Hoy fue un día excelente, visitamos Hope, Cesarea Marítima, el Carmelo y llegamos a dormir a Tiberiades, solo una par de asentamientos culturales: el Chofer del autobús que por cierto muy cómodo y moderno, platica de bulto con el guía, es un hombre muy amable y sonriente, en chilango diríamos que es un sanguíneo empedernido o dicho coloquialmente, diría que tiene comal y metate con todo el mundo, mientras avanza (un poquito más rápido de la velocidad que resulta cómoda para los pasajeros) platica con el guía, en hebreo claro, pero lo voltea a ver todo el tiempo, descuidando la atención que debe poner a la carretera, pero cuando digo lo voltea a ver, es real, se voltea y quién sabe que le dice, pues mi Hebreo llegia tan lejos como decir Shalom y le mira reflexivamente un poco como preguntando con el lenguaje corporal: ¿me entiendes? ¿Qué piensas? Mientras espera pacientemente que el guía que por cierto resulta que es un súper conocedor de la Biblia, en tonto súper educado y sin duda con amplia displicencia, que nos demuestra al contestar las preguntas y al narrar tan interesantes hechos de la historia y geografía que tiene amplísima experiencia y gran don de gentes, sin embargo nobody is perfect, le comenté muy, pero muy amablemente lo peligroso y súper frecuente descuido del chofer y se limitó a decir, noooo el no haría esooo. ¡No bueno! Por poco se me cae el pelo de las cejas, el de la cabeza long time ago already happend. Pero es quizá parte del show, solo le pido a Ashem que no suceda accidente alguno.
Al final del día y habiendo oscurecido desde las 5 de la tarde (parecía media noche) llegamos al hotel y de acuerdo a nuestra costumbre mi amada y yo descansamos un poco en nuestra habitación (por cierto una de las dos llaves que nos dieron no funciona para abrir la puerta y ninguna de las dos llaves te permite cerrar la caja fuerte, así que sigo cargando pasaportes y dolarucos y unos cuantos shekels, pero pues no es para tanto, pequeñeces solo eso, y seguimos en la evaluación de la diferencia de hábitos y costumbres de un país a otro, bajamos a cenar a las 9 de la noche, repito 9 de la noche y al entrar al restaurante estaban recogiendo los platillos del buffet, sí a las 9 de la noche, 9, 9, 9 ( no es tema de cambio de horario) (no es un tema de que mi fama de tragón los hubiera prevenido y buscarán que no los quebrara) simplemente así son las cosas por acá y después de la aceleradísma cena (tratando de comer lo que apresuradamente alcanzamos a servirnos una sola vez) estamos en internet party en el loby del hotel, resulta que solo aquí la señal del Wi-Fi no es tan mala y se puede chatear, leer y responder mails y cási funcionan las redes sociales.
El tema verdaderamente es mucho mayor que pequeñas situaciones, estar aquí es espiritual y maravilloso. En el Carmelo no me contuve y las De San Pedro asomaron espontáneamente en mis bellos ojazos mexicanos, solo recordar que en ese lugar Ashem cambio mi vida para siempre al conocer a Jeshua y eso permanece haciendo milagros de transformación de mi familia y de miles de personas después de ese momento maravilloso.
Ahora sí: a la camita, a la camita. ¡No te pierdas mañana la continuación de estas crónicas de un Goyin en la tierra del pueblo de Ashem!
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