Yo y el cigarrillo, el cigarrillo y yo

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Si yo fuera un macho de esos que tienen el pucho en la comisura de los labios, como el malevo tradicional y en cuanto ve a la mina lo tira al piso, lo hace pelotas con la suela del pie y la saca a bailar diría que soy un macho verdadero, un malevo que se precia y que obviamente domino al pucho y a la mina.

¿Qué puedo hacer? Precisamente mi primer cigarrillo lo empecé cuando al ver a la mina me ponía colorado como un tomate y lo mejor que podía hacer era esconderme atrás del pucho o del humo del pucho y hacerme el interesante prendiendo el fosforito con el taco del zapato y era la mejor forma de ocupar las manos.

Así es que a lo largo de los años mi compañero mas fiel fue el cigarrillo, con el pase momentos de alegría y de tristeza, de soledad y de compañía, el antes y el después, con una copa o con un café y por supuesto también sin la copa y sin el café, pues fumar como tomar mate se puede siempre.


Ah!! y también se puede sin el pucho, una vez lo abandone seriamente algo así como 10 años era cuando el sentido de la paternidad se impuso a mi egoísmo. Mis hijas influenciadas por la TV y sus mensajes provocadores me pedían que deje de fumar. No me pude permitir decirles “no puedo”, pues iba en contra de mi línea educativa donde todos los logros estarán antes que nada en el esfuerzo y la voluntad de uno mismo.

Así es que a lo largo de casi diez años me arregle lo mas bien sin cigarrillos, sin el pase momentos de alegría y de tristeza, de soledad y de compañía, el antes y el después, tome copas y tome café. ¡Ah! me resarcía ahorrando la plata en un chanchito para gastarla en viajes y viaje mucho.

Volví a fumar, como un tonto confieso, yo pensé que ya estaba mas allá del peligro y en una fiesta alguien convido un habano y bueno la continuación es sabida. La versión oficial que mantuve era que volví a mi viejo amor después que mis hijas ya son grandes. No es cuestión de andar publicando que uno es tonto.

Desde que volví a fumar me acompañaban unas culpas tremendas puesto que muchos que cuando vieron que yo deje de fumar dijeron: Si Yossi puede, también puedo yo. Ahora por suerte podré volver a mirarlos con la frente alta.

Solo que con el pasar de los años aprecio que no me quedan muchas opciones o soy macho sin pucho o no soy nada.

Bueno, hace como diez días que no fumo y con sinceridad espero que jamás me vuelvan a ver con un pucho en la boca, pues significaría que no soy nada. (¡Exactamente algo así como 13,000 minutos sin cigarrillo!)

No volví a tocar el cigarrillo desde entonces y a los jóvenes quiero decir que no conviene fumar pues si bien el cigarrillo provoca cáncer de algo todos tenemos que morir, pero hasta tanto el cigarrillo también provoca limitaciones físicas que afectan la calidad del sexo y como se sabe los daños en los pulmones son irreparables.

Acerca de Julio Ioseph May

Julio Ioseph May (Yossi) nació en Entre Ríos, Argentina. Es Contador Público de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1973 viviò  en el Estado de Israel y a partir de febrero 2014 reside en Barranquilla, Colombia. En vistas a la tercera edad comenzó a practicar su sueño de escribir que lo acompañó desde chico.Participa activamente en variados grupos literarios del internet. Comparte publicaciones de cinco antologías: De Paz y De Guerrasy Lazos Umbilicales publicadas en Israel en 2007, "primer antología" de Muestrario de Palabras (2007) y Libro del Haiku, Ediciones Artesanales Santoamor (2008) ambas en Buenos Aires. Pensamiento Antologico Universal, La poesia purifica la vida humana, Congreso Universal de Poesia Hispanoamericana, publicada en Mexico 2010. La revista virtual Palabras al Sol publicaba regularmentecuentos y poemas de su autoría. Su preferencia es la narración.

1 comentario en «Yo y el cigarrillo, el cigarrillo y yo»
  1. Yossi, yo también fui una fumadora impenitente durante muchos años,me encantaba fumar. Ya sabes cuando era uno joven nos parecía que nos veiamos muy elegantes e interesantes con el cigarrillo en la boca. Lo malo es que después de eso adquiere uno una adicción impresionante. Hice todo lo que me dijeron para dejarlo, incluyendo una lista de cosas que quería hacer antes de morir. Mis padres y mi esposo murieron antes de que dejara yo el cigarrillo, no les dí ese gusto. Hasta que un día fui con un cardiólogo y me dijo que había tenido suerte y que ya dejara de fumar. Así lo hice, la formula fue no comprar cigarrillos, así como no traigo chocolates a la casa, increíblemente, deje de fumar y me alegro mucho, por lo menos ya no me siento proscrita de la ley y ya no me dicen: sí, señor.. no, señor… cuando hago llamadas teléfonicas. Muy ameno tu artículo, saludos

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