¿Tiene Israel el arma nuclear?

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¿Fue o no fue un lapsus? Por primera vez, a fines del 2006, un Primer Ministro israelí da a entender que su país tiene el arma nuclear. Es un secreto a voces que la tiene desde 1967, pero la pequeña frase de Ehud Olmert suscita cierta emoción en su país. Estados Unidos siempre ha exigido del Estado hebreo, no reconocer que era una potencia nuclear. Días después Olmert tiene que rectificar lo dicho, comentando: «Israel no será el primer país en introducir el arma atómica en el Oriente Medio». Pero ya el 6 de diciembre 2006 un alto responsable de Washington, el nuevo Secretario de la Defensa, Robert Gates, había declarado públicamente que «Irán estaba rodeada por países dotados con el arma nuclear, el Pakistán en el Este, Israel al Oeste».

¿Pero como fue Israel capaz de volverse una potencia nuclear? Desde la creación del Estado de Israel Ben Gurión vive en la angustia, ya que en Egipto Nasser llega al poder en 1953 y se muestra determinado a combatir al nuevo Estado israelí. Toma muy en serio la amenaza árabe de arrojar los judíos al mar y fomentar un segundo holocausto. Dice que una guerra contra los árabes no sería el final. Habría otras guerras, pero si pierde Israel esto sí sería el fin del país. Se pregunta como defenderse de las amenazas contra su pueblo, y ve únicamente dos soluciones: la primera es firmar un tratado de defensa mutua con los USA, igual que esta nación tiene con Japón y Alemania, con tal de que no desarrollen el arma nuclear. Trata, varias veces de firmar un pacto de seguridad regional con Washington para beneficiar el «paraguas» nuclear americano, pero sin éxito.

La otra opción (Ein Breira) es adquirir el arma nuclear y, en 1954 decide que Israel debe tener la bomba atómica. Pero, en esta época el país está sin dinero y tiene que recibir miles de refugiados sin recursos. Se necesitan materiales especiales, técnicas muy desarrolladas, mano de obra calificada y medios financieros enormes. Para sus ministros parece una locura y la mayor parte de los políticos del Mapai se oponen a esta idea. No hay nada de todos los elementos necesarios, pero Ben Gurión es pragmático. Contrata al científico más connotado del país, Ernst David Bergman, un químico nacido en Karlsruhe, Alemania, cuyo padre, un rabino, huyó de Alemania y se refugió en la Gran Bretaña y después en los Estados Unidos.


Ben Gurión le obliga a renunciar a su puesto de Director del Departamento de Química del Instituto Weizman, y lo coloca a la cabeza de la Comisión israelí de la Energía Atómica. A la vez nombra a Simón Perez, el niño prodigio de los Servicios de Seguridad, como Director General del Ministerio de la Defensa, a los 30 años, con todos los poderes.

El Director técnico del proyecto Manhattan Roberto Oppenheimer, viene a Israel para inaugurar el Instituto de Investigaciones Atómicas, y Eduardo Teller, el padre de la bomba de hidrógeno dice a Perez que hay que buscar en el extranjero el uranio, el agua pesada y una fábrica de separación de plutonio. De las cuatro potencias nucleares, USA, URSS, Gran Bretaña y Francia, sólo ve una posibilidad: Francia, así que Israel se voltea hacía este país.

Las ambiciones israelís para conseguir la bomba nuclear al principio de los años 50, un periodo marcado por la guerra fría, no están percibidas por los Estados Unidos. Durante este periodo Washington está preocupado, no solamente por la guerra de Corea, sino también por las condiciones sociales y económicas en Europa, sobre todo por la implantación del partido comunista en Francia y en Italia. Sin embargo, en el contexto del proyecto estadounidense de «Atoms for Peace», Israel expresa el deseo de conseguir un reactor de 10 megawatts, y el 12 de julio de 1955 firma con Estados Unidos un acuerdo según el cual se regalará este reactor, funcionando con uranio normal y agua pesada. La idea es mejorar este reactor para producir un poco de plutonio, 8 gramos al mes, para fines experimentales. Sin embargo, se dilatan las pláticas y será, gracias a un acuerdo con París, que se desarrollará el programa atómico de Israel.

En 1954 Francia estaba luchando en Argelia contra el Movimiento de Liberación Nacional, FLN, sostenido y financiado por Nasser. Para oponerse a este último se tenía que encontrar un enemigo común: Israel. Simón Perez piensa que es una ocasión única y Ben Gurión le manda a Francia, para solicitar aviones y tanques. Este va sin conocer el país ni hablar el idioma, pero poco tiempo después logró que todo el país estuviera del lado de Israel. Pide una cita con el Consejero Económico del Ministerio de la Defensa, un judío argelino Elgosy, rico, soltero y gran coleccionista de obras de arte. Elgosy le invita a su casa y le dice «antes de tomar una decisión tengo que consultarlo con mi madre». Perez se acerca a la señora que estaba sentada en un especie de trono en la sala y le dice «enséñeme sus manos. Las examina y dice a su hijo» ça va” (está bien).

El día siguiente Elgosy y Perez visitan al Primer Ministro galo, y a pesar del embargo que existe sobre la venta de armas, recibe de su parte el visto bueno para las compras, ya que Elgosy le dice «yo me encargo de todo». Perez parece vivir un cuento de hadas. De repente se le abren las puertas de todos los fabricantes de armas. Más adelante, en los años 56-57, Perez ya tenía su propia oficina en el Ministerio del Ejército en París, y los técnicos militares israelís de alto rango, tenían la puerta abierta en cualquier momento para entrevistarse con el Ministro y sus subordinados.

Su principal contacto en el gabinete del Ministro es Abel Thomas, cuyo hermano, fue deportado a Auschwitz y exterminado. También es muy amigo del socialista Guy Mollet, jefe del Frente Republicano, quien en 1956 se vuelve Primer Ministro y le asegura que cumpliría con todas las promesas de su predecesor, ya que comparten la misma ideología socialista.

En septiembre de 1955, Nasser firma un pacto con Checoslovaquia y por medio de este país, que está en la órbita comunista, recibe las armas soviéticas más sofisticadas. El equilibro armamentista se rompe. Israel se asusta.

A mediados de 1956, nacionaliza el Canal de Suez y cierra el estrecho de Tirán, lo que se considera como un casus belli. Por otra parte la crisis argelina se agrava. Para combatir a los fedayines; Francia necesita informes del mundo árabe e Israel necesita armas. Ben Gurión da ordenes para reforzar los contactos de sus Servicios Secretos con Francia.

Bourget Mounaury, el Ministro de la Defensa de Francia, convoca a Perez con su Estado Mayor y le pregunta: «¿cuántos días necesitarían las fuerzas israelís para conquistar el Canal ?». Perez contesta «15 días», con las sonrisas de duda de los militares franceses.

Se organiza una alianza entre Francia, Inglaterra e Israel. Este último país atacará a Egipto, y los otros intervendrán como mediadores y recuperarán el Canal. Pero Perez explica que su país corre un grave riesgo al embarcarse en esta aventura y aprovecha esta situación para presentar el problema nuclear a Guy Mollet y a Francois Pinault, el Ministro de los Asuntos Exteriores, insistiendo que es un asunto vital para Israel. Se acepta la proposición de una cooperación y Perez habla con Ben Gurión y le dice: «Ya esta todo resuelto».

A finales de octubre 1956, 400 paracaidistas israelís saltan sobre el Sinaí occidental detrás de las líneas enemigas. Los blindados y la infantería avanzan y en una semana las fuerzas de Mosche Dayan desayunan en la ribera del Canal.

Conforme al plan tripartita, París y Londres exigen la retirada de las fuerzas israelís y egipcias a 16 kilómetros, a uno y otro lado del Canal de Suez. En caso contrario intervendrían. Egipto lo rechaza. Ben Gurión, inquieto espera que los franceses e ingleses ataquen las fuerzas aéreas egipcias. Tras días de indecisión éstos ocupan Port Saíd y Port Fuad. El 6 de noviembre la URSS lanza un ultimátum por intermedio de Bulganin, considerando posible una intervención atómica, y pocos días después Eisenhower, enojado por no haber sido informado, exige la retirada de las tropas aliadas y la presencia de tropas de las Naciones Unidas.

Continuará…

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