A Juan Sánchez Huertas, Maestro ejemplar e investigador incansable.
A Chele Gallardo, que pastorea las Musas de la Historia en Badajoz.
Hervás es una deliciosa villa de Cáceres en cuyos poéticos alrededores parecen concentradas toda la suavidad y la exuberancia de la naturaleza de la antigua Vettonia.
En la alta Extremadura, el santuario al aire libre más conocido, es, sin duda, EL BOSQUE YEHUDÁ HALEVÍ, en la ruta de Plasencia a Béjar, donde se encuentra la estela conmemorativa que da nombre a la arboleda dedicada al sabio de Israel.
El infinito encanto del Valle del Ambroz predispone a ensoñaciones religiosas de carácter sensual y visionario, y dicen algunos haber visto coronado con hojas de laurel al poeta y rabí Yehudá Haleví cabalgando un inmenso toro embridado por una enorme culebra, cosa ésta que está siendo motivo de inspiración para escritores y artistas plásticos.
Este suceso tiene en sí mismo un simbolismo transparente: el hombre debe dominar sus instintos el toro y la serpiente que todos llevamos dentro por la voluntad y la inteligencia. Por otra parte esta aparición tiene el verdor, la frescura y la gracia de los más hermosos mitos griegos. Sin más nos viene a la memoria la historia del Minotauro de Creta, donde se nos cuenta la pasión irresistible que Pasifae, la esposa del rey Minos, concibió por un astado del mar. «Cuanto más solitario me vuelvo más amo las historias, los mitos», escribía en su testamento el viejo Aristóteles.
Prosigamos. Un terraplén dominando un admirable paisaje sirve de cuadro al betilo hebreo del rabí. Alrededor de éste es frecuente ver a fieles depositando viandas y ofrendas votivas de flores y frutos, aceite y vino. Extremeños, portugueses, peregrinos de Francia, la mayor parte de origen norteafricano, vienen a visitar en gozosa romería el barrio judío, (también el bosque y la roca sagrados).
Al Rabí se le pide todo: hijos varones o hembras, curaciones, riquezas, éxitos en los negocios. Así, puede verse a un peregrino poner junto a la estela un gran paquete y beber entretanto un vaso de buen vino que entona el cuerpo y calienta el alma. Es un comisionista peregrino, y en el paquete está su muestrario para que el Rabí bendiga su comercio. Basta poner algo sobre la piedra sacra o comer alguna cosa para que el deseo del devoto se cumpla.
No lejos de este lugar santo vemos a escolares sembrando olivos, castaños, pinos… y a enamorados leer los poemas del autor de Las Siónidas y el Cuzarí.
Es la fiesta judía del TuBishbat, día en que comienza el Año Nuevo de los Árboles.
Cerca, estudiosos contemplan el olivo que hace algún tiempo plantó el investigador Haim Beinart; otros, curiosos como el concejal Picón, comentan la lozanía del arce que (también) hincó en estos pagos el filósofo Agustín García Calvo.
No podemos dejar de referirnos a la conferencia Mi Extremadura y sus judíos, pronunciada en este municipio por el Doctor Haim Beinart, decano de los historiadores israelíes y dedicados a investigar la historia de los hebreos de Sefarad.
En ella cuenta cómo en un viaje que hizo junto a su amigo el profesor José Luis Lacave, trató de describir y reconstruir la manera de vivir de los judíos antes de su expulsión, y después la de los conversos, en esta región de la Piel de Toro.
Efectivamente, citando casos concretos de pleitos y conflictos, documentados en los archivos españoles, consiguió dilucidar algunos aspectos muy interesantes sobre la vida y milagros de los judíos de Extremadura. También nos habló del movimiento mesiánico que se creó en esta región, cuando Inés, una niña de doce años, hija de un zapatero de Herrera del Duque, y Mari Gómez, una mujer de Chillón, comenzaron a anunciar y a profetizar la venida del Mesías.
Pero regresemos nuevamente al mítico bosque.
Ha pasado más de una hora. Los muchachos han dedicado los árboles plantados a sus seres queridos. Yo hago lo mismo, y tengo un recuerdo emocionado para mi padre el maestro Antonio Escudero que duerme ya el sueño eterno y con quien recorrí por vez primera esta porción del paraíso que es Hervás, vergel de los corazones y de los campos. Imagino que a él le gustaría volver a pasear por’ entre las encinas, los olivos, las higueras y las soledades de su amada Extremadura: La Otra Tierra de Promisión, allí donde los pájaros, que bien lo saben, se toman las vacaciones.
Y ahora cuando escribo estas letras una hermosa muchacha de cabellos amilados recita entre las alegres sonrisas de sus compañeros el verso HAMMURABI, de mi amigo y poeta exquisito Luis Alberto de Cuenca.
Caminante, extranjero, tú que lees, ve y di a Extremadura. «Tus hijos han plantado árboles aquí en el bosque, en el bosque del Toro, el Rabino y la Serpiente, en el bosque de la Serpiente, el Rabino y el Toro. El Bosque Yehudá Haleví».
Ha transcurrido un mes. El Bosque Haleví ha encontrado nuevos plantadores de renuevos entre los escolares del pueblo, y los Floridos, filial del grupo Ariel, dedican tiempo a mantener cuidado este paraíso de los sentidos y del alma que siempre, como madre solicita, nos cobijará con sus ramas y hojas y, a veces, votiva, con sus frutos. Y este quehacer de primavera floridas, de raíces judías, ha prendido, en toda Extremadura y ya nos llegan nuevas noticias de los Frondosos que alentados por la saga de los Escuderos campanarienses plantan oasis en la Serena y en la Siberia, en medio de desiertos de granito y pizarra. Y ya unos enhiestos cipreses se alzan al cielo azul en recuerdo melancólico de Karol Gutman y Joské Schintzer, hebreos éstos, que venidos de lejos derramaron su generosa sangre en Campillo de Llerena y que nunca volverán a pasear su ardorosa juventud entre los olivos y las encinas, entre los granados y las higueras de meloso fruto en tierra de ensueño. ¡Que la tierra les sea leve! Y, para terminar, los Arieles, con jóvenes de las Tres Culturas (judíos, cristianos y musulmanes) han plantado siete olivos haciendo entre ellos una promesa de amistad eterna, vencedora del Tiempo, del Dolor y de la Muerte.
¡Shalom!
BOSQUE YEHUDÁ HALEVÍ,
Hervás, Febrero Marzo 1997/5757/1417.
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