¡Un cristiano no puede ser antisemita!

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El pasado 24 de junio el Papa Francisco recibió a los líderes del International Jewish Committee on Interreligious Consultations, el cual es el organismo correspondiente a la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo (cfr. http://ijcic.org). Esta última se encuentra en estrecha relación con al Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos de la Santa Sede, aunque es un organismo diverso.

La Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo nace en el año de 1974 por voluntad del Papa Pablo VI, el cual deseaba un organismo que mantuviera una estrecha relación de diálogo y colaboración con el pueblo judío (cfr. http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/documents/rc_pc_chrstuni_pro_20051996_chrstuni_pro_en.html). En otros artículos hablaremos de algunos documentos publicados por esta Comisión. Por el momento, destacamos que el  Papa Francisco recibió a los representantes del International Jewish Committee on Interreligious Consultations en el marco de una nueva actividad conjunta que se está preparando. Como es costumbre en este tipo de eventos, el Papa dirigió unas palabras a los asistentes y, fiel a su estilo, Francisco fue claro y contundente en breves líneas.

Inició con un cálido “¡Shalom!” y señaló que “con este saludo, también muy querido en la tradición cristiana, me complace dar la bienvenida a la delegación del International Jewish Committee on Interreligious Consultations”. Recordó los más de cuarenta años de diálogo judeocristiano que se ha dado regularmente gracias a la conformación de la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo.


“Las veintiún reuniones celebradas hasta la fecha, sin duda han contribuido a mejorar la comprensión mutua y los lazos de amistad entre los judíos y católicos. Sé que se está preparando la próxima reunión, que tendrá lugar en Madrid con el tema: “Los desafíos a la fe en la sociedad contemporánea”. ¡Gracias por su compromiso!” –señaló.

Veintiún reuniones, habrá que decir que poco conocidas. Y también habrá que señalar que para judíos y cristianos estas veintiún reuniones y estos más de cuarenta años de diálogo es aún un reto por asimilar; una tarea a realizar; un don a hacer fructificar.

El Papa posteriormente hace una referencia, obligada después de todo, al número 4 de la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, la cual versa sobre la relación de la Iglesia Católica con los judíos y el judaísmo. Señala el Papa Francisco: “A través de las palabras del texto conciliar, la Iglesia reconoce que “los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya, según el misterio divino de la salvación, en los patriarcas, en Moisés y en los profetas”. Y en cuanto al pueblo judío, el Concilio recuerda la enseñanza de san Pablo, según el cual “los dones y la llamada de Dios son irrevocables”, y condena enérgicamente el odio, las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo. Por nuestras raíces comunes, ¡un cristiano no puede ser antisemita!”.

El cristianismo reconoce, debe reconocer, su raíz judía. El cristianismo recibe, como palabra sagrada, todos los libros del Tanaj. Para un cristiano, las promesas hechas a Abraham, la epopeya del pueblo elegido, la esperanza mesiánica es tan suya como del pueblo judío. Aún más, Jesús es judío y, como lo recuerda un documento de la Iglesia, lo es para siempre. Ser antisemita es renegar de lo más sagrado para un cristiano, aunque algunos aún no se dan cuenta.

Para judíos y cristianos la purificación del corazón y de la memoria en las relaciones mutuas es una tarea pendiente. No sólo es una tarea, sino que es parte de nuestra vocación. No podemos renunciar a dar un testimonio necesario para el mundo de hoy: el testimonio del diálogo, de la comprensión, de la fraternidad, de la unidad, en la medida de lo humanamente posible y de lo que nos sea concedido.

Por ello, el Papa continúa en su mensaje: “Los principios fundamentales expresados en la Declaración mencionada han marcado el camino para un mayor conocimiento y comprensión recíprocos, recorrido en las últimas décadas entre judíos y católicos, camino al que mis predecesores han dado un gran impulso a través de gestos particularmente significativos, o a través del desarrollo de una serie de documentos que tienen una profunda reflexión sobre los fundamentos teológicos de las relaciones entre judíos y cristianos. Es un camino por el que debemos dar gracias sinceramente al Señor”.

De este modo, el Papa anima a que estas comisiones, y todos nosotros, sigamos en el camino del diálogo y el encuentro fraterno: “No puedo, por lo tanto, hacer otra cosa que animarlos a continuar su camino, buscando, como lo están haciendo, la participación en esto de las nuevas generaciones. La humanidad necesita el testimonio común en favor del respeto a la dignidad del hombre y de la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, y en favor de la paz, sobre que es un don suyo. Me gusta recordar aquí las palabras del profeta Jeremías: “Porque conozco los designios que abrigo sobre ustedes –oráculo del Señor. Son designios de paz, no de desgracia; de darles un porvenir cuajado de esperanza” (Jr.29,11)”.

Ciertamente, depende de nosotros que este designio, que las vías de diálogo que están abiertas, den el fruto que de ellas se espera. Del mismo modo, de nosotros depende el crear nuevos espacios de encuentro y colaboración que hagan realidad, en nuestro encuentro intercomunitario, las intenciones que conocen al menos cuatro décadas de esfuerzo conjunto.

Elaborado especialmente con información de www.zenit.org

Acerca de Mtro. Carlos Lepe Pineda

El Mtro. Carlos Lepe Pineda es licenciado en filosofía por la UNAM, graduado con mención honorífica. Fue becario en dos proyectos de investigación acerca de la filosofía mexicana de los siglos XVIII al XX. Publicó diversas obras bibliográficas y estudios especializados sobre el tema, en calidad de coautor, con el apoyo de la UNAM. Participó en reuniones nacionales e internacionales, como ponente, sobre filosofía novohispana, mexicana e iberoamericana. Es maestro en humanidades por la Universidad Anáhuac. Desde 1997 hasta 2012 colaboró con esta universidad como coordinador de área académica, director de humanidades y desde 2009 hasta 2012, como vicerrector académico. En este periodo centró sus estudios en la filosofía de la religión y las ciencias religiosas. Es uno de los compiladores de la obra “Textos para el diálogo judeocristiano” publicada por la Universidad Anáhuac y Tribuna Israelita, órgano de comunicación del Comité Central de la comunidad judía de México. Tiene un Diplomado en Teología por la Universidad de Salamanca, España y el Diplomado en Docencia Universitaria por la Universidad Anáhuac. Ha impartido cursos de Sagrada Escritura y Cristología; antropología filosófica, valores y ética, así como de Holocausto, entre otros. Actualmente es Director Académico y de Formación Integral de la Red de Universidades Anáhuac.

4 comentarios en «¡Un cristiano no puede ser antisemita!»
  1. Por fin, alguien que habla claramente, sin tapujos!,
    hoy mas que nunca debemos “coincidir” en que las raices parten de
    una comprension entre humanos adoradores de LA ViDA como 
    algo Dado por ese misterio llamado Di-s, 
    el respeto AL OTRO…a sus creencias, y sobretodo a la vida!,
    el aqui y el ahora!, como medio de dar gracias a ese milagro!,
    el milagro de esta UNICA posibilidad de aplaudirlo!,
    Si no ahora, ¿cuando?
     
     
     
     

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  2. Después de casi dos mil años de diferencias, discrepancias, persecuciones y acusaciones aberrantes, lo dicho por el líder de la iglesia paulina no es suficiente para que muchos de los formamos parte del pueblo en el exilio tengamos confianza en nuestros verdugos.
    Todavía hace unos dos o tres años años en el domingo de pascua de los católicos se escuchó la petición de los fieles la plegaria que desde Vaticano se les indicó a los celebrantes “pedimos por la conversión de los judíos” y la iluminación del E. S. para que reconozcan en Jesús al mesías salvador…
    ¿Ese es el acercamiento que desean? ¿Esa es la comprensión o el intercambio que esperan?
    Reconozco en Francisco I a una persona de pensamiento diferente al que ha caracterizado a los sectores más conservadores de la iglesia. Quizá logre algunos cambios importantes, en la medida de que lo dejen y no afecte sensiblemente los intereses de los grupos de poder dentro de la curia. Pero ojalá y que llegué más allá de donde pudieron llegar Juan Pablo I y Juan Pablo II.
    El 24 de junio se me hace una fecha ya muy lejana (4 días) para que estas consideraciones del Papa no hayan sido mencionadas en las diferentes parroquias. Quizá haya que esperar un poco más. Mientras tanto, antes de echar dianas debemos mostrarnos con prudencia ya que en nuestra memoria aún perduran personajes como Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, notables católicos que estuvieron a un tris de beatificarlos, San Vicente de Ferrer, don Tomás de Torquemada. Y qué me dice de Adolfo Hitler y Benito Mussolini quienes tuvieron una estrecha relación con la iglesia.
    Quizá haya quienes de inmediato piensen en que esta disposición es sincera y digna de aplaudir, de aceptar y hasta justificar. Pero es necesario que después de ella se hagan profundas reflexiones y más atentas observaciones. Somos muchos los que aún estamos en el exilio, unos representando una minorías casi imperceptibles entre cientos de miles de católicos. Y por siglos hemos estado en la discrecionalidad, casi en el anonimato a causa de la estigmatización de que somos objeto.
    ¿Cual es el mensaje que en lo general podría dar la iglesia con respecto a estas consideraciones del Papa Francisco?
    Debemos de esperar.
     

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