“Visa al Paraíso” de Lillian Liberman. Un emotivo documento histórico

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El fin de la Guerra Civil Española se engarza con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1939, Lázaro Cárdenas, designa a Gilberto Bosques como Cónsul de México en Francia, con la misión específica de salvar a los republicanos españoles, derrotados por el fascismo franquista apoyado por Hitler y por Mussolini.

Muchísimos judíos habían vivido la experiencia de la República Española, y otros más se habían integrado a las brigadas internacionales de apoyo a los republicanos españoles en su lucha contra el fascismo, al ensañarse Hitler con los judíos y con la gente de izquierda.


La única forma de escapar de los campos de concentración, era que algún país asumiera la protección con documentos, papeles de identidad, visas, pasaportes, etcétera. La acción de Gilberto Bosques fue impresionante. De 1939 a 1942, durante su estancia en Marsella, entregó alrededor de veinticinco mil visas y miles de certificados de admisión, aunque en realidad eran visas a las que también se les llamó “Visas Bosques”, otorgadas a quienes buscaban refugio del nazismo, y a los que luchaban en la resistencia en sus diferentes países, pero que en la realidad, estas últimas no tenían reconocimiento legítimo de ningún organismo mexicano, en caso de que hubieran querido entrar al país con ellas.

A México llegaron alrededor de veinte mil españoles republicanos y dos mil judíos, muchos fueron a otros países como Inglaterra, Canadá y a otros países de Amércia Latina, en una época en la cual se había restringido la inmigración en nuestro país, debido a la legislación existente, y a decisiones de las autoridades mexicanas.

Esta introducción ofrece el preámbulo para dialogar con Lillian Liberman, directora de la película Visa al Paraíso, un melodrama grave hecho documental, la historia narrada por los que la vivieron, en una serie de interesantes entrevistas, aunado a una dramaturgia de ficción con imágenes y materiales de varios años de investigación.

Lillian Liberman personalmente conoció a Gilberto Bosques en el año 1992, cuando se enteró de que durante la Segunda Guerra Mundial había otorgado visas a cientos de judíos para que salieran de Europa y así salvaran su vida. Así fue como decidió ahondar más en el tema, investigar por muchos años y realizar la película que en 2010, recibió el Premio del Público al Mejor Largometraje en el décimo tercer Encuentro de Cine Sudamericano de Marsella (13� Rencontres du Cinéma Sud-Américain), en Francia, y que próximamente será proyectada en distintas salas de la Ciudad de México del 20 al 28 de abril, por lo que nos concedió esta entrevista, con el fin de que sea ampliamente difundida, y que la gente que tenga interés de verla pueda hacerlo en las salas que nos permitimos publicar en este ejemplar de CDInforma, consultando los horarios, ya que son variables.

Lillian nos comenta que el enfoque de Visa al Paraíso, tiene que ver con rescatar la memoria de un momento histórico muy doloroso, pero muy honroso para México, al incluir información tanto de la Guerra Civil Española, como de la Segunda Guerra Mundial, en la voz de quienes lo vivieron. Destaca la entrevista del mismo Gilberto Bosques, describiendo lo que hizo y cómo lo hizo. El filme contiene el testimonio de muchas de las personas a las que rescató, cuando llegaron a México siendo niños o jóvenes, en los barcos acompañados de sus padres y familiares. Muchos de ellos, nunca habían contado esos sucesos. En esta forma, el espectador tiene oportunidad de vivir la historia de quienes formaron parte de ese penoso exilio, y tuvieron contacto directo con Gilberto Bosques. Reitera Lillian: “Puedo decir sin exagerar, que es una buena clase de historia, narrada por los propios protagonistas”.

Lillian insiste en decir, que Visa al Paraíso, viene a satisfacer una parte muy importante de su vida. “Creo que como muchos judíos en México, tengo que ver con esas experiencias en diferentes formas, porque también mis abuelos y mis padres vinieron de Rusia a México en 1926. Quisieron mucho a este país y me enseñaron a hacer lo mismo. Mi abuelo materno Lev Shkolnikoff era de Gommel, revolucionario, menchevique. Cuando de joven me enteré de la historia completa, tuve mucha inquietud por transmitir esas vivencias. Mi abuelo era un revolucionario muy sensato, con los pies en la tierra, un visionario que tuvo la asertividad de ver que la revolución rusa se iba a pervertir con Stalin, antes de que él llegara al poder. Cuando todavía Lenin gobernaba, sufrió un atentado, y el perpetrador era un miembro del Partido Menchevique, así que mi abuelito con su esposa y sus dos hijitas (una de ellas, mi mamá de cuatro años de edad), cruzó la frontera con Turquía, y después de viajar a Europa y pasar por Francia, vinieron a México”.

“Toda esta necesidad de dar a conocer la historia, me motivó a estudiar cine”, continúa la directora. “Soñaba con hacer una película sobre mi abuelo, porque me enseñó a leer los eventos que pasan en la historia con una perspectiva muy amplia. Cuando vi lo que implicaría conseguir una co-producción con Rusia, y los millones que se necesitan para reconstruir la época en la que vivió mi abuelo (plena Revolución del 17 y los años posteriores), me dio un golpe de realidad. Pasaron los años, hice otras cosas en video, que considero muy importantes por el oficio de cineasta, y fue entonces cuando conocí a Don Gilberto. Toda la idea inició después de siete u ocho entrevistas, en las que descubrí en él, muchas de las características que me hicieron amar tanto a mi abuelito. Decidí de esta forma, agradecer a México el haber dado un hogar a mi familia, haciendo una película que reflejara la grandeza del país al que llegaron mis abuelos, y en el que pudieron continuar su vida”.

Considera la directora de este importante documental, que no logró ofrecer al público toda la biografía del cónsul mexicano, ya que desde la época de la Revolución Mexicana, Don Gilberto había participado en actividades políticas. “Creo que lograr eso sería muy difícil, nos dice Lillian, porque yo me concentré en su acción política en Francia. Además sólo tomé una parte de su vida, porque además de muy larga, casi 103 años, estuvo llena de eventos importantísimos de diferente tipo. Para incluir toda su vida, se necesitaban muchos capítulos, y el costo económico de ese proyecto era muy elevado. Por lo tanto, me limité a presentar y resaltar el contexto en el cual llevó a cabo la acción de salvar a casi veinte mil españoles republicanos, y a miles de personas perseguidas por el nazi-fascismo. Toda esa parte la presento en forma muy amplia, al ser contada por quienes la vivieron”.

Acerca de los obstáculos que Lillian tuvo que afrontar para el logro de este proyecto, fue en primer lugar, el problema de conseguir el financiamiento, sin embargo, gracias al apoyo de amigos, que ofrecieron el equipo fotográfico y de sonido (Bambú Audiovisual), así como co-productores y técnicos que contribuyeron en digitalizar provisionalmente el material (1,2,3 Producciones), fue factible iniciar la edición. Nos explicó Lillian Liberman, que gente como Jorge Barajas, el camarógrafo, no cobró absolutamente nada para entrevistar a más de veinte personas. “Es muy difícil trabajar sin dinero, asegura la directora de tan importante filme. Gracias a que vivimos en la era digital, logré realizar esta película, de no ser así hubiera sido imposible. Nadie dijo que iba a ser fácil, por lo que yo seguía con una fuerza interna que me empujaba y me guiaba. Tuve muchísima ayuda de muchas personas, que desinteresadamente me apoyaron con la investigación iconográfica. La hija de Don Gilberto, Laurita, fue verdaderamente maravillosa en su generosidad y en todos sus apoyos. La familia Bosques me ayudó en todo lo que fuera necesario, y una ONG a la que pertenezco, y que defiende derechos humanos, colaboró conmigo sosteniendo todo el proceso. La editora, Lucrecia Gutiérrez Maupomé, empezó a trabajar conmigo. Cuando tuvimos el primer corte, y se abrió una convocatoria del FOPROCINE para post-producción (ya para entonces llevaba yo casi un año y meses de trabajo), y entonces llegó el dinero para poder terminarla lo más dignamente que uno se pueda imaginar, como una película profesional en forma”.

Lillian dice sentirse un poco frustrada, ya que le hubiera gustado haber tenido los recursos para viajar a Francia, a entrevistar a algunas personas de la Resistencia Francesa, que recibieron una de esas Visas Bosques, quienes decían que ya tenían el permiso para venir a México, y que incluso, ya contaban con trabajo, lo cual no era verdad. También la cineasta hubiera podido entrevistar a un historiador experto en la Segunda Guerra Mundial, presentando en el documental más enfoques históricos, como por ejemplo, una explicación de por qué países como Francia tuvieron que someterse a los alemanes, y colaborar con Hitler en la forma que lo hicieron. “Me hubiera gustado que fueran los franceses que lo explicaran. Ampliar el contexto en el que se dieron los hechos. Ya se había organizado toda esa parte del proceso, pero no fue posible llevarlo a cabo por falta de fondos”.

El público al que Lillian tiene intención de llegar es muy amplio. Le sorprende la respuesta que se ha tenido en todo este tiempo, en el que se ha dedicado a promover y proyectar la película. Nos dice que cuando se realizaron las premieres, las cuales estaban dirigidas directamente a los involucrados en el proceso de producción, la sala del cine Lumière de Reforma, presentó un lleno muy impresionante las tres veces que se proyectó. Comentó nuestra entrevistada, que muchísima gente joven, que se enteró que se estaba exhibiendo el documental, se sintió atraída para verla cuando se exhibió en la Cineteca, así como en la UNAM, al ser vista por más de 1,200 jóvenes, y posteriormente, fue presentada en un Festival de Derechos Humanos, donde la exhibieron dos veces, saturando completamente Cinépolis de Reforma.

“Creo que le puede interesar a todo tipo de público, porque es una historia muy humana, que toca fibras universales de lo que la humanidad ha vivido. La han visto gente muy heterogénea, maestros de prepa, de la universidad, público en general, no necesariamente perteneciente a la Comunidad Judía. Lo tengo claro, ya que se acercan y me escriben correos electrónicos agradeciéndome haber rescatado esta historia de México”, confesó Lillian.

Le preguntamos si su propuesta aporta algo más de lo que algunos historiadores han hecho, y dijo que esta historia era absolutamente desconocida en México y en el mundo. Incluso, en la misma Comunidad Judía era poco mencionada. Ella misma encontró sólo un pequeño libro publicado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, que narra lo que Gilberto Bosques hizo, pero realmente casi no se ha escrito sobre su hazaña, cuando merecería un capítulo en los libros de historia del siglo XX, no sólo de nuestro país, sino también del mundo, para dar a conocer la valentía de lo que un cónsul mexicano hizo durante la Segunda Guerra Mundial, a costa de arriesgar su propia vida.

Para entender a este personaje y su acción de salvar judíos, que hubieran terminado en los hornos de la Shoá, es necesario comprender el trasfondo, cuando un político decide poner en primer término sus principios personales sin que se contaminen. Los motivos que llevaron a gente como Álvarez del Castillo, Cónsul de México en Portugal en esos mismos años, a diplomáticos como Raoul Wallemberg, a Carl Lutz, a Sempo Sugihara, Arturo Castellanos, a Giorgo Perlasca, Manuel Muñoz Borrero, entre muchos otros que salvaron judíos durante el Holocausto. Ésta es la prueba del humanismo esencial de esa generación para la que, a fin de cuentas, la vida tenía sentido, y consideraban el racismo como uno de los males sociales más acendrados a lo largo de la historia de las sociedades.

Lillian no está segura de continuar con esta línea cinematográfica, en lo que sigue de su carrera como directora. “No lo sé. La vida a veces te lleva por caminos que no imaginabas. A mí me gusta más la ficción y en ese sentido siento que todavía tengo cosas que quiero decir. ¿Que lo logré? Quién sabe. El encuentro con Don Gilberto fue un milagro en mi vida, y todo lo que se ha generado ha sido parte de ese milagro. Uno no se encuentra personajes vivos de esa talla todos los días. Desafortunadamente son muy escasos hoy en día”.

Acerca de Susy Anderman

Es escritora, periodista, estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM: Tiene una larga trayectoria como editora de distintos medios dentro y fuera de la Comunidad Judía de México. Recibió en 2003, el Premio al Periodismo Comunitario por el Instituto Cultural México Israel, A.C., así como en 2005, el Premio APEIM otorgado por la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México, A.C. y el Premio Nacional de Artes Gráficas UILM, por la edición del libro Cincuenta Años del Centro Deportivo Israelita diseñado por ella. Actualmente y desde hace muchos años dirige el Comité de Comunicación del CDI.

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