Reé – el valor de…

“Observa,” Moshé dice al pueblo de Israel, “pongo frente a ti, hoy, bendición y maldición”, así revelándoles que de acuerdo a sus decisiones personales pueden ser los receptores de ya sea bendiciones o maldiciones -bendiciones si obedecen los mandamientos de Dios, y maldiciones si no lo hacen-. Estas bendiciones y maldiciones, les instruye, serán proclamadas sobre el Monte Guerizim y el Monte Eibal respectivamente,  cuando el pueblo entre a la Tierra Santa. (El procedimiento exacto de esta ceremonia será descrito más adelante en Devarim 27:11-16). Y les ordena que es entonces cuando deberán destruir todos los ídolos y accesorios de idolatría que allí encuentren. Informa a la nación que también allí designará El Señor una ubicación específica (Jerusalén) donde Residirá Su Presencia. En el Templo allí construido, deberán ser ofrecidos todos los sacrificios.

Aunque está prohibido ofrecer sacrificios en cualquier otra ubicación que no sea dicho Templo, se permite matar/degollar ganado en cualquier lugar para comer su carne; sin embargo, la sangre nunca debe consumirse (ya que el aliento de vida allí se encuentra alojado, y no es para nuestro consumo). Por ello, en el Templo la sangre es vertida sobre el Altar y, fuera de éste, debe ser vertida sobre la tierra. El consumo de varios tipos de diezmos y diversos alimentos sagrados también está restringido a la ciudad santa designada por Dios.

Moshé les advierte a que no se sientan atraídos por las abominables prácticas paganas de los Cananitas y, por el contrario, permanezcan fieles a la Torá, no agregando ni disminuyendo de sus leyes. Después sigue la ley del “Falso Profeta”. Es aquél que afirma revelarnos instrucciones de Dios en el sentido de que debemos adorar cierto(s) ídolo(s). Al “Falso Profeta” se debe castigar con la muerte, incluso si realiza actos sobrenaturales o predice con exactitud el futuro. Esta sección también señala la pena de muerte para quien intenta convencer a otros a cometer idolatría (“El Seductor”). Y por último detalla que el castigo que recibe una ciudad que ha sucumbido totalmente a la idolatría es la destrucción total.


Como hijos de Dios, nos está prohibido desfigurar nuestro cuerpo con tatuajes o a través de otras formas de mutilación. Esta sección lista los animales kosher y las aves no-kosher. También no da las características para distinguir entre animales y peces kosher y sus contrapartes no-kosher. La sección concluye con las prohibición de consumir la carne de un animal que no fue debidamente sacrificado, y la de cocinar carne con leche.

Después de dar una décima parte del producto cultivado en la Tierra de Israel al Levita (el Diezmo), una décima parte de lo restante -el “Segundo Diezmo”- debe ser trasladado por el dueño y consumido dentro de los límites de Jerusalén. Se prevé aquí que las personas que vivan lejos de Jerusalén, para quienes sería inviable transportar el producto, en su lugar pueden redimirlo/intercambiarlo por dinero que luego es llevado a Jerusalén y usado en alimentos. En el diezmo hay un ciclo de tres años y, en ciertos años, este segundo diezmo es dado a los pobres. Después de la conclusión de cada ciclo, estamos comandados a limpiar nuestras casas de cualquier diezmo atrasado, entregarlo a sus correctos destinatarios y recitar una oración breve.

Moshé ordena a los israelitas designar cada séptimo año como un año sabático (Shmitá). Durante este año, los acreedores deben perdonar los préstamos que estén pendientes de cobranza. A continuación se indica la obligación de dar caridad a los pobres y/o necesitados con un corazón alegre, y de prestarles dinero si es necesario, incluso si el año de Shmitá se avecina. Un esclavo judío debe ser liberado tras seis años de servicio y debe dársele una generosa indemnización cuando se vaya.

El primogénito macho de ganado kosher debe ser consagrado y dado al Kohen para su consumo personal. Pero si el animal no tiene imperfecciones debe ser ofrecido como un sacrificio en el Templo. La Parashá concluye con una reflexión sobre la obligación que tienen todos los hombres de presentarse (“ser vistos por Dios”) en el Templo, y alegrarse durante las tres festividades de peregrinaje: Pesaj, Shavuot, y Sucot, y analiza algunas leyes en relación con cada uno de estos festivales individualmente.

 

CODA: En P. Reé, estando los Hijos de Israel a punto de de cruzar el río Jordán y entrar a la tierra prometida, y Moshé de morir, él continúa orientándolos en su discurso de despedida. Les ordena que, una vez que hayan entrado a Eretz Israel, formulen ciertas bendiciones y ciertas maldiciones sobre los Montes Guerizim y Ebal, y les exige destruir cualquier vestigio de idolatría que encuentren en ella. Posteriormente, se les prohíbe ofrecer sacrificios fuera de el Templo (Bet Hamikdash), que se ubicará en el lug que Dios designe para Posar la Divina Presencia.  Otros temas abordados en esta Parashá son: los diezmos (maaser), los falsos profetas (naví sheker), la ciudad rebelde (ir hanidajat), los tatuajes, el kashrut, el año Sabático (Shmitá), la caridad y las festividades de peregrinaje (shloshet haregalim).

 

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