No sé cuál es la gran o pequeña diferencia entre “vicio” y “adicción”. De todas formas elijo auto denominarme “adicta”. Será porque la palabra “vicio” nunca me gustó. Soy adicta- como todos los adictos- desde una condición que no dependerá de ciertos hechos que realice o deje de realizar. Estarán siempre allí: al acecho. A la menor distracción estarán ahí: para re instalarse en mi psiquis y en mi cuerpo. ¿Hasta cuándo? Hasta que un factor determinante “obre la magia” de “La Renuncia”, quiero creer.
No sé si esta vez mis flaquezas, debilidades ó como sean le ganarán la batalla a ese enemigo- que agazapado- aguarda su momento para embestir con esa fuerza única devenida de alguna zona del cerebro de la cual no me interesa saber demasiado. Porque las adicciones no van por “La Razón”. “La Lógica” no es “su verbo”.
Supongo que se nace con esa “tendencia” a las adicciones. Yo me vine a enterar de eso cuando ya no pude controlar el fumar 60 cigarrillos por día. Suerte nunca me gustó ni el alcohol ni otras drogas. Hubiese sido entonces una adicta irrecuperable, supongo. Con el tabaco me ha sido suficiente. Hace ya un rato largo pensaba “abandonar” el tabaco como por tercera vez en mi Vida. Pero un hecho puntual “aceleró” el proceso. Porque lo difícil no es dejar una adicción; lo difícil es no recaer en ella. Y como siempre elijo ver el “lado bueno de las cosas” si de adicciones se trata: ME GUSTA SER ADICTA A LA BUENA GENTE: POR AHÍ LA ÚNICA ADICCIÓN QUE DA SATISFACCIONES. DIGO YO… NOMÁS…
Solucion churro kosher