V. Ascenso y declive de Benjamín Netanyahu: El despegue

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V. Ascenso y declive de Benjamín Netanyahu: El despegue

En la década de los noventa Itzhack Rabin- entonces Primer ministro de Israel- auspició un importante acuerdo con Yasser Arafat que implicaba la devolución de buena parte de los territorios conquistados en la Guerra de los Seis Días, además de la formación de un estado autónomo bajo la dirección del líder palestino. Intención gubernamental que en aquel momento provocó un vigoroso rechazo tanto en el partido Likud como entre los moradores de las tierras ocupadas en Judea y Samaria, que contaban con las plegarias y protestas de los círculos nacionalistas y rabínicos. Filoso y tenso escenario que al cabo condujo a un trágico resultado: el asesinato de Itzhak Rabin en diciembre 1995 en una plaza pública de Tel Aviv. [1]

Netanyahu gravitó indirectamente en este sombrío episodio al tomar activa parte en manifestaciones públicas en Jerusalén y en otras ciudades en las que Rabin fue presentado con uniforme nazi. Por añadidura, en ningún momento Bibi objetó los rezos y las maldiciones difundidos por influyentes rabinos que pedían su muerte con oraciones y apelaciones cabalistas. Circunstancias que al cabo condujeron tanto a su trágico final como a un nuevo y decisivo torneo electoral.

En este escenario Bibi se presentó como candidato del Likud al cargo de primer ministro en rivalidad con Shimon Peres que jefaturaba el partido Laborista. Para asesorarse en el proceso electoral contrató los servicios del consultor norteamericano Arthur Finkelstein. Decisión que no tenía precedentes en el país y que al cabo le rindió un buen resultado.


Por una diferencia de pocos miles de votos Bibi obtuvo la victoria electoral en 1989. Desde entonces y en los siguientes tres años presidió el gabinete israelí como el primer ministro más joven en la historia del país. Para consolidarse en el poder adelantó entendimientos con los sectores religiosos- incluyendo a la ortodoxia fundamentalista que abomina del carácter secular de Israel y elude en correspondencia el servicio militar.[2] Actitudes que, por cierto, no le impiden tomar parte activa en los torneos electorales e insertarse convenientemente en las coaliciones gubernamentales.

Nuevos escenarios

Desde el inicio de su gobierno Bibi adelantó medidas neoliberales en materia económica conforme a las posturas que había aprendido con Reagan-Thatcher. El resultado: por primera vez ciudadanos israelíes pudieron abrir cuentas bancarias y realizar inversiones en el extranjero. Además, apegado al modelo norteamericano y con el entusiasta apoyo de Sara instaló en la residencia gubernamental muebles y artefactos sofisticados que pretendían imitar los que habían conocido en la Casa Blanca. [3]

Su anunciada intención de componer un gabinete de expertos en paralelo al de los representantes políticos no prosperó. Y muy poco pudo influir en los nombramientos y orientaciones de la suprema corte de justicia y de la jefatura de la policía, dos instituciones que en Israel celosamente han preservado hasta hoy apreciable autonomía.

En el ámbito regional resolvió restringir hasta suspender los contactos personales con el líder palestino Yasser Arafat, e impuso reservas a los acuerdos que había suscrito Rabin en Oslo en 1993. Una postura que sumó tres no: no habrá repliegue en el Golán, Jerusalén no será dividida, y no se acordarán precondiciones a las negociaciones entre las partes.[4]Actitud que alejó al liderazgo palestino de cualquier acuerdo; se mantiene con ligeros cambios hasta estos días.

Hacia un new deal

En su desempeño como primer ministro y ministro de finanzas Bibi procuró dinamizar la economía israelí a través de medidas neoliberales con arreglo a las que había conocido en los tiempos de Reagan y Thatcher. Un rumbo que tomará amplio y sostenido vuelo en el curso de su inapelable liderazgo desde 2011 hasta la fecha.

Entre estas medidas: libertad de cambio en las monedas, reducción del déficit gubernamental y de la inflación, aliento a la competencia empresarial, resuelto apoyo al sector privado, y ágil promoción de proyectos tecnológicos. A ellas se sumarán un dinámico intercambio comercial no sólo con los principales países industriales incluyendo a China; también con no pocos africanos, asiáticos y latinoamericanos.


[1] Véase al respecto E. Karsch (ed.) From Rabin to Netanyahu, Routledge, London-New York 2001.

[2] Véase J. Hodara, El inquieto status entre laicos y religiosos en Israel, Estudios de Asia y África, El Colegio de México, México 2014

[3] Algo más sobre el ascendiente personal y político de Sara véase Sh. Halevi, NWSA Journal, 11, 2, Summer 1999, pp. 72-87

[4] Véase el artículo de S. R. David en Robert O. Freedman, Israel under Netanyahu, Routledge, N. Y. 2020.

Acerca de Joseph Hodara

Invitado por la UNAM llegué a México desde Israel en 1968 para dictar clases en la entonces Escuela de Ciencias Políticas y Sociales ( hoy Facultad). Un año después me integré a la CEPAL con sede en México para consagrarme al estudio y orientación de asuntos latinoamericanos. En 1980 retorné a Israel para insertarme en las universidades Tel Aviv y Bar Ilán. En paralelo trabajé para la UNESCO en temas vinculados con el desarrollo científico y tecnológico de América Latina, y laboré como corresponsal de El Universal de México. En los años noventa laboré como investigador asociado en el Colegio de México. Para más amplia y actualizada información consultar Google y Wikipedia.

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