Una guía ilustrada de los 613 Mandamientos judíos

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Al pintor Archie Rand le gusta trabajar en grande. Aborda grandes temas, como el jazz en la cultura estadounidense y la historia de los judíos. Es frecuente que pinte enormes piezas, incluidos murales. Y le gusta trabajar en series expansivas, como su colección de 54 pinturas, una por cada “parashah” o división, en el texto hebreo de la Torá.

Sin embargo, nada preparó al mundo del arte para la serie “Los 613”, terminada en el 2008, de 613 pinturas, una por cada mandamiento judío.

Hace siete años, cuanto The New York Times escribió sobre “Los 613”, las pinturas estaban colgadas en la bodega personal de Rand en Brooklyn. Ninguna galería ni ningún museo las han exhibido todas. Para hacerlo, Rand tuvo que poner las pinturas entre las tapas de un libro. “The 613”, un libro hermosamente llamativo con una pintura por página, se publicará el 10 de noviembre (Blue Rider, 45 dólares).


Al llevar su obra a Amazon y a Barnes & Noble, Rand está devolviendo al mundo del arte la misma indiferencia fresca con la que éste lo ha tratado en ocasiones

La mayoría de las personas saben que hay 10 mandamientos, enumerados en la Biblia hebrea, o Antiguo Testamento, dados a Moisés en las tabletas, aun si no, necesariamente, sabemos cuáles son. (En el 2007, en una encuestas de opinión que se encargó para promover una película cristiana de dibujos animados, fueron más las personas que sabían que una hamburguesa Big Mac tiene “doble carne de res” que “No matarás” es uno de los Mandamientos. Sin embargo, hay más: del Génesis al Deuteronomio, hay un total de 613 mandamientos, como los contaron sabios medievales.

Muchos de los 613 son obsoletos. Los cristianos creen que Jesús los liberó de observar la mayoría de ellos, y cientos pertenecen a las prácticas en los templos de Jerusalén, a los cuales destruyeron, el segundo en el 70 d.C. No obstante, la lista parece un reto teológico. Para su libro, “The Year of Living Biblically”, el humorista A.J. Jacobs pasó un año obedeciendo tantos de los 613 como pudo. Si se tiene el tipo adecuado de ambición perversa, la lista lo alienta a uno.

Que pareciera que eso fue lo que le pasó a Rand. Un judío laico cuya obra se exhibió en la prestigiosa galería Tibor de Nagy cuando apenas tenía 18 años, Rand ha ganado elogios por sus pinturas abstractas y figurativas, y por sus grabados hechos con pedazos de papa manchados de colores. Sin embargo, no trabajó seriamente con temas religiosos sino hasta los 1970, cuando hizo una serie de murales, ahora famosos, en la sinagoga B’nai Yosef en Brooklyn, Nueva York.

Desde entonces, Rand, de 66 años, ha hecho otros murales en sinagogas, una serie de 19 secciones de la oración diaria Amidah y, en 1989, las 54 pinturas sobre las divisiones de la Torá, los primeros cinco libros de la Biblia, desde el Génesis hasta el Deuteronomio.

Sin embargo, cuando Rand sí trabaja temas judíos, atrae, a veces, el ridículo, el odio o, peor, la indiferencia. No en las sinagogas por todo Estados Unidos, donde ha decorado sus amados murales, sino en el mundo del arte agresivamente laico. En 1972, por ejemplo, montó una exposición en una galería “con 10 pinturas con títulos con nombres de 10 rabinos de la martiriología del Yom Kipur”, recordó.

“Y nadie lo notó”, dijo, aun cuando “todos los intermediarios, coleccionistas, todos eran notablemente judíos, aunque no se identificaban como tales”.

“Porque el mundo del arte”, dijo Rand, “es a dónde van los judíos a asimilarse”.

Judíos

Claro, aun si se mantiene “kosher” al mundo del arte, no sabría qué hacer con el proyecto judío más reciente y más ambicioso de Rand. ¿Qué galería o museo podría exhibir 613 pinturas, una por cada mandamiento de la Biblia hebrea? Ha Rand se le ocurrió la formidable idea en el 2001, de un filántropo y amigo que antes le había comprado pinturas.

“Dijo: ‘¿Qué vas a hacer ahora, después de las pinturas del capítulo 54?’”, recordó Rand. “Yo le dije: ‘Necesito un número tan enorme que la insolencia de su propia enormidad, la temeridad de ello, se convierta, de hecho, en una declaración en sí misma’. El me dijo: ‘Hay 613 mitzvahs’”, usando la palabra que significa tanto “buenas acciones” como “mandamientos”.

Las pinturas en “The 613” están hechas con la mezcla de Rand de acrílicos comerciales y resinas industriales. Son religiosas, pero no se puede decir que reverentes.

“Copié o me robé las imágenes que escogí de las historietas, que, como ya es bien sabido ahora, estuvieron dominadas durante años por inventores judíos”, dijo Rand.

Un lector puede hojear “The 613” y ver lo que parece un EC Comic de 1949 o “Historias de la cripta”, comentó Rand. “Y dice: ‘El sacerdote no debería casarse con su suegra’ o ‘¡No deberías emborrachar a un burro en Halloween!’”.

No son del todo parte de la lista de los 613. Sin embargo, el 277 mandata “redimir a cada burro primogénito con un cordero que se dé al sacerdocio”, lo que Rand ilustra con un burgués de aspecto próspero que va montado sobre un burro triste, quizá rumbo a entregarle el cordero al sacerdote.

Y el número 169 es “El alto sacerdote no debe casarse con una viuda”, dramatizado con una damisela, acongojada y triste, parece, porque ningún sacerdote se casará con ella.

Como diversión extra, véase el número 500, “No cobrar de más ni pagar menos por un artículo”, ilustrado con una prostituta tetona, recostada en una cama, leyendo un libro grueso, esperando a que llegue su cliente.

El punto, para Rand, no es ser literal. Los verdaderos buscadores religiosos se sienten cómodos con las metáforas y, de todas formas, los verdaderamente seglares despreciarán la obra de Rand. Cuenta la historia de un amigo cercano, alguien influyente, o la gran cosa, que no me permitió que lo nombrara, que llegó a ver las pinturas en su bodega.

“¿Qué vas a hacer con esto?”, contó que le preguntó el amigo. “Yo respondí: ‘¡Es un logro asombroso! ¡No puedo creer que haya hecho esto, 613 paneles!’. Y entonces él dijo: ‘Mira, no sé qué crees que estás haciendo. No vas a llegar a ninguna parte con estas cosas judías”.

Excepto porque no utilizó la palabra “cosas”.

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