Tramafato estadista

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En la terraza de la pensión de Doña Greta Granaya conocí al doctor Nicodemus De Plá -me escribe Barbalila y añade:

Este personaje, amigo de la infancia de Graco, es sobrino de Amorita y visita a los hermanos Granaya con frecuencia, y doña Greta, se desvive por atenderlo y le prepara sus platillos favoritos: el guisado de iguana en salsa de cucufitos y las arepas en leche quemada con gurundos, entre otros.

El doctor Nicodemus De Plá (Nico sólo para ellos) de sesenta y tantos años, es uno menor que Graco y vivió en el palacio La Aurora, muy frecuentado por los Granaya, compartió juegos, estudios y pasatiempos con Graco, hasta que éste entró al ejército a los dieciocho años y luego fue a estudiar técnicas policíacas; pero los lazos afectuosos no se rompieron, a pesar de que la vida los llevó por rumbos diferentes. Nicodemus estudió ciencias políticas en Estados Unidos, Inglaterra y Francia donde se doctoró, y retornó como secretario particular de Tramafato, y a pesar de que no nos tragamos mutuamente, he recibido de él información de primera mano sobre el tirano.


Este doctor Nico, tan sencillo y amable con los Granaya, es duro y arrogante con cualquiera que se le atraviese. Llega en un Mercedes Benz reluciente, con un chofer y un guardaespaldas. Viste impecable traje de lino blanco y sombrero Panamá. Mirando de frente, escoltado por sus dos servidores, no se digna dirigir la mirada a quienes se cruzan en su camino, cuyos saludos ignora y desdeña desde las alturas. Despectivo, seguro de ser un chozno de ilustre linaje sólo habla, bromea o ríe con los dueños de la casa y es adusto con los demás, pero su presencia es delatada por la mezcla de olores del habano que fuma, apaga y abandona, apenas es llamado al comedor privado a comer y el fuerte olor a lavanda añeja.

Apenas fuimos presentados chocamos, conteniéndonos por respeto a Doña Greta, y nuestras discrepancias no tardaron en salir a flote. Una tarde al añorar mi patrona su estancia en La Aurora y a su ídolo Amorita, evité todo comentario sobre la viuda de Tramafato y la gestión del tirano, pero algún gesto debí haber hecho que el doctor Nico, con su olfato de viejo político, lo captó y le hizo reaccionar y pontificar en una apología del gobierno de la pareja presidencial, que empezó usando esa retórica tan querida por la clase política: “El finado presidente general Tramafato Picapuertas, tuvo sensibilidad para percibir lo que el pueblo quiere o teme, afrontándolo y obrando. Comprendió que ese pueblo está formado por grupos que quieren o temen algo diferente. No quieren lo mismo los industriales que los labriegos y éstos lo mismo que los miembros del ejército o los obreros. ¿Cómo darle a cada grupo lo que desea, sin llegar al punto en que lo dado a un grupo sea lo que más teme otro? y mantener la armonía en la Isla. Porque el grupo que no recibe lo que desea, va acumulando rencor contra aquellos que bloquean la satisfacción de lo deseado y que temen que cediendo ante los otros, ponen en peligro su propio bienestar y su existencia. ¿Alguien ha calculado la cantidad de furia acumulada por el resentimiento y su potencial explosivo? y eso es válido para cada grupo. Corresponde al gobernante convocar a sus representantes más preclaros y escucharlos atentamente, ponderar sus límites y su capacidad, con la concentración con que un médico ausculta a un paciente, sin denotar preocupación o sorpresa y, en la quietud de su pensamiento, decidir lo conveniente después de estudiar las aspiraciones, las potencialidades y capacidades de cada grupo y cuanto y cuando ha de dar lo suyo a cada grupo, como un padre amoroso y justiciero, por el bien de todos, de modo que Jodonia viva en paz y armonía”. (Yo no daba crédito a lo que oía y estaba a punto de estallar, mientras el doctor proseguía).

– El genio del presidente vitalicio, lo llevó a identificar a muchos grupos ignorados desde siempre, e introducir a sus más preclaros representantes en la vida política nacional, dándole un sitial en el Partido Corporativo Popular y, por lo tanto, en la dirigencia del país, bajo su siempre justa, serena y paternal rectoría. ¿Cuándo antes había sido tomado en cuenta el sentir de los pequeños propietarios, los artesanos, los obreros, los campesinos, los burócratas que son el pueblo de Jodonia? El presidente Tramafato los reunió en gremios y corporaciones, y él mismo apoyó a sus jefes indicándoles los rumbos y los condujo con mano suave y firme, como un buen padre, sin permitirles desvíos que los sacaran del virtuoso camino, auxiliados en la conducción del rebaño por los fieles guardianes de las fuerzas armadas (dicho esto con respeto, en el más elevado y patriótico sentido)”.

En este punto los Granaya aplaudieron. Temiendo una reacción incómoda también aplaudí, lo cual agradó al doctor Nicodemus que prosiguió con su lección de gobierno jodonio:

“- El pueblo llano no comprendió el alcance de sus actos -dijo dirigiéndose a mi- haber construido el “Estadio Tramafato” y haber organizado las ligas de fútbol, parece algo frívolo, pero el fútbol une e iguala a los diversos estratos sociales; por ejemplo, un banquero y un labriego le van a “Los Corsarios”, de inmediato se identifican y se emparejan, se establecen lazos de simpatía, se hermanan sin importar las diferencias económicas, ambos son jodonios. Ambos enarbolan el mismo gallardete y aman los mismos colores, ambos gritan emocionados al unísono”.

Yo permanecía perplejo por las conclusiones pero él siguió pontificando y dándonos lecciones de política tramafática:

“Otro rasgo genial del presidente Picapuertas fue evitar los roces y choques entre grupos insatisfechos. Él unió a dos de los grupos más poderosos, con mayor posibilidad de confrontación, distanciados hace mucho y cuyo encono seguía creciendo, con riesgo de provocar una lucha de trágicas consecuencias. Él entendió que había que unir a los Subuteo con los Paseo y en eso lo apoyé, aún contra mi tía Amorita, cuyo odio a los Paseo crecía. La solución genial del presidente vitalicio fue la creación de los “Jardines Festivo Populares Paseo-Subuteo”, con juegos mecánicos, plaza para baile, paseo en carretas, trenecito, lagos, etcétera y lo principal, los kioskos para venta de productos alimenticios y bebidas de estos grupos antagónicos y de otros que se unieron a la iniciativa. Aliados en una gran aventura de convivencia y paz, promoviendo espacios sociales para solaz y esparcimiento del pueblo jodonio, que tanto ha crecido y se ha diversificado con la inmigración extranjera. En los Jardines Festivo Populares, seguimos introduciendo novedades como zoológico, pistas de hielo para patinaje y anfiteatros para presentación de conjuntos musicales nacionales y extranjeros, que estamos ahora promoviendo” -dijo para terminar. (Promoviendo para embrutecerlos y aplacar el rencor de los humildes -pensé para mis adentros).

Así, terminó la lección de tramafatismo y, sabiendo que los políticos mienten por sistema, éste siendo doctor en la materia, ha de mentir por partida triple -concluye.

Acerca de Jacobo Königsberg

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