Behaälotejá: el valor de juzgar favorablemente a los demás (Dan lecaf zejut) – Interpretación Ortodoxa

La Parashá comienza con la orden de Dios encargando a Aharón la tarea de encender diariamente el Candelabro de Oro (Menorá) del Tabernáculo (Mishkán), de modo que las seis lámparas o luces externas se debían proyectar hacia el brazo central. Posteriormente, se ordena a Moshé iniciar a los Levitas en el Servicio del Tabernáculo. Dicha ceremonia contempla que todo el cuerpo de los Levitas sea afeitado; posteriormente se purifiquen sumergiéndose en una mikvá (alberca ritual) y ofrezcan ciertos sacrificios. La ceremonia de iniciación se lleva a cabo escrupulosamente, y los Levitas son consagrados a Dios en lugar de los primogénitos que perdieron su estatus sagrado por haber participado en la trasgresión del Becerro de Oro. Al final de esta sección aprendemos que sólo deben tomar parte en el Servicio del Mishkán los Levitas varones entre treinta y cincuenta años de edad; quienes deben empezar su entrenamiento, cinco años antes, a los 25.

El día catorce de Nisán, primer aniversario de la salida de Egipto, el primer Pesaj subsiguiente al éxodo es observado íntegramente, de acuerdo a las instrucciones Divinas. Sin embargo, algunas personas, no pudiendo participar porque estaban ritualmente impuros, se manifiestan inconformes arguyendo “¿Por qué seremos desfavorecidos?”, y solicitan que a ellos también se les dé la oportunidad de participar en la fundamental ofrenda de Pesaj. Moshé consulta a Dios y, en respuesta, recibe la instrucción de designar una “Segunda Pascua” o Pesaj Shení, exactamente un mes más tarde, el día catorce de Iyar. El “Segundo Pesaj” es instituido para todos aquellos que se encuentren imposibilitados -impuros o alejados cuando cae el Primer Pesaj- para ofrendar el Korbán (sacrificio). Se anuncian también las leyes que regirán la Segunda Pascua.


Desde el día que el Tabernáculo fue erigido, éste fue cubierto durante el día por una nube y, durante la noche, por un pilar de algo parecido al fuego. Di-s instruye a Moshé sobre los procedimientos de viaje y cómo debían acampar en el desierto. Utilizando la nube como señal, Dios Les Indica qué cuando la nube se eleve por encima del campamento, deben partir siguiendo la nube, hasta que ésta nuevamente baje a descansar sobre el Mishkán en un nuevo sitio elegido por el Señor. Así, en algunos casos los Hijos de Israel permanecieron acampando una sola noche en un lugar determinado (ya que la señal de partida les llegó a la mañana siguiente) y, en otras ocasiones, quedaron acampando en un mismo lugar durante varios años (19 largos años en Kadesh Barnea).

Moshé recibe la orden de fabricar dos trompetas de plata, las que, con base en las indicaciones, serán sonadas de maneras distintas según se requiera comunicar algo al Pueblo: 1) convocarlos a asamblea general a las puertas del Mishkán, ó sólo a los líderes, 2) anunciar el comienzo de una travesía, 3) dar la alarma antes de una batalla, y 4) acompañar ciertos sacrificios comunales en ocasiones de júbilo, tales como festividades o la luna nueva.

De este modo, casi un año después de que los judíos llegaren al Monte Sinaí, la nube del Señor se elevó por encima del Mishkán, señalando la inminente partida, comunicando a los miembros del campamento que había llegado el momento de continuar su viaje a la Tierra Prometida. El Tabernáculo es desmantelado y el Pueblo viaja de acuerdo a la formación indicada hace apenas unos capítulos atrás. A punto de partir, Moshé invita a su suegro Yitró a unirse al Pueblo Judío en su viaje a la Tierra de Israel; él rehúsa, y Moshé promete compartirle de todo lo bueno que El Todopoderoso proporcione a los Hijos de Israel.

Pero tan pronto abandonan el Monte Sinaí, comienzan los problemas.

Empiezan quejándose de lo arduo del viaje. Esto despierta la cólera Divina, Haciendo estallar un incendio que consume los bordes del campamento. El Pueblo, aterrorizado por la destrucción, claman a Moshé. El fuego se apaga sólo después de que Moshé reza al Señor. Llaman al lugar Tabheirá.

Sin embargo, los israelitas no aprenden la lección y siguen las quejas. Incitados por las multitudes de forasteros (erev rav) que los han acompañado desde la salida de Egipto, injustificadamente se quejan por la falta de carne. Ahora se lamentan insatisfechos en contra del “pan del cielo” (el maná) y su frugal dieta, exigiendo a Moshe les provea carne. Estas murmuraciones llevan a Moshé a sentir que la carga de dirigir al pueblo es demasiado grande para él, por lo que se vuelca a Dios insistiendo en que él no puede soportar más su papel de líder.

Di-s Responde ordenando a Moshé que reúna a 70 ancianos para que le asistan en la conducción del Pueblo; y Se compromete a proporcionarles una abundancia de carne “hasta que ésta salga de sus narices…”. Moshé designa a 70 ancianos, que le ayudarán en la carga de gobernar al Pueblo, y los reúne a las puertas del Tabernáculo. Les imparte de su propio Espíritu Santo y el espíritu de la profecía reposa sobre ellos. Sin embargo, sucede algo inesperado. Dos ancianos adicionales, Eldad y Meidad, permanecen en el campamento y el Espíritu Santo también desciende sobre ellos, de modo que empiezan a profetizar. Joshua, molesto por esto llega con Moshé a denunciarlos, pero Moshé lo tranquiliza.

En respuesta a la crítica popular contra el maravilloso maná, ellos reciben un suplemento de carne, aunque con resultados trágicos. Dios provoca un fuerte viento que arrastra hacia el campamento, desde el mar, una inmensa cantidad de codornices. La gente ávidamente reúne montones de aves y, aquellos que glotonamente las consumen, caen muertos en una devastadora plaga. Moshé llama al lugar Kibrot Hata’avá – “Tumbas de la Voracidad”.

Para finalizar, la Parashá nos relata un doloroso incidente sucedido dentro de la familia de Moshé. Miriam, su hermana, lo difama ante Aharón, su hermano, por causa de la decisión de Moshé de mantenerse célibe, y separarse de Tzippora, su mujer. Dios, muy disgustado por este injustificado reproche contra Su fiel siervo, Defiende sus acciones y castiga a Miriam con tzara’at (una enfermedad de la piel que aflige a los que desacreditan a otros). Moshé reza por su recuperación y, después de permanecer una semana fuera del campamento, ella se cura completamente. Mientras tanto, (debido a que el manantial de agua que los acompaña durante su travesía por el desierto se presenta por mérito de Miriam,) toda la comunidad la espera.

CODA: P. Behaalotejá es una Parashá de transición y actúa como parteaguas del libro de Bamidbar. Nos lleva desde los felices días de fresco idealismo, acampando al pie del Monte Sinaí bajo la indiscutible guía de Moshé “Nuestro Maestro”, a los días de crisis cuando, viajando por el desierto, aparecen en el horizonte sombras sobre el liderazgo de Moshé. La primera parte de la Parashá parece ser una optimista continuación de los temas anteriores del libro: la terminación del Mishkán, el encendido de la Menorá, la consagración de los Levitas, el Pésaj llevado a cabo en el desierto, la elaboración de las trompetas para el sistema interno de comunicaciones, la nube Divina que los guiará por el desierto; y el drama de su primera travesía como nación integrada a lo que sería el acercamiento final a la Tierra de Israel. Mientras que la segunda parte consiste en una saga de quejas y sus consecuencias, manifestaciones de la ira Divina. Así encontramos quejas sobre la travesía, quejas sobre el alimento (el maná vs. la carne), quejas sobre los nuevos límites en las relaciones maritales, quejas de Moshé sobre su difícil trabajo que lo conducen a alzar las manos con desesperación Yo no puedo cargar a todo este pueblo pues es más pesado que yo. Y si de este modo Tú me tratas, mejor mátame… (11:14.15), quejas sobre Moshé por parte de sus propios hermanos, incluso presagios sobre la prematura muerte de Moshé. En consecuencia, el enojo Divino Produce plagas y castigos de índole diversa.

¿Cómo puede una Parashá con un ambiente tan mezclado tener un tema específico? ¿Qué precisamente provoca, y dónde encontramos en esta Parashá, las raíces para esta transición entre los “buenos y los malos tiempos”? Es en el análisis de esta “mescolanza” de temas y en los retos y decisiones de Moshé, así como en la diferencia entre idealismo e ideología, que podemos descubrir el mensaje universal de la Torá, reafirmando los logros de Moshé y un futuro para Israel pleno de incalculable potencial, desafío y cambios.

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