Jukat: La Medicina

Una de las tantas disciplinas que conforman nuestra herencia espiritual, es la de detectar reglas o generalidades, que nos ayuden a aprovechar al máximo la sabiduría de la Toráh.

En esta ocasión nuestra parashá nos transmite una de las más importantes y significativas reglas de comportamiento, basada en la mitzvá de la Vaca Roja.

Dice Rashí: “Esta idea la extraje de las enseñanzas de Rabí Moshé HaDarshán.


Este precepto se compara a un niño pequeño que ensucia el palacio del rey. Dijeron: ¡Que venga la madre y se ocupe de limpiar la suciedad! De la misma manera en esta ocasión. Pues Äm Israel pecó por medio de un Becerro de Oro, y provocó el enojo de Di´s. Que venga entonces su madre (la Vaca Roja), y arregle y limpie lo que su hijo ensució”.

“Esta sencilla analogía – dice Rabí Yerujam Leibovitz, ZT”Lnos enseña una importante regla en cualquier tema relacionado al arrepentimiento y el perdón. Pues así lo definen nuestros sabios en el midrash: “La manera habitual de los justos es, que en lo que han echado a perder centran sus fuerzas para repararlo”.

Este es el punto medular de la parashá de la Vaca Roja”.

Con estas palabras Rabí Yerujam nos revela este importante y esencial fundamento de la Toráh. También podríamos agregar lo mencionado más adelante en nuestra parashá. Pues Äm Israel habló mal de Di´s y de Moshé, y fueron castigados por medio de serpientes venenosas. Al arrepentirse y solicitar a Moshé que interceda por ellos, Di´s le ordena construir un estandarte con una serpiente de cobre colgada de él. Quien haya sido mordido por las culebras, si observaba el estandarte sanaba.

Nuestros sabios explican que no era la simple acción de ver la serpiente lo que los salvaba, sino el arrepentirse del pecado que representa ese animal, y retornar a Di´s de todo corazón (es curioso que el estandarte con la serpiente, es el símbolo de la medicina). Justo de la manera que funcionan las vacunas. Pues es el mismo microbio de la enfermedad, atenuado y debilitado, lo que confiere a la persona las defensas necesarias para contrarrestarlo.

Cabe preguntar ¿Acaso hay quien pudiese pensar que existen maneras de reparar algo en un ámbito ajeno a él?

¡Es como creer que arreglando la lavadora, ya no tendríamos que mandar el carro al taller!

No obstante, de acuerdo a lo mencionado, habrá quienes piensen que el judaísmo puede funcionar de esa manera.

En el episodio de las serpientes, era claro que el pecado fue la maledicencia. Pues la primera criatura que utilizó su poder de comunicación en contra de Alguien fue la serpiente. Así, El Todopoderoso le comunicó a Israel la gravedad de su pecado, y también les mostró de qué manera repararlo.

Todo ello con la intención de limpiar y purificar sus almas, para elevarlas y llevarlas a su verdadero objetivo.

Pero si, por ejemplo, alguien pudiera pensar que sus faltas en relación a la Toráh y las mitzvot pueden ser reparadas por medio de comprar nuevos libros de rezo para la tefiláh, o donar sillas, etc., está muy equivocado.

Es una gran mitzvá donar objetos para la tefiláh. Es considerado como ocuparse de la construcción de una parte del Bet-HaMikdash; y su pago también será muy elevado.

Pero todavía le faltará dedicarse a desmanchar su alma, y limpiarla de toda suciedad. Objetivo que se concreta a través de un sincero arrepentimiento, reflexionando de manera profunda en nuestros hábitos y costumbres, verificando si se ubican dentro del espectro de la Toráh, o no.

En definitiva esta es la más importante de todas las reglas del judaísmo. Si nos habituamos a ella, nuestras vidas se encaminarán por el buen camino, e iremos seguros por nuestro día a día, superando sus múltiples obstáculos.

Shabat Shalom

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