Jayé Sará: Conversación con Di´s

“E itzjak volvía de ir a “Beer la Jai Roi”, estando asentado al sur de la tierra. Y salió Itzjak a orar al campo antes de caer la tarde. Y alzó sus ojos, y vio, y he aquí que arribaban unos camellos” (Bereshit 24/62-63)

De aquí se aprende – dicen nuestros sabios – que Itzjak instituyó la tefilá de minjá.

¿Qué lugar era “Beer la Jai Roi”?


¿Por qué es trascendente para comprender la importancia del rezo de Itzjak?

Haciendo memoria, recordaremos que este lugar fue justamente donde se reveló el ángel salvador a Hagar (esclava de Sará) y a su hijo Ishmaël. En ese mismo lugar Hagar tuvo el mérito de presenciar a un enviado de Di´s, quien le haría descubrir un manantial de agua, concediéndoles de nuevo la vida.

Por esa razón Itzjak escogió aquel lugar para rezar al Todopoderoso, por una nueva vida: La vida matrimonial.

Dicen los comentaristas, que fue justamente al momento de finalizar sus plegarias, cuando Di´s le contesta enviándole al instante su prometida. De este episodio, deducen que la tefilá que tiene más fuerza, la que es más factible de ser escuchada, es la de la tarde: minjá. De hecho – señalan – Eliyahu Ha Nabí fue respondido justamente en el rezo de minjá.

Es preciso entender lo siguiente:

¿Acaso no existía un lugar más propio para rezar, como, por ejemplo: el Monte Moriyáh, donde Itzjak mismo fue testigo de una revelación Divina de elevadísimo nivel?

¿Qué ventaja tiene rezar justo antes de ponerse el sol y no, por ejemplo, en la mañana o en la noche?

Analicemos las características de este lugar.

En ese sitio el llanto de Ishmaël fue escuchado, en él se sella su destino para bien. Y que, a pesar de tener un futuro no tan limpio de pecados, pues su descendencia habría de matar de sed a nuestros ancestros, de todas maneras en ese momento no tenía faltas que lo condenaran.

Itzjak acudió a ese mismo sitio y no al Monte Moriyáh, ya que este último, a pesar de ser propio para la revelación de Di´s, no se caracterizaba como lugar de buen augurio para la continuidad familiar. Era más bien un sitio de Temor Divino.

En    “Beer La Jai Roi”Itzjak    expone    el   siguiente razonamiento: Si Ishmaël mi hermano, logró obtener su vida espiritual y su continuidad familiar, y sobre él no recae la construcción del Pueblo Judío, con mayor razón podré persuadir al Todopoderoso que me otorgue una esposa. Pues con ella construiré la simiente de mi padre, Abraham.

Además eligió el momento apropiado para hacerlo: Antes de caer la noche.

Escuché de Rabí Moshé Shapira, Shelita, que justamente este rezo se caracteriza por no haber en él una necesidad inherente de pedir algo a Di´s.

En la mañana, donde el día se presenta como una incógnita, se pide que el trabajo tenga éxito, y que genere frutos. En la noche, todo está oscuro; la persona siente miedo y pide a Di´s que lo proteja.

De esta manera, estos dos momentos para rezar, no son instancias en las que nuestras plegarias nos motiven a buscar la cercanía con Di´s exclusivamente, pues somos motivados por intereses personales.

En minjá, ha pasado ya la mayor parte del día. Lo hecho, hecho está; todavía hay claridad en el mundo y no sentimos temor, por ende, casi no habría razón para rezar, si no fuera por la iniciativa de Itzjak.

Su tefilá se caracterizaba por ser como una conversación. Pues con ese término – “Lasuaj BaSadé” – la Toráh hace referencia a la tefilá de Itzjak. Probablemente porque, si bien por medio de sus oraciones solicitaba una buena esposa, aquello que verdaderamente lo motivaba era tener un momento de especial cercanía con su Creador. Como si fueran sus necesidades, simples pretextos para iniciar una conversación con Di´s.

Ese fue uno de los más valiosos legados de nuestro padre Itzjak, pues nos mostró cuál es la verdadera esencia de rezar, y es, simplemente: Entrar en comunicación con el Todopoderoso.

Justamente en Itzjak se ve por primera vez abundancia en el trabajo agrícola, como comprobaremos en la siguiente parashá. Tal vez para demostrar el impacto que puede tener el rezo si se encamina a los objetivos correctos. Pues la siembra simboliza, además del sustento del hombre, el esfuerzo que implica invertir en un futuro, en algo que a su vez generará capital para invertir: Los hijos.

Shabat Shalom

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