Una comisión para Beatriz Paredes

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Siempre he creído que una dosis moderada de cinismo puede ser una gran herramienta de análisis político, toda vez que ayuda a definir las cosas en su justa dimensión y sin apasionamientos.

Por ejemplo, cambia la perspectiva si se dejan a un lado cursilerías como creer en la existencia del “interés nacional” fácilmente reconocible o suponer que aparecen estadistas por generación espontánea. Los horizontes se amplían más si se ve a nuestros gobernantes personas con vocación por la política (como otros sintieron llamados por otras actividades) que, como en todo otro empleo, deberían estar sujetos a controles y evaluaciones para permanecer o ascender.

De esta forma, también nuestros políticos harán lo que les permite o prohíbe las leyes, tal y como cualquier otro empleado está limitado por las políticas de una empresa. Si tales normas premian el desempeño y permiten el ascenso por méritos, la organización será más competitiva que otra más tolerante a la simulación como táctica de promoción.


El pasado martes 5 la Cámara de Diputados creó la Comisión Especial de Migración, para que la recién ex presidenta del PRI y legisladora Beatriz Paredes Rangel tenga en qué ocuparse. ¿Por qué sucede esto? ¿Qué merecemos que ocurra? ¿Quién se beneficia?

Las comisiones legislativas

Antes de entrar en materia conviene una pequeña introducción teórica. Las comisiones legislativas son grupos plurales compuestos por legisladores. Su finalidad es conocer acerca de un asunto que requiere un estudio amplio durante un tiempo en ocasiones perentorio. A través de éstas se logra que el órgano legislativo tenga una adecuada división del trabajo; favorecen la especialización que suele acompañar a la primera; permiten un trabajo más discreto y técnico que el realizado por otros órganos; y fomentan la participación de todos sus integrantes, al contrario de cómo sucedería en el Pleno.

Para garantizar un trabajo cohesivo y la colaboración entre diversas comisiones, la mayoría de las democracias otorgan las presidencias de comisión al grupo parlamentario mayoritario. Los legisladores ascienden en las comisiones de acuerdo a su capacidad de acumular experiencia. A esto se le llama regla de antigüedad (seniority system).

¿Por qué ingresan un legislado a una comisión? La experiencia comparada muestra que no lo hace “porque le nace” o “porque lo mueve un amor profundo hacia la patria”. Más bien los guía un cálculo frio sobre su futuro político. Es decir, cuando asume funciones investiga cuáles son las actividades económicas o problemas de su distrito o su estado y se especializa en las comisiones que inciden en éstos. De esa forma gana rinde cuentas a sus electores, ganando reconocimiento y apoyo que le será útil para reelegirse.

¿Cuántas comisiones debería haber? La respuesta comúnmente aceptada es: tantas como secretarías del ejecutivo. Así es posible una vigilancia estrecha y especializada. Un número menor genera sobrecarga de trabajo. Un número mayor lleva el riesgo de que los temas se traslapen, las atribuciones de las comisiones se confundan y se genere parálisis e ineficacia.

Por último cabe tocar el tema del servicio parlamentario de carrera. En otras democracias el legislador, conforme asciende en una comisión, conoce a esos asesores y teje relaciones de confianza con el tiempo y la interacción. Eso es lo que permite la permanencia de tales estructuras especializadas.

¿Qué sucede en México?

Si interpretamos esos principios con base en el caso mexicano, podemos explicarnos buena parte de poca eficacia del Congreso. La no reelección inmediata hace que las comisiones sean vistas más como un botín político por los recursos que se les asignan que instancias de especialización. Es decir, si un legislador sabe que su carrera depende de ser disciplinado para que sus dirigentes le den otro empleo al terminar su mandato, entonces sabe que la especialización en un tema no le será de utilidad. Los asientos en las comisiones son asignados al criterio de los coordinadores de los grupos parlamentarios, quienes tienen la libertad de remover a sus miembros en cualquier momento. Cierto, hay algunas comisiones que son relevantes como Puntos Constitucionales o Presupuesto. Pero son las excepciones.

A partir de los años ochenta del siglo pasado se decidió repartir las presidencias de comisión de acuerdo a la presencia de los grupos parlamentarios. Si bien esto obedeció a la necesidad de abrir espacios de participación a las entonces oposiciones, hoy día todos los partidos tienen un poder de veto sobre diversos temas tan sólo por el bloqueo que puede imponer un presidente de comisión a una iniciativa.

La situación se ve agravada por el hecho de que son demasiadas comisiones: 44 en la Cámara de Diputados y 56 en el Senado. Hacia 1999 hubo un esfuerzo por racionalizar el sistema de comisiones, pasando de 39 a 23 en la primera y de 42 a 29 en la segunda. Sin embargo los esfuerzos fueron en vano: cada nueva legislatura se ha preocupado más por repartir presidencias a manera de buscar equilibrios en la asignación de espacios de poder que en tener comisiones eficaces. Esto trae consigo el problema de que una iniciativa puede ser asignada a dos o más comisiones que no sólo traslapan sus funciones, sino que pueden estar presididas por distintos partidos. Además todo empieza desde cero cada tres o seis años.

Por último se habla constantemente de la necesidad de contar con un servicio parlamentario profesional que ayude a mejorar el desempeño de los legisladores sin reelección. Eso ya se intentó: en 1999 la Cámara de Diputados instrumentó el suyo y en 2001 hizo lo propio el Senado. Hoy día son poco menos que letra muerta: lo último que le interesa a representantes que sólo están un tiempo limitado en sus asientos es la existencia de asesores que no sólo sepan más que ellos, sino que no conocen. La reelección es aquí una condición necesaria para que haya este tipo de estructuras.

¿Qué implica la comisión de la Dip. Paredes?

En primer lugar la recién creada comisión tiene el carácter de especial. Esto es, no tiene facultades dictaminadoras aunque puede hacer una iniciativa de ley. En breve se le dio la capacidad para posicionarse en un tema sin que tenga que distraerse en analizar iniciativas.

La creación de una comisión para atender el fenómeno de la migración traslapa sus funciones con otras como Derechos Humanos; Población, Fronteras y Asuntos Migratorios y Relaciones Exteriores. Podría también interferir en el funcionamiento de otras según el tema particular que se desee tratar.

Se crea esta comisión a finales del segundo año de sesiones, cuando la LXI Legislatura (2009-1012) entra en su etapa final. A partir de septiembre la actividad del Congreso entrará en la dinámica de la confrontación política. [1] Por lo tanto es dudoso que se llegue a presentar una iniciativa exitosa.

Entonces si no importa mucho lo que haga o deje de hacer esta comisión, ¿para qué se creó? Hay dos razones principales. La primera, acomodar al personal de la Dip. Beatriz mientras surge otra oportunidad política después de 2012. En segundo lugar darle un tema con el cual posicionarla mientras termina la legislatura, para que no se olvide de ella la opinión pública.

De esa forma la falta de responsabilidad política genera un sistema de comisiones encaminado al reparto de recursos y la simulación antes que la eficacia. ¿Quién se beneficia? Las personas que han hecho carrera a partir de prometer que, si uno vota por ellas una vez más, en esa ocasión harán bien las cosas.[2] Y son las que más se oponen a la reelección inmediata, pues serían las primeras en desaparecer en un entorno competitivo.


[1] Para una explicación más detallada, ver:
http://www.fundacionpreciado.org.mx/biencomun/bc194/F_Dworak.pdf

[2] Sobre la carrera política de Beatriz Paredes se habló en:
http://www.revistapolitica.com.mx/2009/12/%c2%bfcuales-politicos-se-oponen-a-la-reeleccion-de-legisladores-y-alcaldes-2

Acerca de Fernando Dworak

Licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestro en Estudios Legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Fue Secretario Técnico de la Comisión de Participación Ciudadana de la LVI Legislatura de la Cámara de Diputados (1994-1997). Durante los trabajos de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, fue Secretario Técnico de la Mesa IV: “Régimen de gobierno y organización de los poderes públicos” (2000). En la administración pública federal, fue Director de Estudios Legislativos de la Secretaría de Gobernación (2002-2005). Ha impartido cátedra, seminarios y módulos en diversas instituciones académicas nacionales. Es Coordinador Académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (Fondo de Cultura Económica, 2003). En este momento, se encuentra realizando una investigación sobre las prerrogativas parlamentariasy e scribe artículos sobre política en diversos periódicos y revistas.

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