Un joven judío llama por teléfono:
– ¡Hola mamá! ¿cómo te estás?
– Estoy muy bien.
– Weiss mir, ( pobre de mi ) ¡me equivoqué de número!
– Rujele, ¿de dónde vienes?
– Del salón de belleza.
– ¿Y qué pasó? ¿Estaba cerrado?
El patrullero
Avreime va por la carretera hacia Eilat a 200 km/h. Una patrulla de policía lo detiene y le pide los documentos:
– No le puedo dar mis documentos porque son falsos.
El policía le pide que abra la guantera.
– No puedo abrirle la guantera porque llevo dentro bombas que explotarían.
– Ábrame la cajuela..
– No le puedo abrir la cajuela porque llevo como rehén a un terrorista suicida cargado de dinamita.
El patrullero llama a Mishmar Hagvul, al shavak, y a todas las unidades de la región que llegan acompañados de todos los oficiales y armados hasta los dientes.
Los oficiales miran los documentos: son verdaderos. Abren la guantera: esta vacía. Abren la cajuela: no hay nadie.
El oficial se pone a gritar como un desaforado.
– ¡Pero que es toda esta idiotez y esta manga de mentiras por la que nos han hecho venir hasta aqui!
Avreime le responde muy tranquilo:
– ¿Ya vio que mentirosos son? ¡Solo faltaría que le dijeran que yo iba por la carretera a 200km/h!
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