En mis tiempos mozos frecuentaba yo una peña de muchachos y muchachas.
Nos reuníamos para departir, a veces se contrataba a algún conferencista que hablara de temas amenos de interés general.
Llegó un día que a alguien se le ocurrió que montáramos una obra de teatro.
Así se hizo, primero se trajo a un director de teatro; el nos sugirió que tipo de obra desarrollar, en este caso se escogió una comedia ligera.
¿Quienes serían los actores? Se escogieron a los papeles estelares y los no estelares.
– Primero yo no me da pena.
– Después bueno si.
Finalmente el reparto ya estaba completo.
Yo entre ellos.
Se nos repartieron los libretos: unos fólderes gruesos, muchas hojas engrapados, donde se leían los parlamentos de toda la obra.
Me lleve mi fólder a mi casa lo hojee y me propuse aprenderme mi papel rápido y de memoria. Pensé tratare de sobresalir de los demás.
Después de algunos días y delante del director empezamos a ensayar:
– A ver Nissim di tus parlamentos
Pase al foro los dije rápido y bien, de memoria.
– No, así no, no tiene sentido no estas diciendo nada, eso no es actuar.
– No le estás dando vida al personaje.
Me sentí muy mal, frustrado.
Poco a poco conforme pasaron los días todos fuimos adaptándonos a nuestros personajes.
Se nos explico (cosa que yo ignoraba) las profundas características de los personajes, su forma de ser, su forma de reaccionar su forma de vivir.
Se no explico que mientras mas nos adaptáramos al personaje y sus características mejor representado estaría nuestro papel.
– Se trata de que se olviden de ustedes y se metan al personaje.
Nos decía el director.
Después de unas semanas de ensayos se contrato una maquinista para todos; el actor sea hombre o mujer siempre actúa maquillado.
Finalmente se contrato el Teatro de Los Insurgentes y se contrató a un buen escenográfo.
Se invitaron a familiares, amigos, gente relacionada con el teatro uno que otro brillante actor o director.
Era la noche de gala, por todos esperada.
Finalizada la obra nos fuimos todos a celebrar nuestro “éxito”.
El porque de esta anécdota.
El ser humano es un actor, le guste o no le ha tocado representar un papel.
Los resultados experiencias vivencias no son controlados por el.
O sea, la estenografía no la escoge el actor, el actor actúa dentro de una estenografía ya hecha.
Sus características personales (actitud) será determinante en el resultado de su acción.
Sus características personales algunas nace con ellas otras la adquiere por el camino de la experiencia y otras son fruto de su voluntad.
El papel a representar es intransferible y hay que representarlo no hay alternativa.
Y lo mas importante no hay mas responsable que uno mismo.
Inútil es buscar responsables del papel que ha uno le ha tocado actuar.
Mientras mas rápido de entienda esto, mejor.
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