Ki Tavó: Piedras

“Y será en el día que atraviesen el Yardén a la tierra que El Eterno, tu Dios, te da, y erigirás para ti piedras grandes, y las cubrirás con cal.

Y escribirás en ellas todas las palabras de esta Toráh cuando pasares, para que así ingreses a la tierra que El Eterno, tu Dios, te da; una tierra de la cual fluye leche y miel, como te dijo El Eterno el Dios de tus padres, a ti.


Y cuando atravesares el Yardén, erigirás estas piedras, que yo te comando a hacer el día de hoy en el monte Ëbal, y las cubrirás con cal. Y construirás ahí un altar para El Eterno tu Dios, un altar de piedras, no las cincelarás con hierro”. (Debarím 27,2-6)

Esta fue la primera mitzváh que debió cumplirse al atravesar el río Yardén: Erigir doce monolitos, uno por tribu, sobre los cuales se habría de escribir toda la Toráh, desde “Bereshít” hasta “Leëné kol Israel” (la última oración de la Toráh), y con ellos construir un altar para Dios.

Explica Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L: “La orden debía cumplirse en el momento mismo que atravesaran el rio Yardén, pues de él debían recoger dichas piedras, para después cubrirlas con cal.

Y será por el mérito de establecer de manera sólida la Toráh en la tierra Prometida, que conseguirán asegurar su territorio. Ya que la tierra de Israel fue dada con el objetivo de cumplir en ella la Toráh. Y al practicarla y salvaguardarla, lograrán heredar el país.

El mencionado altar, debió ser construido sobre la árida cima del monte Ëbal, y no sobre el floreciente monte Grizim. Pues el cumplimiento de la Toráh elevará y engrandecerá toda materia hacia su Creador, fenómeno que no depende de óptimas condiciones materiales. Ciertamente aún la peor de las tierras es suelo fértil para la concretización de la Voluntad del Creador.

Por medio de este enaltecimiento, Israel percibió las consecuencias positivas que acarrearía: Al materializar las palabras de la Toráh, ella misma se convertirá en un altar, el cual aspirará constantemente a elevarse a Dios.

Y por medio del poder de la Toráh, será eliminada la violencia (no la cincelarás con hierro), y en su lugar reinará la justicia. La lucidez espiritual y la ética naturalizada en el corazón del hombre, llegará a su perfección sin necesidad de imponerla (piedras grandes e íntegras). Será entonces cuando Israel ambicionará elevarse espiritual y éticamente al Todopoderoso (sacrificios de Ölá), con júbilo accederá a todo beneficio material (sacrificios de Shelamím), y jamás será rechazada esta alegría por Dios (y te alegrarás).

Para acceder a este encumbrado sentimiento, Israel debió escribir todo el texto de la Toráh sobre piedras que fueron acarreadas desde el Yardén por cada una de sus tribus.”

Es evidente que la base de nuestra cultura, idioma y costumbres, es la Toráh. Ella es la que le ha dado forma y color a nuestro pueblo a lo largo de la historia.

No obstante, el ideal del cumplimiento de la Toráh, no es para evadir castigos y atesorar recompensas. Ella es la base de toda construcción espiritual y material, y de ella depende el óptimo desarrollo de Israel en cualquier lugar.

Y así como todos necesitamos una superficie física donde vivir, pues sin ella evidentemente no existiría el género humano, de la misma manera en lo referente a la estabilidad espiritual. Pues, sin una superficie firme e inamovible, que permita desarrollar nuestras más sublimes cualidades, el pueblo hebreo no podría existir.

Por esta razón Dios nos ordenó elaborar nuestra base espiritual por medio de piedras enteras, sin mellar o perforar, y que lleven en ellas el eterno mensaje de Dios al pueblo de Israel y, ultimadamente, al mundo entero: “El mundo físico se sostiene por el espiritual, y toda materia deberá ser solamente una plataforma para alcanzar el conocimiento y la cercanía de su Creador”.

Este concepto se renueva cada año en los días temibles: Rosh HaShaná y Yom Kipur, donde determinamos categóricamente orientar nuestra realidad física en dirección a las metas concebidas en el Monte Sinaí.

Que El Todopoderoso nos conceda disposición positiva y sincera, para acercarnos a Él.

Shabat Shalom

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