Vanagloriarse y caer

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Amorita, se propuso no perder de vista a Tramafato desde que los enemigos de éste, le hicieron llegar la noticia por todos sabida menos por ella, de los líos de su marido con aquellas aborrecidas hembras, provocando una herida que jamás cerró del todo.

Dispuesta a tenerlo siempre en la mira, decidió profesionalizar la información obtenida, lo cual consiguió sin mucha dificultad porque chismosos no faltan y las cadenas, de habladurías y murmuraciones acaban llegando al auricular del poderoso(a).

A Graco le recordó lo mucho que le debían él y su familia, y le pidió que cuidara mucho a Tramafato y que, como ya había sufrido un atentado, del cual salió ileso, por favor le informara donde y con quien andaba, pues se preocupaba mucho por él, y no dormía.


Quien no dormía y no dejaba dormir a Greta era la madre de Graco, doña Gracia Granaya, que se pasaba las noches en el reclinatorio con el rosario en la mano, rezándole a la Virgen del Cenegal, para que cuidara a su hijo quien, por estar cuidando al presidente fue herido en casa de la famosa Pelona.

La Pelona era propietaria de casas de citas, como llaman a los burdeles elegantes. Aunque los dueños son los hermanos Borromeo y ella sólo regenteaba la casa donde acudían los generales, altos funcionarios, y ricos de Nadajala.

La Pelona aparecía con el cabello muy corto pintado de diversos colores, y así la apodaron por no tener vello en ninguna parte del cuerpo. Los altos militares aburridos del casino, solían ir con la Pelona a seguir bebiendo y a ver a las niñas. Los funcionarios y políticos acudían a ver a quien veían y, confabular e intrigar. Los contratistas y empresarios sabían que ese era un buen lugar para hacer contactos, conseguir negocios y pagar favores y los niños ricos, iban a lo que iban. Todo en un lujo pretencioso y chillante, con salones y terrazas y rincones a media luz, para refocilarse o negociar en lo oscurito, inmerso en humo de cigarros, olores a licor, perfume, talco y sudor, música y risas.

Fue donde Graco recibió un balazo en la pierna, mientras su jefe bebía con otros militares acompañados de unas nenas. Él estaba vigilando con otro colega, cuando un hombre comenzó a disparar su pistola. En la confusión de gente gritando alarmada, ambos desarmaron al empistolado sin dificultad, pero Graco recibió un rozón de una bala, cosa que no se explica pues el hombre ebrio disparaba por encima de sus cabezas. Quizá alguna bala rebotó contra algo muy duro. Los disparos no fueron por un atentado, sino porque el parroquiano protestó a balazos por la exorbitante cuenta, lo cual era muy común, si el cliente invitaba a beber a alguna pupila que, mientras él bebía tres copas ella simulaba beber seis o siete y él debía cubrir el costo de todas las bebidas y más.

Tramafato acompañado de su guardaespaldas volvió muchas veces a casa de la Pelona, donde las castas se emparejan por lo más bajo, porque la casa no es una sino dos, espalda con espalda, con dos entradas por calles paralelas. Una de súper lujo y la otra de costo más moderado con salas más modestas. Pero en ambas, como comenta Graco, se sirve la misma carne pero con diferente presentación. Las mujeres pasan de una casa a la otra como el agua por los vasos comunicantes, y lo que sucede en una se escucha en la otra, las mujeres cuentan, y si se sabe preguntar y oír, como bien lo sabe Graco, se tiene buena información a bajo costo. Las muchachas repiten lo que oyen sin saber de que se trata, pero el entendido policía sabe interpretarlo. Aunque como dice Graco, no es raro que paguen por difundir falsa información para confundir al enemigo.

Por eso, cuando se enteró de que Glutamo, el Ministro de Reconstrucción y promotor del Polo Santa Carelia Curié, alardeando dijo que él había salvado a Tramafato de la ruina, que tenía gran poder sobre la pareja presidencial, y ellos hacían lo que él quería y que ya podían considerarlo el próximo presidente, Graco se cuidó de verificarlo de diversas fuentes, antes de comunicárselo a Amorita y posteriormente a Tramafato por instrucciones de ella. Después de la sorpresa vino la ira. Esas habladurías en boca del vulgo son chismes sin importancia pero, en boca de un allegado al poder son traición y crimen de lesa majestad. Quien no ha visto la venganza de un político despótico contra un felón, no sabe a que extremo puede llegar su saña.

Para tu tranquilidad -me escribe Barbalila- debo aclararte que en Jodonia no llegamos a los extremos de algunos reyes de Francia que despellejaban y descuartizaban a quienes atentaban contra sus majestades. En Nadajala sólo corre la sangre si han corrido las pasiones y el alcohol, pero la venganza se consumó.

Al día siguiente, mientras Greta repeinaba a Amorita en presencia de Tramafato ésta, con humor, le leyó el poema “El Murciélago Alevoso” del piadoso fraile Diego González que receta sádicos tormentos a un quiróptero que se atrevió a asustar a una niña: “Que te tunden y te sajen, te golpeen, te martillen, te pique, te acribillen, te corten y te rajen. Te desmiembren, te degüellen, etcétera”.

A Tramafato eso le pareció excesivo y decidieron golpear a Glutamo, donde más le duele ¡en la bolsa! hasta reducirlo a la inopia.

Sanidad clausuró sus cadenas de pollos fritos y pizzerías. Enseguida, tras consultar con Charles P. Aladar (el Míster) se procedió a eliminar su presencia de Santa Carelia Curié.

Primero, se aumentó cinco veces el capital social del Complejo, expidiendo acciones preferentes con derecho a voto y dividendos, que se repartieron entre los familiares de Tramafato sin avisarle a Glutamo. (La ley no exige exhibir el capital aumentado). El porcentaje de Glutamo se redujo a un tres por ciento cuando tenía cerca del veinte, y el consejo decretó que las acciones viejas recibieran el pago de sus dividendos en bonos pagaderos a veinte años. Glutamo protestó y se le dijo que fue notificado pero no acudió. En ese momento sus acciones prácticamente carecían de valor. Pendía además sobre él un juicio penal por “enriquecimiento inexplicable”, después de haber sido retirado como Ministro de Reconstrucción Nacional.

Me cuentan que Glutamo estaba irreconocible. Él, que siempre vestía tan elegante, de un blanco impecable, fumando los más caros habanos, andaba sucio, sin rasurar y con el traje arrugado y mugroso. Mascullando y hablando solo, exudando alcohol y repitiendo su dicho favorito: “Moral es un árbol que da moras”.

Amorita recordó a la hijita incapacitada del ex-ministro y le pidió a Tramafato que desistiera de la causa penal.

No se volvió a oír de Glutamo en años. Últimamente ha resurgido como Ministro de Control y Transparencia. Jodonia no aprende, ni escarmienta, ¿o requiere de su bellaquería?

Acerca de Jacobo Königsberg

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