En la primera parte de este trabajo, intenté exponer la falacia relativa a los reparos que pudiere haber respecto de los denominados “judíos Jázaros”. Expuse, como primer paso que desde el punto de vista lingüístico la importancia de este imperio reside sustancialmente en el origen del idioma Idish y, en las reacciones que provocan aquellos que lo hablan, la permanente desacreditación que tuvo esta lengua de origen eslavo.
La novela de Marek Halter, Los Jázaros: La Leyenda de los Caballeros de Sion, está ubicada en dos planos históricos, el año 956 durante el reinado de José (Jagán) y, en nombre propio en tiempo real en el año 2000, donde un escritor en crisis de sesenta años se topa con una historia sobre un pueblo nómade que fundó un estado monárquico moderno entre las orillas del Mar Negro y el Mar Caspio, entre Constantinopla y las poblaciones de Rusia, su desarrollo, tanto militar, como económico llevó a gran parte del comercio a sus tierras y pudieron soportar a sus múltiples enemigos, hasta que todos éstos aliados, lo derrocan y luego lo disuelven.
La historia narra la esperanza de los judíos de Sefarad en este reino que adoptó la religión judía dos siglos antes de la época narrada siglo 8 de la nueva era, hasta su derrocamiento.
Si bien es una narrativa, Halter utiliza una serie de fuentes que son interesantes, desde la obra del Dr. Arthur Koestler, hasta el libro clásico “El Cusarí” (Kusari) del Filósofo Judío Sefarad Yahuda Ha-Leví (1140), el texto, también de ficción, narra la misma historia, la de un reino Turco Mogol que se convirtió al judaísmo.
En la obra de Halter, al igual que sus fuentes se tratan las siguientes hipótesis:
a) Si este pueblo converso, es una de las tribus de Israel o, bien son, como su morfía, eslavos-mogoles;
b) Si los Rabinos expulsados de Canaán, convencieron al Jagán (Khagán) Bulan de convertirse al judaísmo para refundar el estado de Israel en esa zona, no tan lejana a medio oriente;
En definitiva, estas dos cuestiones concluyen, en el problema de las conversiones y el judaísmo.
Ahora bien, en el texto, están ambas hipótesis, los actuales judíos montañeses, como herederos de los jázaros, intentan demostrar su linaje al descubrir por sobre una gran reserva petrolera la prueba física de la existencia y religión de sus antepasados y, en la etapa antigua un rabino Hannania es el encargado de mantener la fe de la clase gobernante.
En el libro, como en la literatura que se cita, no está claro si todo el pueblo jázaro fue convertido, todo parecería indicar lo contrario, solo se fue convirtiendo la nobleza, los criados de confianza, pero en el ejército, había infieles, en los altos mandos.
De la descripción de la sinagoga, al final de la obra, Halter da un indicio sobre la primer cuestión, los jázaro tenían un arca de la alianza, que era trasladada tal y como se indica en el viejo testamento, ello induce a pensar que después de la expulsión de Canaán, no era de extrañar que los rabinos y parte del pueblo hayan vagado entre el sur del Rus de Kiev y por las afueras del imperio Bizantino, dos sectores reconocidamente antisemitas, vinculados tan solo por el odio que le profesado a los judíos.
La falta de hechos y, la vaguedad de los eventos que se vinculan por sobre esta nación, no lleva tan solo al terreno de los sucesos, es decir, sin basamento alguno en alguna realidad histórica posible, tan solo un relato, no una historia.
De allí el objeto de este trabajo.
Si la necesidad de un estado nacional judío proviene de los descendientes de los jázaros, como serían los judíos denominados Askenazíes, lo cierto es que el estado de Israel o bien, no sería judío, o bien no sería el resurgimiento de los viejos reinos, el homónimo y el de Judea, o bien sería la prueba de que este pueblo no tiene derecho a tener su tierra nacional en palestina.
La cuestión es: El odio es contra los jázaros o, es contra los judíos, primera apotema fundamental de esta ecuación.
Veamos, si el problema es este pueblo que espuriamente se apropia de una religión reservada tan solo a las doce tribus de Israel, entonces, tenemos un problema ab initio: Si un Ds. todopoderoso, omnisciente, omnipresente, está reservado tan solo para un pequeño número clausus de individuos que provienen de la descendencia de Abraham y su tardía mujer Sarah, o bien no es el único o, bien su prejuicio sobre su propia creación está tan difundido que no permite la difusión de su existencia.
Que como religión monoteísta la cuestión radica en desplazar otras creencias, es casi de Perogrullo, ya que desde su propia levítica que coloca como principal prohibición el adorar cualquier otra entidad, pero que su extensión está reservada tan solo a los descendientes de una sola estirpe, aun subproducto del mismo patriarca es mucho más discutible.
Veamos, si el relato de Halter, nos sirve de base histórica, este no resuelve si Jazaria está compuesto por una de las tribus de Israel o, son paganos racialmente excluídos, por no ser sucesores directos de Sarah, madre de Isaac, padre doce hijos, origen de doce tribus y una sola genética, garantizada por el linaje de la nueva Eva.
Sea afirmativa o negativa la respuesta a estos dos puntos de partida, en sí mismo no cambia nada, ya que ¿Cuál sería la base genética diferenciadora que se tomará como muestra?
Si hay algo que es indiscutible, es que el hecho o bien el evento en que pudo basarse es algo irreproducible, o bien ya está escrito el relato o, bien no se puede volver al pasado. Todo es una visión romántica sobre lo que ocurrió y, en lo profundo una cuestión de fe. Pero ¿fe en qué?: en una base racial única para el pueblo elegido o, un Ds. que se decidió por elegir a los hijos de Isaac ber Abraham. Si la elección de ese ser único fue por este universo limitado de seres, también únicos, ¿por qué motivo deben ser genéticamente diferenciados?
La historia de ficción hace referencia a un pueblo que eligió la religión judía para diferenciarse de sus enemigos islámicos, católicos y barbaros, es lo mismo que un Ds. que elige a los sucesores de Sarah como su único pueblo.
El prejuicio tanto del Khagán Bulan es tan similar a la del Ds. de Abraham, Isaac y Jacob que hasta puede confundir, de acuerdo a cómo se cuente el relato.
Si la levítica, tal cual como la interpretan a quienes desplazan el antisemitismo quirúrgico a aquellos que usurpan la única religión, se hubiese contentado con la imposibilidad de la conversión y la matriz de su descendencia, lo cierto es que ¿por qué motivo se los incorporan al linaje real?: veamos, en la historia de Moisés, después de su exilio en el desierto, se casa con politeístas, convertidos posteriormente, ¿por tanto, su descendencia es apócrifa?, David, el Rey, es descendiente de Ruth, la Moabita, convertida al judaísmo, pero claro, esto tampoco está en discusión, sino quién convierte.
La inorgánica conversión de los hijos de José el soñador, ¿es mejor que aquellas que se efectúan en el seminario Rabínico Conservador?
Acaso ¿La conversión del Bulan fue nula por alguna cuestión de forma?
Tanto la izquierda anti sionista, como la derecha ortodoxa, se confunden con otras fobias, su razonamiento es igual a da los pueblos eslavos, la raíz del mal eran los Jázaro: falsos judíos y no los creyentes. Lenin y Stalin se preocuparon de perseguir a los descendientes Jázaros, como de darle una solución al problema del Estado Judío.
Con los primeros hicieron, según la novela de Halter, grandes razias y, un deliberado ocultamiento de su historia, mientras que con los segundos le otorgaron una provincia para que sea su hogar nacional: “Distrito Nacional Judío” fundado en 1928/1934 y ubicado en el lejano oriente en la frontera sur con China.
Jazaria es una verdadera paradoja para los interesados y, todo basado en una concepción romántica del suceso histórico, ver desde una perspectiva negativa a esta nación que puede ser vista como un ejemplo de estado moderno enclavado en la baja edad media, asediado por su progreso y peligrosidad, un estado judío, con leyes positivas nacionales y una gran tolerancia religiosa, todo lo contrario al gueto protector ortodoxo. De los jázaros pudieron tomar los fundadores de la actual Rusia su cosmovisión política y comercial y, sus avances técnicos, como la fabricación de moneda con aleación de metales, de papel, con planes de educación básica, avances en navegación y medicina.
Halter estaba en lo cierto en algo, Rusia de los Zares, como la URSS jamás permitirían que un pueblo turco-mogol sea la fuente histórica de la creación de su propio estado, como tampoco lo permitieron los estados feudales de la actual Europa Occidental.
Tampoco, un sionismo convenientemente volcado a la ortodoxia puede reconocer que la tierra prometida puede ser otra que la marcada a Moisés, ni la tierra hallada por Colón, como así tampoco la Europa Oriental pudieron serlo, el hogar nacional, para no ser otra pieza en la saga de proyectos erróneos, debe contener los mismos elementos que la misma construcción que lo llevaron a su fin antiguamente, el prejuicio.
Fin de la segunda parte*
Esta parte sobre la novela histórica y su pragmática, por cuestiones narrativas, a su vez decidí dividirla en dos partes, esta primera se funda principalmente en la discusión que se plantea y, la segunda en la utilización de la geografía para la instalación de una concepción del mal.
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