La muerte de un ser humano siempre entristece, pero la de un tirano ¡qué alivio resulta ser para el mundo! Con el cuento del socialismo del siglo XXI- como si el del siglo XX hubiese sido un éxito-, los seguidores del difunto Chávez intentarán prolongar su influencia, pero me temo que ésta se irá diluyendo a medida que se sepa en qué estado dejó Venezuela, su economía, su educación, sus leyes, su sanidad. La pereza de sus beneficiados y la estupidez de sus fieles. No deberíamos asombrarnos de que un energúmeno de esa naturaleza, que siempre vivió del estado, hiciera del estado autoritario su modelo ideal de poder. Chávez et alia, Chávez y sus Cristinas y Evos pasarán a la historia como unos ineptos y mediocres que lo único que han hecho es hacerle perder el tiempo a sus pueblos. Si el mejor de los gobiernos es el que me menos interviene, el más silencioso, en el caso del chavismo se cumple la máxima catalana que dice: ´´El ruido no hace bien, el bien no hace ruido.´´ De un líder vociferante no se pueden esperar más que pasiones negativas.
Una cosa es el pueblo y otra muy distinta el populismo; algo admirable es la preocupación por los pobres y los que sufren, pero convertir a esos mismos seres sufrientes y pobres en asalariados del gobierno, untarlos una y otra vez, comprarles el voto y el alma dejándoles a cambio el cerebro rojo y vacío, es abominable. Y eso es lo que ha hecho el señor Chávez en los años que estuvo en el poder, repartir a manos llenas humo, enseñar a mentir, a odiar, a culpar a otros de la propia ineficacia. La última infamia del gobierno bolivariano ha sido la de insinuar que el cáncer de su líder fue inoculado por los servicios secretos de los Estados Unidos. Sería un mal chiste si no nos produjera una profunda, tremenda decepción. El infantilismo de sus secuaces no podía ser más torpe. Como si el cáncer no escogiera sus víctimas aquí y allá sin necesidad de ayuda humana. Tampoco creo en la maldición que la exhumación de los restos de Bolívar echó sobre sus hombros. Ni apruebo el criterio de tantos cristianos fundamentalistas que piensan que su odio a Israel le acarreó un doloroso fin, pues en todo caso no es lo único que el señor comandante odiaba, de manera que el mal podía haberle llegado de otros lugares.
Dime con quién te juntas y te diré cómo piensas. Allí estarán, en el homenaje postrero al señor Chávez, el oscuro enano iraní, algún delegado del asesino sirio, mediocres de medio pelo de aquí y allá con sus bocas llenas de palabras altisonantes. Patéticos representantes del socialismo del siglo XXI. Un fiasco, una estafa tal vez más grande de lo que fue el del siglo pasado.