Jukat. Esta interpretación es la que se lee todas las semanas en español en el Kotel

La Parashá comienza describiendo el procedimiento de faenado y quemado de la “vaca roja”, junto con una rama de hisopo, madera de cedro y un hilo escarlata. Las cenizas resultantes eran mezcladas con aguas de fuentes naturales y servían para, mediante su salpicado, purificar a los que por diversos motivos habían quedado impuros.

Tras cuarenta años de permanencia en el desierto, y tras la desaparición de aquella generación que fuera sentenciada a peregrinar hasta su muerte, el pueblo acampa en Kadesh, y ahí muere Miriam, hermana de Moshé y Aarón.

Ante la falta de agua el pueblo vuelve a murmurar contra Moshé y Aarón. Di-s les ordena que hablen a una roca determinada para que les dé agua, pero en cambio Moshé la golpea con su vara. Ante este acto Di-s ordena que él y Aarón mueran en el desierto.


El pueblo se encontraba acampando junto a la frontera de Edom. Moshé envía mensajeros al rey pidiendo autorización para cruzar por su territorio, pero el rey de Edom no sólo niega el permiso, sino que sale a su encuentro con un ejército poderoso.

El pueblo se aleja hacia el sur y en Hor Hahar muere Aarón, siendo ungido su hijo Elazar como Cohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Nuevamente el pueblo murmura contra Moshé por la falta de alimento. Di-s envía una plaga de serpientes venenosas que causan estragos entre la gente. Los hijos de Israel se arrepienten y Moshé hace fundir una serpiente de cobre que es puesta en un mástil y ante cuya vista los mordidos por las alimañas son sanados.

Por fin el pueblo llega a la frontera de los emorreos. Dos reyes salen al encuentro de los israelitas. Primero Sijón, rey de los emorreos y luego Og, rey de Bashán, pero ambos son derrotados y el pueblo de Israel ocupa sus tierras.

Finalmente acampan en la frontera de Moab, frente a Jericó.

SACRIFICARSE POR LA COMUNIDAD

Se sabe que Moshé y Aarón nunca hicieron nada que no fuera ordenado por Di-s. Hasta se puede afirmar que, sin lugar a dudas, habían anulado su propia voluntad ante la voluntad del Creador.

Sin embargo, en nuestra Parashá ambos desobedecen una orden de Di-s y son castigados por ello.

Ante el reclamo del pueblo, por la falta de agua, Di-s les ordena que le HABLARAN a una piedra y ella proveería de agua a la congregación de Israel. En vez de hablarle, ellos GOLPEAN a la piedra, y no una, sino dos veces. El agua brota, pero Di-s los castiga condenándolos a morir ellos también en el desierto, en lugar de entrar a Eretz Israel.

¿Por qué desobedecieron de esta manera, sabiendo que recibirían tal castigo? La respuesta es muy simple. Ellos sabían que en un futuro, en la época mesiánica, los muertos volverían a la vida y aquellos que yacían en sus tumbas fuera de la Tierra de Israel, entrarían a la Tierra Prometida con sus líderes a la cabeza. Y los guías naturales de la generación del desierto eran Moshé y Aarón. Ellos se sacrificaron por su comunidad, dejando de lado sus propios deseos y sentimientos.

Qué lección de autosacrificio para los dirigentes de hoy.

Donde hay una Intención, hay una Razón

Por Yossy Goldman

¿Por qué ciertas personas encuentran satisfacción en el Judaísmo, mientras otras lo encuentran sumamente aburrido? ¿Por qué la fe es apasionante para unos e irrelevante para otros; un deleite para un tipo y una pesada carga para otro? Alguien no se imagina yendo a trabajar sin ponerse primero tefilin y otro no ha visto sus tefilin desde su Bar Mitzvá hace 40 años. Una mujer no ve el momento de ir a la sinagoga y la otra, de irse.¿Por qué?

Esta semana leemos sobre la gran mitzvá de fe: la Vaca Roja. Es un precepto cuya razón todavía sigue siendo un misterio. Debo admitir, que tomar las cenizas de una vaca roja y esparcirlas sobre una persona para que pueda lograr purificación espiritual es, de hecho, bastante increíble.

Según el Midrash, el Omnipotente le prometió a Moisés que Le revelaría el significado secreto de esta mitzvá, pero sólo luego de que Moisés la aceptara, desde el principio, como un decreto Divino. Si la acepta primero desde la fe, luego vendría la comprensión racional.

La verdad es que hay respuestas prácticamente para cada pregunta que puede tener la gente sobre Judaísmo. Los escépticos inteligentes que me encuentro, a menudo se asombran de que lo que ellos habían siempre catalogado como un ritual vacío es realmente filosóficamente profundo y de un gran significado simbólico. Pero el escéptico tiene que estar listo para escuchar. Uno puede escuchar la explicación racional más elocuente, pero si no está mentalmente preparado para aceptar que esto puede que valga la pena, es posible que ni se impresione. Una vez que dejamos de resistirnos y aceptamos que tiene validez, de repente, el Judaísmo cobra todo el sentido del mundo. Es un hecho psicológico que nosotros podemos aprehender lo que sinceramente deseamos entender.

Pero si hay algo en que no tenemos interés, entonces nos toparemos regularmente con bloqueos mentales. El sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, dice que esto explica el por qué algunos excelentes hombres de negocios pueden sentarse a una clase de Talmud y lidiar para entender principios básicos de razonamiento rabínico. ¿Por qué será que la misma persona que puede preparar los planes más inteligentes en la sala de juntas, no logra seguir la lógica en una clase de Talmud? La respuesta, dice el Rebe, es que este hombre de negocios realmente no está interesado en el tema. ¡Pero si fuera la mitad de importante para él, como lo es ganar plata, hasta podría volverse un Rosh Ieshiva (director de una ieshivá)!

Así, del mismo modo que Di-s le dijo a Moisés que llegaría a comprender el significado de la Vaca Roja, sólo luego de aceptarlo, hoy en día, aquéllos que genuinamente desean entender el Judaísmo tendrán éxito, sólo si primero “compran” el producto en algún nivel.

Cuando estaba estudiando en la Ieshivá, siempre trataba de asistir al Encuentro Anual de Fin de Semana de Jabad con estudiantes universitarios. Estos encuentros se organizaban para exponer a los estudiantes judíos al judaísmo durante un Shabat, donde había conferencias de rabinos y académicos religiosos. Cierta vez, un hombre joven le gritó al disertante: “¡¿Cómo pretende que me ponga tefilin si no creo en Di-s?!”. El orador serenamente contestó: “Primero póngase tefilin y le prometo que descubrirá que realmente cree en Di-s” Todos tenemos fe en Di-s dentro de nosotros. Solo necesita ser revelada. Puede sonar ilógico, pero si empezamos a observar una mitzvá, encontramos que nuestra fe la llevará a cabo y empezará a florecer. Una y otra vez se ha demostrado que esto es una verdad. Si no estamos interesados, ninguna respuesta será lo suficientemente buena. Si buscamos la verdad auténticamente y somos objetivos, habrá abundantes y significativas respuestas. (Extraído de www.es.chabad.org)

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