Todos decían que no, pero Bolivia dijo sí

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El cantautor uruguayo Jorge Drexler canta, en una parte del tema Bolivia de 2014:

Europa, 1939

Todos decían que no en las cancillerías


Todos decían que no

Cuando dijo que sí Bolivia

Así, el artista se refiere a su pasado judío y reconoce la importancia de nuestro país para la sobrevivencia de su familia.

Muchas veces, cuando se piensa en la conformación sociocultural boliviana, se la reduce a reconocer únicamente el encuentro colonial. Es decir, se piensa en el colonizador español y en la resistencia de los pueblos indígenas, estos últimos imaginados de manera homogenizada, anclados en el pasado y particularmente andinos. La realidad es, sin embargo, mucho más rica, compleja y diversa, algo que devela Sergio Bretel, fotógrafo peruano/boliviano responsable de la muestra Memoria resiliente que recoge imágenes -retratos, objetos, videos- de la comunidad judía en La Paz y que invita a reflexionar sobre los distintos orígenes de quienes habitan el país.

En los videos se escuchan testimonios como el de Moisés Jarmusz Levy, quien afirma que “gracias a Dios, Bolivia abrió las puertas a los migrantes judíos; nunca nos vamos a cansar de agradecer a este país por lo que ha hecho”.

Cada quien se acercará a esos pedazos de memoria oral según su propia experiencia. En lo particular, he recordado mi encuentro con Mauricio Wainrot, destacado coreógrafo y bailarín argentino a quien conocí entre los pabellones de la Bienal de Venecia en Italia. Cuando le dije que venía de Bolivia, Mauricio me brindó de inmediato un abrazo fuerte, un abrazo de oso. Me quedé muy sorprendido porque no nos conocíamos de antes. Él me dijo que estaba vivo porque Bolivia había recibido a sus padres judíos y que después su familia migró a la Argentina.

Bolivia, que en 2009 dejó de ser República para asumirse como Estado Plurinacional tras un proceso constituyente, reconoció ser un país conformado por 36 nacionalidades indígenas originarias campesinas, y por comunidades afrobolivianas e interculturales. Pero los bolivianos tenemos, además, otros abuelos y abuelas, incluso bisabuelos y bisabuelas que llegaron de distintos lugares del mundo y que trajeron sus culturas para tejerlas con las locales. En esto también se piensa frente a la muestra de Bretel: en la diversidad, en la complejidad de la conformación social y cultural y en los distintos orígenes de toda sociedad humana, incluida la boliviana, pese a que el aporte de esas migraciones sea poco reconocido y valorado localmente, y esté invisibilizado por los relatos oficiales.

Los retratos de Bretel ponen de relieve rostros que pasan invisibilizados en el cotidiano en La Paz y que nos ayudan a pensar un país, una ciudad, que fueron capaces de acoger a quienes siendo diferentes necesitaban ayuda porque sufrían persecución. Hoy son otros los migrantes. Por ejemplo, Chile acaba de anunciar el refuerzo de la vigilancia de su frontera con Bolivia por la cantidad de migrantes, principalmente venezolanos, que cruzan ilegalmente por el desierto de Atacama. Son tiempos en los que vuelve a alimentarse la idea del Otro como peligroso. El arte abre entonces las posibilidades de reflexionar: Ojalá Bolivia mantenga la misma actitud que tuvo con los migrantes judíos en el siglo XX, con las comunidades afganas o venezolanas que se encuentran tocando las puertas de las cancillerías.

La exposición de Bretel propiciada por la Embajada de la República Federal de Alemania se ha efectuado en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba gracias a la Fundación Simón I. Patiño. Cabe señalar que este 2021 Alemania conmemora los 1.700 años de presencia judía en su territorio.

Sobre el peligro de odiar al distinto, de negarle derechos, se advierte en la muestra que “es un momento de tomar conciencia de la profundidad de las raíces judías y de cómo éstas han moldeado la sociedad hasta hoy en día”, particularmente “en un contexto en que en el mundo se alzan discursos antisemitas basados en peligrosas mentiras y distorsiones de los hechos, al igual que una banalización y distorsión del Holocausto”.

Juan Fabbri. Antropólogo, curador y artista, trabaja en el Instituto de Investigaciones de Antropología y Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés.

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