora hasta le quieren quitar su gloriosa historia, tras haberle robado, el cristianismo y los musulmanes, gran parte de sus relatos de gesta. A menos que quitar se pague también con quitar, en cuyo caso la Unesco comenzará a perder autoridad y crédito a pasos agigantados. Israel es, como dijo un conocido político de ese país, ´´el comienzo de la solución y no parte del problema´´ o los problemas del Oriente Medio. Para verlo con claridad tendrían, los musulmanes, que bajar sus humos, renunciar a sus venganzas, analizar a fondo sus frustraciones. Una labor a todas luces de mucho tiempo. Ese trabajo se llama educación, no madrasa yihadista. Se llama tolerancia y no odio, compasión y no veneno ideológico.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.