La muerte del fiscal argentino Nisman sólo es un eslabón más de la larga cadena criminal que aprisiona a la Argentina y no le deja ser un país normal en el que el orden jurídico es respetado, la verdad sale a la luz y sus ciudadanos se sienten orgullosos del rumbo de la patria. Ya en la década del sesenta del siglo pasado y en su película El submarino amarillo de los Beatles se aseguraba que ´´los malos buscan refugio en ese país´´, tal vez porque era de todos conocido que, en su día, Perón había dado asilo, dinero, prebendas y hasta tierras a los prófugos nazis que nadie quería. De tales tormentas salen estos lodos, de tales precedentes surge este nuevo horror, apenas si horas antes de que se destapara la responsabilidad de los encubridores de los culpables del atentado colectivo más grande que conoció la Argentina en el siglo pasado.
No sé si Jacobo Timerman, en el Purgatorio de cinco estrellas en el que se encuentra, se siente orgulloso de las labores diplomáticas de su hijo, cómplice absoluto de CK en esto de halagar y favorecer a Irán a cambio de carburantes y cereales y silenciar su indudable rol en el atentado a la Amia. Desde luego que merece nuestro más absoluto desprecio, pues es preferible ajustarse el cinturón de la decencia a perdonar a los asesinos de tus conciudadanos; es mejor la dolorosa verdad a la putrefacta mentira. Es mejor Nisman que CK.
Si alguien tenía dudas sobre el carácter mafioso de la casta política peronista ahora puede percibir una prueba más de que en el país de Borges, Piazzola, Sábato y otros maestros, la libertad de opinión y de juicio se pagan con la muerte. Es una pena que, después de tantos años de política mediocre, pésima gestión administrativa y populismo barato, en medio de sus necesidades y carencias el pueblo argentino se halle inerme, desangrado, decepcionado y sin esperanza de ninguna clase para desalojar del poder a sus verdaderos opresores. Destruidas la educación, la sanidad, entronizadas la vulgaridad y la ineficacia, el veneno peronista ha saturado el suelo y el cielo de sus ideas y hasta hace pocos años Chávez ha hecho el resto, claro que con la anuencia de C. , la diva del desastre. Ella y sus mediocres cachorros de la Cámpora tendrán, empero, que pagar algún día por el retraso ideológico en el que han sumido al país.
El tiempo ajustará por sí mismo las cuentas y, como dice el mismo Evangelio, ´´lo oculto será revelado.´´
Las viejas desgracias son peores que las nuevas porque ni siquiera te sorprenden. Reaparecen cada cierto tiempo para demostrar que no es suficiente con estar alertas a la existencia del mal: hay que fomentar el bien, una de cuyas caras más filosas es la de la justicia, que blande una balanza en lugar de lucir joyas y bolsos de lujo, que manipula los platillos de la equidad en lugar de conducir un coche de alta gama. Pero fomentar el bien no es hacer regalos a tus votantes y comprarles el aplauso sino enseñarles de verdad a trabajar para obtener lo que necesitan.
Sin permiso para la crítica y el disenso, sin lugar para el cambio de modelo, sin auténtica justicia, la Argentina pasará del tercer mundo al quinto o sexto y un día nos parecerá mentira que esa decadencia fuera posible en unos de los países más ricos de la tierra.