Abraham se ocupa de enterrar a nuestra matriarca Saráh.
Es bien conocido que compró la parcela a un gentil llamado Ëfrón, y que también la adquirió por un monto extremadamente alto.
a) Primeramente ¿Por qué tuvo que pagar? La gente del lugar se la ofrecía gratuitamente. Además sabía que toda esa tierra Di´s la tenía reservada para él y para su descendencia.
b) El monto que pagó superaba por mucho el valor real de la propiedad ¿Por qué no intentó que Ëfrón se la diera a un precio más razonable?
Estas preguntas nos encaminan a revelar un gran fundamento en el judaísmo.
Meärat HaMajpelá es el lugar donde están enterrados nuestros patriarcas. No es nada más “La Tumba Familiar”, es el punto de encuentro del Pueblo Judío con sus raíces…y con su potencial espiritual.
Por esa razón Abraham no quiso tomarlo como regalo, pues no quería que nadie ajeno tuviera mérito en él. Asimismo se entiende como es que Abraham estuvo dispuesto a pagar un precio tan elevado, pues, en comparación a todo el bien que habría de surgir de ahí, cualquier precio era realmente insignificante.
En esta misma parashá vemos que Abraham Avinu tampoco escatima recursos y esfuerzos en la elección de su futura nuera.
Manda a su esclavo Eliëzer con camellos cargados de regalos, oro y plata, demostrando así que los gastos de la boda y la dote, correrían por su cuenta.
Además hace jurar a Eliëzer de no tomar mujer para Itzjak, sino únicamente de aquel lugar, de donde él provenía. Pues sabía que ese sitio tiene el potencial de hacer surgir personajes con cualidades extraordinarias.
Su visión era clara: La simiente del Pueblo reconocedor del Creador, deberá surgir de la mejor tierra, la más fértil. ¡No puede haber margen de error!
Constantemente tropezamos con el dilema: ¿Cómo asegurar el futuro espiritual de nuestros hijos? ¿Conseguiremos tener nietos judíos?
Abraham Avinu nos da a conocer que depende de nosotros.
Él innovó los conceptos de creencia y confianza en Di´s, no hubo nadie más creyente que él.
Sin embargo, en lo referente al futuro de sus hijos, no se sentó con los brazos cruzados, diciendo: ¡Di´s ayudará!
Invirtió tiempo, dinero y esfuerzo para asegurar su continuidad espiritual. Utilizó los mejores elementos, y recurrió a las mejores estrategias.
Primeramente estableciendo un lugar de recursos espirituales Meärat HaMajpelá.
En segundo lugar, esforzándose en elegir el siguiente eslabón en la cadena del Pueblo de Israel.
No dejó el asunto en manos de encuentros fortuitos, o del “amor” a primera vista, ni siquiera de la famosa “química”.
Si fortalecemos en nosotros estos ideales, estableciendo un núcleo verdadero de valores y velando por el futuro de las nuevas generaciones, lograremos ser fieles ejemplos a seguir, convenciendo así a nuestros hijos de continuar por este mismo camino.
¡Una actitud vale más que mil sermones!
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda
