“No entregues a un esclavo – cnaänita – a su amo, el cual busca refugiarse contigo, escapando de su poseedor. Contigo residirá, dentro de tu ámbito, en el sitio que elija, en una de tus ciudades donde sea bueno para él, no lo oprimirás”(Debarím 23/16-17)
La Toráh dedica especial interés a esclavos miembros de naciones gentiles, los cuales pertenecen a un Israelita que habita fuera del territorio Israelí, y busca refugio dentro de Tierra Santa.
La Toráh nos obliga a protegerlo e, incluso, a otorgarle ciertos beneficios dentro de nuestra comunidad. Quedará libre, y a partir de ese momento se considerará Guer Tzedek (converso justo), con leyes y beneficios como cualquier judío.
Explica Rabí Shimshon Hirsch, ZT”L: “Cualquier escalvo gentil adquirido por un Israel, y que entra bajo su autoridad, inmediatamente se hace partícipe del Pacto Divino que tiene la nación hebrea con su Creador, adquiriendo una porción de esa grandeza ética que nos otorga el cumplimiento de las mitzvot.
Al aplicarse la autoridad de la Toráh dentro de la Tierra de Israel, se guarda una relación humanitaria aún con esclavos gentiles, percibiéndose así la diferencia entre esta visión, y la visión de esclavitud que rige en otros países”.
Concluye Rabí Shimshon: “Esta mitzváh tiene como objetivo establecer la columna principal de nuestras relaciones internacionales”.
Es bien sabido, como fue recordado en las palabras de Rabí Shimshon, que el concepto de esclavitud, el cual lamentablemente aún prevalece en nuestros días, es el de degradar al ser humano a niveles, inclusive, inferiores a los animales. Sirviendo, no solamente como fuerza de trabajo, sino como objetos de diversión (y propósitos aún más infames), simplemente retirando del hombre su esencia humana.
La Toráh pone atención a este peligro, y nos recuerda: “Todo hombre tiene derechos, aún quienes hayan tenido que venderse para sobrevivir, pues esta situación no les hace perder esa chispa Divina, esa “imagen y semejanza” a su Creador. Todo ser humano, sea quien fuere, posee honor intrínseco por el hecho de portar ese sello de Dios, por lo tanto, merece respeto”.
El aspecto humano se ha de resguardar en cualquier lugar del mundo, incluyendo la liberación de esclavos mencionada, pues la ley obliga a todo Israel que posea esclavos cnaänitas, y que tenga intenciones de abandonar el territorio israelí, a liberarlos. Sin embargo, es justamente al radicar en nuestra tierra, y tener su control absoluto, cuando la Toráh nos advierte: No se vaya a realzar demasiado tu orgullo, no seas prepotente, no olvides que así como tu, ese esclavo goza de un hálito Divino.
Si la Toráh manda a comportarnos así, morando firmes y seguros en nuestra tierra, cuanto y más radicando en otro país, donde no somos más que simples extranjeros.
La verdadera esencia de nuestro pueblo radica en esto, pues somos La Nación Humanitaria por excelencia; belleza única sobre la faz de la tierra.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda
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