“Si en mis estatutos caminaren, y mis preceptos guardaren…”(VaYikrá 26/3)
La Toráh innova una orma de relacionarse con los Mandamientos Divinos: Caminando.
¿Qué significa “caminar” para el judaísmo? Y ¿Qué fin persigue la Toráh al instarnos a andar por sus leyes?
Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L, es quien analiza estas interrogantes.
“El término caminar se traduce, de manera simple, en moverse en dirección a un objetivo determinado.
Es justamente en esta oportunidad donde Di´snos da a conocer la definición de caminar – en el marco de la Toráh – y nos exige hacerlo de manera óptima.
El ser humano se encuentra en constante movimiento. Aquello que sacia sus deseos y ambiciones, se convierte inmediatamente en objetivo. No obstante ¡La integridad moral y ética de todo individuo, depende de la pureza de estas metas!
Los estatutos de la Toráh son los márgenes que estableció Di´s, delineados según nuestra naturaleza ética, y en afinidad a nuestros objetivos morales.
Dentro de este marco, los anhelos y aspiraciones que nos motivan a satisfacer nuestras necesidades, son puros e, inclusive, pueden llamarse mitzvot(acciones positivas). Mas, si estos objetivos se desvían y salen, aunque sea un poco, de dichas fronteras, se les llamarán: corrupción y maldad.
De esta manera, se entiende de nuestra parashá lo siguiente: “Si se conducirán, motivados por sus deseos personales, pero dentro de los límites establecidos en Mí Toráh, entonces extenderé hacia ustedes Mí Bendición.”
Esta es la naturaleza de los estatutos (Jukot): Ser condiciones para la pureza ética y moral del ser humano.”
A través de estas líneas, Rabí Shimshon consigue transmitirnos un concepto novedoso, y altamente trascendental en nuestra percepción de los valores de la Toráh, y de nuestro judaísmo en general.
Es erróneo considerar que nuestras leyes se proponen a restringir deseos y coartar aspiraciones. Al contrario, la Toráh motiva a toda persona a establecerse metas y alcanzarlas, ya que de faltar objetivos a corto o largo plazo, simplemente el hombre no se movería, y no iría a ningún lugar.
El poder humano difícilmente se puede tasar. Una idea, una palabra, una simple reflexión, es suficiente para cambiar, a veces de manera radical, el rumbo de la historia. En ocasiones consigue afectar el equilibrio ecológico, como sucede con el famoso “Calentamiento Global”, y en otras, al contrario, logra salvar y beneficiar al medio que lo rodea, a través de la conciencia colectiva.
Esa fuerza para continuar en constante desarrollo, debe permanecer activa, debe buscar nuevos objetivos para no atrofiarse. El hombre conoce intrínsecamente esta afirmación, y se dedica a utilizar ese poder para saciar sus deseos, premisa válida… hasta cierto punto.
La Toráh quiere que el hombre explote al máximo sus recursos y que, además, logre obtener a través de ellos el más elevado placer. Para tales efectos es necesario administrar y guiar esas preciadas fuerzas, invertirlas en asuntos y momentos apropiados, evaluarlas y renovarlas de vez en cuando.
Los estatutos que Di´s nos exhorta a respetar, no son más que medios para llevar a las mejores consecuencias nuestros potenciales, para disfrutar de nosotros mismos, de saber que no hay mayor alegría, y no existe otro origen de felicidad, que el saber que hacemos lo correcto.
Basta únicamente con hacer la prueba. Ir y enterarnos cuáles son estos estatutos – ya que hay para todos los temas que nos envuelven: Matrimonio, educación, paz interna, negocios, etc. – y poco a poco comenzar a plasmarlos en nuestra vida diaria; los cambios podrán distinguirse a corto y a largo plazo.
El camino ha sido trazado y definido, con señalamientos claros y precisos. Lo único que resta hacer es, andar por él, caminar, moverse, y ser uno mismo.
Shabat Shalom
Todah Rabbah! Shalom