Viaje a la identidad judía

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Daniel Solomons ha dedicado dos años de su vida a responder uno de los grandes enigmas de la humanidad: cuál es su identidad. Este artista judío nacido en 1977 en el barrio madrileño de Chamberí (de donde es su padre) materializa esa búsqueda en una muestra llena de imágenes, figuras geométricas y diálogos. Sus pasos se pueden visitar gratis hasta el 18 de octubre en el Centro Sefarad(calle Mayor, 69).

La exposición Olam Haba, un mundo por venir es el resultado de un recorrido físico, mental y emocional por los signos de la identidad cultural judía del Londres actual. La ciudad en la que Solomons ha vivido media vida (su madre es de allí). El lugar donde permanecen grabadas las huellas de sus ancestros. Todo surgió en julio de 2016, con la muerte de Melvyn, su tío materno. “Un familiar me dijo que era el último varón de la familia. Me creó una enorme responsabilidad”. El artista abandonó todos sus proyectos para bucear en su pasado, una cultura de más de cinco milenios de la que dice estar orgulloso, aunque no la practique.

La primera de las cinco salas es un viaje por los lugares que recorrió hasta encontrarse consigo mismo. Todos los trazados fueron registrados con GPS. El resultado cuelga de las paredes: fotos que parecen garabatos y hologramas, reflejo de las calles londinenses que transitó. Unas esculturas de madera de color rojo realizadas por el propio Solomons levitan por la estancia. Tienen formas extrañas porque representan, en 3D, aquellos caminos. Todos parten de East End, un barrio marginal al norte de Londres creado en la Edad Media por protestantes franceses.


Un miembro de la comunidad judía de Chareidi sale de la sinagoga de Stamford Hill con su Tallit.
Un miembro de la comunidad judía de Chareidi sale de la sinagoga de Stamford Hill con su Tallit. / DANIEL SOLOMONS

Edificios reconvertidos

La comunidad judía comenzó a instalarse en East End a mitad del siglo XIX, hasta que su mejor posición económica le permitió desplazarse a zonas más acomodadas de la ciudad. Su ubicación cercana al puerto le convierte en un punto de flujo migratorio. Hoy está repleto de musulmanes, pero las huellas judías permanecen de una u otra forma. La familia de Solomons ha vivido aquí desde hace siglos. “Mis ascendientes eran sefardíes. Cuando fueron expulsados de España llegaron a Holanda y, de ahí, a Inglaterra. Mi abuelo luchó en la Segunda Guerra Mundial y mis tíos sobrevivieron a Auschwitz”.

En la segunda sala emergen cuadros de edificios con marcada significación hebrea: sinagogas y yeshivás, centros en los que se estudia la Torá o ley judía. Solomons capta espacios reconvertidos por su comunidad. Edificios que influyen de manera decisiva en el sentimiento de identidad. Entre ellos, Beis Hamedrash d´Chasidei Belz, una antigua fábrica convertida ahora en centro religioso. “Buscar estas huellas en Madrid sería muy complicado. Apenas queda rastro de su pasado judío”, se lamenta Solomons.

La pared de la tercera estancia está forrada de pequeñas fotografías. Están organizadas cronológicamente para que el visitante se adentre en la historia realizando el mismo viaje que su autor. Un viaje con matices autobiográficos que financió la galería Yusto / Giner de Marbella (Málaga), donde debutó parte de la obra en enero. Las imágenes son también un recorrido por los espacios más significativos de la familia Solomons, como la East London Synagogue, el lugar donde se casaron los abuelos del artista. Hoy son apartamentos de lujo.

Cambio de sexo

Sin embargo, lo primero que observa el visitante al entrar en la sala es una foto enorme en la que Daniel Solomons aparece de espaldas ataviado con la kipá, el gorro circular usado por los varones judíos para rezar. Una prenda que ya no puede llevar su primo Ian Hersh, que encontró su verdadera identidad a los 58 años. En ese momento decidió cambiar de sexo y convertirse en Leanne Harris. Junto al nuevo rostro de su primo, otro cuadro en el que una anciana sonríe a la cámara. Esa mujer de ojos claros es Stella, la abuela del artista. Falleció en junio a los 92 años, justo el día en que nació su hijo Melvyn, el mismo por el que Solomons inició esta aventura. “Ha sido un proceso de muchas emociones”, reconoce.

En la cuarta sala aparecen más retratos y documentos familiares. La quinta, con luces más tenues, proyecta en bucle en una gran pantalla dos entrevistas realizadas por el propio Solomons. Cada una dura 11 minutos. En ellas, dos personas cuentan su historia y el reto que comparten con el artista: encontrar su identidad judía sin perder la honestidad con ellos mismos. La primera protagonista es Emily, una mujer que abandona su comunidad ultraortodoxa porque vivía “aislada” del mundo. Una decisión que también toma Mark, un rabino gay que comienza a casar judíos homosexuales en 2005 porque la identidad, dice, no está reñida con las creencias.

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