Un risueño tesoro

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Los pigmeos, pueblo de seres tan pequeños como delicados, creen que cuando los dioses crearon el mundo le reservaron la risa al hombre con la esperanza de que cada vez que éste quisiera comunicarse con ellos riese. Más aún que el llanto, el dolor o la música los dioses se dedican a reír, quizás porque todo les parece tan inconsistente como las nubes y tan divertido como una semilla que cae y danza mientras corta el aire.

Pusieron el bostezo en la boca, los mocos en la nariz y la cera en los oídos. El bostezo, para limpiar los dientes y las encías de los excesos de la vigilia. Los mocos, para que el olfato supiera que no todos son etéreos perfumes y que un buen estornudo deja la mente picante y temblorosa, y la cera para que las orejas cedieran a las manos la sutil materia que impermeabiliza las redes de caza. Cuando iban a depositar la risa del hombre en un lugar seguro de su cuerpo para que no se les extraviara un bien tan precioso, los dioses discutieron entre sí acerca de cual era el mejor sitio para hacerlo: que si detrás de los ojos, entre los omóplatos, en el interior del ombligo; en la nuez de Adán del hombre o los labios de las vaginas de las mujeres. La discusión fue acalorada, hasta que a un dios viejo de buen corazón que quería zanjar el contensioso se le ocurrió que las axilas eran un lugar espléndido: equivalían a la intersección de las alas en el cuerpo de los pájaros, y la buena risa pone a volar las tres almas, la del niño, el adulto y el viejo que todos llevamos dentro. Por eso arrugamos la cara juntando esas tres edades en una cuando nos partimos a carcajadas. Una diosa agregó que ya que estaban, y para que nadie pudiera robarle al hombre su risueño tesoro de las axilas, había que poner a buen recaudo un poco en la planta de los pies y otro poco alrededor de la cintura, algunas partículas en el cuello y otras detrás de las rodillas, en los pliegues de las articulaciones.


Tomaron entonces a los primeros seres humanos, les enseñaron a encenderse mutuamente los enlaces y a entrar en el sueño reparador con la cabeza llena de estrellas que suspiran, y cuando estaban bien dormidos, con un suave cuchillo hecho de la llamada piedra del rayo y el filoso sílice del relámpago, dividieron a la risa en cuatro o cinco partes de distinto tamaño, poniendo la principal de ellas bajo las axilas. Al despertar, ponerse en pie y salir a la luz del día, la primera mujer y el primer hombre distinguieron por entre la bruma húmeda que velaba los contornos del bosque los rayos del sol. Eran los dioses, se dijeron, que se reían cada mañana para que la noche oscura y peligrosa no sumiera en la oscuridad definitiva a las variadas y curiosas bellezas del mundo. Si los seres superiores empleaban luz para reír, ellos, los humanos, debían emplear la risa para iluminar su entorno. Y así fue, así es y así será.

Acerca de Mario Satz

Poeta, narrador, ensayista y traductor, nació en Coronel Pringles, Buenos Aires, en el seno de una familia de origen hebreo. En 1970 se trasladó a Jerusalén para estudiar Cábala y en 1978 se estableció en Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica. Hoy combina la realización de seminarios sobre Cábala con su profesión de escritor.Incansable viajero, ha recorrido Estados Unidos, buena parte de Sudamérica, Europa e Israel.Publicó su primer libro de poemas, Los cuatro elementos, en la década de los sesenta, obra a la que siguieron Las frutas (1970), Los peces, los pájaros, las flores (1975), Canon de polen (1976) y Sámaras (1981).En 1976 inició la publicación de Planetarium, serie de novelas que por el momento consta de cinco volúmenes: Sol, Luna, Tierra, Marte y Mercurio, intento de obra cosmológica que, a la manera de La divina comedia, capture el espíritu de nuestra época en un vasto friso poético.Sus ensayos más conocidos son El arte de la naturaleza, Umbría lumbre y El ábaco de las especies. Su último libro, Azahar, es una novela-ensayo acerca de la Granada del siglo XIV.Escritor especializado en temas de medio ambiente, ecología y antropología cultural, ofrece artículos en español para revistas y periódicos en España, Sudamérica y América del Norte.Colaborador de DiarioJudio, Integral, Cuerpomente, Más allá y El faro de Vigo, busca ampliar su red de trabajos profesionales. Autor de una veintena de libros e interesado en kábala y religiones comparadas.