Ante la actitud negativa de la Suprema Corte de Justicia, Benjamín Netanyahu resolvió dar un paso atrás. Como resultado Benny Ganz fue nombrado al fin ministro de justicia y prometió reconstituir el gabinete apegado a los acuerdos que había suscrito con este último. Radical repliegue que pone al descubierto la mermada posibilidad de Bibi de encabezar un nuevo gobierno.
En paralelo Naftalí Bennet celebró conversaciones con el líder árabe Mansur Abbas que cuenta con cinco lugares en la Knesset con el propósito de asegurar su incorporación en una probable coalición gubernamental que Bennet encabezaría.
Este posible escenario es resultado de su acuerdo con Yair Lapid quien a pesar de contar con 18 escaños parlamentarios contra los siete de Bennet se inclina sin reparos a asignarle el cargo de Primer ministro con el propósito de conducir definitivamente a Netanyahu a la oposición. Por su lado, Lapid se adjudicaría la cartera de relaciones exteriores.
Este cuadro gana complejidad cuando se considera el cambio que habrá de ocurrir en el cargo presidencial. El periodo de Reuvén Rivlin concluirá el próximo mes, y Netanyahu podría ser uno de los candidatos a este puesto. Algunos observadores consideran que el juicio que se celebra en estos días en su contra reduce esta posibilidad, sin cancelarla.
En cualquier caso la presente incertidumbre política amenaza la estabilidad socioeconómica del país. Cabe confiar que elementos hostiles al país se abstendrán de ensayar violentas acciones.
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