Cuando la Autoridad Palestina sigue buscando el reconocimiento de las Naciones Unidas como un “estado”, el mundo debería considerar las implicaciones.
Si la ONU reconoce ahora a Palestina como un estado, sin requerir de sus líderes que negocien un acuerdo de paz con Israel, enviaría un claro mensaje a otros grupos que buscan reconocimiento y condición de estado: el terrorismo se ganará la simpatía del mundo y seguirá su camino.
El terrorismo palestino tiene un pedigrí de muchas décadas, que es muy anterior a la condición de nación de Israel. En 1929, Haj Amin al Husseini, el Gran Mufti de Jerusalén y líder oficial del pueblo palestino – ordenó a sus seguidores asesinar a cientos de judíos ancianos en Hebrón y otras ciudades y pueblos donde judíos habían vivido durante milenios.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Husseini se trasladó a Berlín donde se entrevistó con Adolf Hitler y Adolf Eichmann. En el juicio de Eichmann por crímenes de guerra, en 1961, se supo que Husseini había impedido, personalmente, que cerca de 1.000 niños judíos húngaros fueran enviados a países neutrales. En cambio, insistió en que fueran enviados a Auschwitz, donde fueron asesinados.
En 1948, los palestinos se negaron a aceptar el compromiso de solución de dos estados propuesto por la ONU y, en cambio, se involucraron en la guerra genocida de los estados árabes, en la que murió el 1% de la población de Israel, incluyendo muchos civiles.
En 1968, un palestino nacido en Jordania, Sirhan Sirhan, educado para odiar todo lo relacionado con los judíos o con Israel, asesinó al Senador por Nueva York y candidato presidencial Robert Kennedy. Cinco años más tarde, el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, dispuso secuestrar a tres diplomáticos estadounidenses y ofreció cambiarlos por el asesino de Kennedy. Cuando EE.UU. se negó a liberar a Sirhan, Arafat ordenó, personalmente, la tortura y asesinato de los estadounidenses.
En 1972, Arafat ordenó el ataque terrorista en los Juegos Olímpicos, en el que varios atletas y entrenadores israelíes fueron asesinados. Siguieron décadas de secuestros de aviones, bombardeos de sinagogas y otros ataques que atrajeron la atención del mundo. Estos ataques continúan, el más reciente fue el asesinato, esta semana, de soldados egipcios cerca de la frontera con Israel, al parecer llevado a cabo con la complicidad de los terroristas palestinos de Gaza.
En lugar de condenar la omnipresente violencia, la ONU ha hecho todo lo posible para premiarla, incluyendo dedicar agencias especiales, completas, a los palestinos y a su causa. Al mismo tiempo, la ONU y la comunidad internacional le han dado la espalda a los tibetanos, kurdos y otros grupos, sin estados propios, que no han utilizado el terrorismo como su principal medio de lograr el reconocimiento y la condición de estado.
Sin embargo, los argumentos para la condición de estado palestino son mucho más débiles, porque a los palestinos se les ha ofrecido la condición de estado en numerosas ocasiones – 1938, 1948, 2001 y 2007. En cada una de esas ocasiones, el liderazgo palestino rechazó la oferta eligiendo, en cambio, la pistola y la bomba.
A pesar de esta sórdida historia, la Asamblea General de la ONU – que incluye decenas de estados que no reconocen a Israel – es probable que este otoño vote, por primera vez, a favor de la condición de estado palestino.
Estoy a favor de la creación de un estado palestino, pero sólo si el liderazgo palestino negocia un tal estado con Israel y rechaza el terrorismo. El gobierno de Israel ha ofrecido iniciar negociaciones, prometiendo generosas propuestas sin ninguna condición previa. Los palestinos siguen rechazando esas ofertas de una solución negociada de dos estados – la Autoridad Palestina prefiere la acción unilateral a través de la ONU y Hamas prefiere el terrorismo.
Estoy a favor de un Estado palestino, no tanto porque los palestinos se hayan ganado este derecho a través de sus acciones y de su historia, sino porque Israel se beneficiará al poner fin a los asentamientos civiles en la Margen Occidental y al permitir que los palestinos controlen su propio destino. Si los palestinos aceptaran la propuesta “tierra por paz”, del tipo largamente ofrecido por Israel, el mundo vería que el conflicto ha sido siempre más sobre compromisos territoriales y la aceptación de Israel, que sobre derechos humanos.
Otra razón importante para exigirles a los líderes palestinos negociar y comprometerse, como condición para la condición de estado – cosa que los israelíes hicieron cuando aceptaron el Plan de Partición para Palestina de la ONU de 1947 – se debe a la experiencia con Gaza. Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005, sin un acuerdo o convenio. Dejó atrás cultivos y otros equipamientos, con la esperanza de que los palestinos utilizarían su nueva autonomía para construir una patria próspera que podría vivir, lado a lado, en paz con Israel.
En cambio, Hamas aprovechó esta autonomía para llevar a cabo un violento golpe de estado, seguido por repetidos ataques con cohetes contra civiles israelíes. Existen todas las razones para temer que tal violencia destructiva se repetiría si a los palestinos se les otorgara la condición de estado sin negociar un acuerdo de paz con Israel.
Si la ONU premiara esta pésima historia de violencia y terrorismo, alentaría a otros grupos a seguir el “camino palestino” hacia la condición de estado. El resultado final sería más violencia y terrorismo en el mundo.
Professor Alan Dershowitz of Harvard Law School has been described by Newsweek as "the nation's most peripatetic civil liberties lawyer and one of its most distinguished defenders of individual rights." Time magazine, in addition to including him on the cover story on the "50 Faces for the Future," called him "the top lawyer of last resort in the country -- a sort of judicial St. Jude." Business Week characterized him as "a feisty civil libertarian and one of the nation's most prominent legal educators." He has been profiled by every major magazine ranging from Life ("iconoclast and self-appointed scourge of the criminal justice system"); to Esquire ("the country's most articulate and uncompromising protector of criminal defendants"); to Fortune ("impassioned civil libertarian" who has "put up the best defense for a Dickensian lineup of suspects"); to People ("defense attorney extraordinaire") and to New York Magazine ("One of the country's foremost appellate lawyers"). More than 50 of his articles have appeared in the New York Times Magazine Book Review, and Op- Ed Pages. He has also published more than 100 articles in magazines and journals such as The Washington Post, The New Republic, Saturday Review, The Harvard Law Review, and the Yale Law Journal.
Syndicated, more than 300 of his articles have appeared in 50 United States daily newspapers, including The Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, The Boston Herald, and The Chicago Sun Times. His essay "Shouting Fire" was selected for inclusion in "The Best American Essays of 1990."
Mr. Dershowitz is the author of a dozen fiction and non-fiction works. His writing has been praised by Truman Capote, Saul Bellow, William Styron, David Mamet, Aharon Appelfeld, A.B. Yehoshua and Elie Wiesel. More than a million of his books have been sold worldwide. Professor Dershowitz's latest book is a novel, The Trials of Zion (2010). His book, Preemption: The Knife that Cuts Both Ways, was published by WW Norton in February 2006. Titles among his other books include: The Case For Peace (2005), America On Trial (2004), The Case For Israel (2003), and Why Terrorism Works (2002), Supreme Injustice: How the High Court Hijacked Election 2000, Letters to a Young Lawyer, and Shouting Fire: Civil Liberties in a Turbulent Age. The Advocate's Devil was published by Warner Books in 1994. The New York Times Book Review gave Dershowitz's first novel "A thumbs up verdict...exciting, fast paced, entertaining." The Times hailed this courtroom thriller as "a dazzling, often rather graphic portrayal of that greatest of all oxymorons -- legal ethics." The Advocate's Devil was made into a Tri-Star television movie.
Also in 1994, Little, Brown & Company published The Abuse Excuse, a provocative collection of essays examining the relationship between individual responsibility and the law. His other full-length publications include Contrary to Popular Opinion, Chutzpah, Taking Liberties: A Decade of Hard Cases, Bad Laws, and Bum Raps, Reversal of Fortune: Inside the von Bulow Case, and The Best Defense.
Professor Dershowitz's writings have been translated into French, German, Hebrew, Japanese, Thai, Chinese, Italian, Spanish, Swedish, Danish, Russian, and other languages. His clients have included Anatoly Shcharansky, O.J. Simpson, Claus von Bulow, Michael Milken, Jonathan Pollard, Leona Helmsley, Jim Bakker, Christian Brando, Mike Tyson, Penthouse, Senator Mike Gravel, Senator Alan Cranston, Frank Snepp, John Landis, John DeLorean, David Crosby, Dr. Peter Rosier, Wayne Williams, Fred Wiseman, Patricia Hearst, Harry Reems, Stanley Friedman, the Tyson brothers, various death row inmates, Rabbi Meir Kahane, and numerous lawyers including F. Lee Bailey and William Kunstler. He has been a consultant to several presidential commissions and has testified before congressional committees on numerous occasions.
In 1983, the Anti-Defamation League of the B'nai B'rith presented him with the William O. Douglas First Amendment Award for his "compassionate eloquent leadership and persistent advocacy in the struggle for civil and human rights." In presenting the award, Nobel Laureate Elie Wiesel said: "If there had been a few people like Alan Dershowitz during the 1930s and 1940s, the history of European Jewry might have been different." He has been awarded the honorary doctor of laws degree by Yeshiva University, the Hebrew Union College, Monmouth College, and Haifa University. The New York Criminal Bar Association honored Professor Dershowitz for his "outstanding contribution as a scholar and dedicated defender of human rights."
Alan Dershowitz was born in Brooklyn, graduated from Yeshiva University high school and Brooklyn College. At Yale Law School, he was first in his class and editor-in-chief of the Yale Law Journal. After clerking for Chief Judge David Bazelon and Justice Arthur Goldberg, he was appointed to the Harvard Law faculty at age 25 and became a full professor at age 28, the youngest in the school's history. Since that time, he has taught courses in criminal law, psychiatry and law, constitutional litigation, civil liberties and violence, comparative criminal law, legal ethics and human rights. He has lectured throughout the country and around the world -- from Carnegie Hall to the Kremlin.
Professor Dershowitz continues to play basketball, regularly attends Boston Celtics home games, and occasionally comments on the Boston sports scene.
In his speeches, versatile civil libertarian Alan Dershowitz addresses social, legal and ethical issues:
Legal Issues: 'Why Good Lawyers Defend Bad Clients,' and 'Global Perspectives on Justice and Civil Liberties'
Social Issues: 'Religion Politics and the Constitution,' and 'The Genesis of Justice'
Ethics and Values: 'Does Organized Religion Have an Answer to the Problems of the 21st Century,' and 'Legal and Moral Struggles; Unpopular Cases and Causes'
Professor Dershowitz resides in Boston.
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