Uno de los trece principios de nuestra Emuná, es el de tener la plena seguridad de que no hubo ni habrá un profeta como Moshé Rabenu.
¿Por qué?
La explicación es la siguiente.
Todos sabemos que nuestro pueblo, al salir de Egipto, experimentó cambios estructurales con el fin de recibir la Toráh.
De esta manera llegaron al pie del Monte Sinaí, preparados para presenciar La Revelación Divina y la entrega de nuestra Ley. Dicen nuestros sabios que en ese momento gozaron de niveles de profecía, tan elevados como el que tuvo el primer hombre (Adam HaRishón) antes de pecar.
Mas, aun contando con ese gran nivel, les fue imposible escuchar directamente de la boca de Di´s los Diez Mandamientos. Únicamente consiguieron oír los dos primeros de forma directa. Los ocho restantes, solicitaron a Moshé que los escuche y después se los transmita.
El nivel espiritual no era suficiente para recibir una profecía de tal magnitud, consiguientemente confiaron plenamente en Moshé de que su transmisión fuera precisa y fiel. Nadie dudó de ello.
Siendo así, si comenzáramos a poner en tela de juicio el nivel único de Moshé, y considerarlo una persona común, como cualquiera de nosotros, entonces cabría preguntar: ¿De que manera obtuvo dicha profecía? ¿Tal vez lo que nos transmitió fue invento suyo?
Por esa razón, nuestra base espiritual, y la voluntad original de Di´s plasmada en nuestra Toráh, provienen de la transmisión de Moshé Rabenu. Sin ella prácticamente no existiría el judaísmo.
Explica Rabí Shimshon Pinkus, ZT”L que la cualidad más representativa de Moshé era la de ser 100% confiable. Inclusive nuestra parashá lo señala de manera textual: “No así Mi siervo Moshé; en toda Mi casa él es leal. Boca a boca Yo hablo con él, a través de visión clara y no con enigmas…”
Solamente quien es confiable, será apto para revelarle secretos, además de delegarle el delicado papel de transmitir la herencia de Di´s a Su pueblo, y conducirnos a la Tierra Prometida.
¿De que manera Moshé demostró ser confiable, aún sin haber desempeñado su cargo de líder?
Explica Rabí Shimshon, que su carácter humilde fue el que le concedió, eventualmente, la cualidad de ser absolutamente confiable. Pues únicamente quien es humilde de verdad, y no toma nada para sí, ni se adjudica honores o títulos de grandeza, y todo lo hace por el bien de los demás, sin lugar a dudas también es honesto.
La única manera de acceder a una fuerza espiritual especial, que nos permita enfrentar cualquier problema, es siendo neemanim –confiables -. Que podamos asegurar a Di´s que estamos dispuestos a mejorar, dándole sentido verdadero a nuestra vida.
Solamente en alguien así Di´s estaría dispuesto a invertir.
Shabat Shalom