Nuestra parashá nos recuerda la prohibición de tomar, o comer, sangre. Cuestión tan delicada, que el proceso de salado es indispensable para permitirnos el consumo de la carne, pues es la única manera de sustraer la sangre de su interior.
Sin embargo la Toráh enfatiza de manera peculiar esta prohibición, diciendo: “Cuida y escucha estos edictos que yo te encomiendo, para beneficiarte a ti y a tus hijos por la eternidad, pues así harás el bien y lo correcto, a los ojos del Eterno tu Dios.”
¿Qué tiene de especial esta prohibición?
Rabí Shimshon Refael Hirsch ZT”L explica que, el consumo de sangre hace peligrar el óptimo cumplimiento de los parámetros éticos que Dios determinó.
Los idolatras se alimentaban con sangre, hábito que Israel erradicó por completo al recibir Toráh en Sinai.
Ella acentúa: “la sangre es el alma (del animal)”
La sangre es el elemento que circunda todo el cuerpo con cada latido, por su medio el alma puede mantener control sobre el cuerpo. De esta manera, es la sangre el principal portador del alma animal. Por esa razón ella no deberá entrar en los límites del espíritu humano, pues el hombre debe consagrarse al propósito que Dios le confirió, es decir, ser el delegado del albedrío ético.
La sangre es la representación física del alma, y su ingestión ocasionará que todas las cualidades y propiedades del espíritu animal sean absorbidas por el hombre, incorporando cualidades propias del animal a su sistema espiritual.
Lo que nos resta hacer con ella es: “A la tierra derrámala como el agua” No otorgarle importancia alguna, pues los pueblos idólatras cayeron en ese error, desviándose así del buen camino.
El resultado de cuidar esta mitzváh es: “…así harás el bien y lo correcto…” Explica Rabí Akivá en el Midrash: “El bien a los ojos de Dios, y lo correcto a ojos del hombre.”
En otras palabras, la lucha por mantener, y elevar, nuestro sentido espiritual y ético comienza a partir del mundo físico, pues no se contradicen ni se repelen los elementos físicos de los espirituales, al contrario, se apoyan entre sí.
Nuestra función básicamente consiste en discernir aquello que ennoblece las cualidades humanas, de aquello que nos degrada a niveles bajos, propios de animales.
En síntesis la parashá nos dice: “Dime lo que comes y te diré quien eres.”
Comer casher nos fortalece la luz del intelecto, y nutre nuestras buenas cualidades.
Shabat Shalom
me quede en ayunas con el comentario del tweet y la imagen