Masei: Con Buenos Ojos

“Y prepararán para ustedes ciudades, villas de refugio serán para ustedes, y huirá ahí quien haya asesinado sin premeditación(35, 11)

Nuestra parashá nos ingresa de lleno a lo que será (o deberá ser) la vida comunitaria en la Tierra de Israel.

Hasta este momento el pueblo disfrutó de una realidad muy cercana a la vida espiritual neta. Protegidos por las nubes de gloria, escuchando las palabras del Creador del mundo a cada momento, recibiendo sustento diario de los cielos, su convivencia era ideal. Por esa razón debían establecerse parámetros y reglas de coexistencia, para saber qué hacer en situaciones de contingencia en el lugar donde deberán poner en práctica la guía de la vida; la Toráh.

De esta forma Di´s, en esta parashá, nos obliga a crear sitios de resguardo y protección para quien, sin querer (pero negligentemente),acabo con la vida de su prójimo. Es decir, aquella persona que descuidadamente mató a otra, ciertamente deberá responder por su falta de cuidado. De hecho, los más interesados en hacerlo pagar – y con su vida misma – son los familiares y cercanos del difunto. Sin embargo, la Toráh no puede negar que ello se debió exclusivamente a una falta de precaución. Por tal motivo se le llamará: Asesino, con pena capital condicionada.


“Por medio de esta mitzváh – dice el Saba de Kelem, ZT”Lla Toráh pone de manifiesto el siguiente principio de vida:

Es imperativo otorgar bondades y favores a nuestros semejantes, inclusive que sean asesinos. Y no solamente a quienes matan sin premeditación, sino también a aquellos que lo hicieron con alevosía y ventaja, como está escrito: “Y lo ampararán los jueces”. Precepto que obliga a los miembros del jurado, a buscar méritos para salvar a quien es acusado de asesinato premeditado.

En otras palabras, la Toráh nos motiva a observar la realidad de manera positiva, a no apresurar las conclusiones respecto a juzgar a alguien. Ya sea en un comportamiento negativo interpersonal, o respecto a alguna transgresión de las leyes de la Toráh, la visión correcta es: No adelantarnos a condenar”.

Una de las grandes directrices, si no la más grande, de la Toráh es presentar siempre una buena actitud frente a la vida. Una visión positiva de las cosas, sin duda, nos proporciona aptitudes   para bien-relacionarnos con nuestro entorno.

Pero con ello no concluye el beneficio de tener “buenos” ojos para ver, como será presentado a continuación.

Durante estos días conmemoramos o, mejor dicho, llevamos a cuestas el peso de los días más tristes de nuestro calendario. Recordando y reflexionando de manera personal, sobre las razones que dieron origen a todas nuestras desgracias.

Pues si existen enemigos que constantemente nos acosan, e intentan dañarnos, es porque permitimos que haya odio, rencor y enemistad, dentro de nuestro ámbito. Si existen enemigos externos, es porque también los tenemos de manera interna.

“Por causa de Kamtza y Bar Kamtza es que fue destruida Yerushalayim”. Así comienza el relato de la destrucción de nuestro último nexo físico con el Creador del mundo. Nuestros jajamím explican que el origen de ello fue el odio sin razón, sin motivo justificado.

Una actitud negativa frente a nuestros congéneres, nos colocó fuera de nuestros límites territoriales, sin posibilidad de acceder tampoco a nuestra cuna espiritual. Y dicha situación no está en la mira de cambiar, si no hacemos algo por ello de manera urgente y contundente.

¿Qué?

¡Cambiando nuestra forma de ver la vida! ¡Parar de juzgar negativamente el comportamiento del otro!

¿Complicado? ¡De ninguna manera! Nuestros sabios nos revelaron la fórmula: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Dice Rabí Äkivá: Este es un gran fundamento de la Toráh”. Preguntan jajamim, ¿Acaso alguien podría querer a su semejante justo como a su propia persona? Seguro que no, pero en algo si podemos emplear el amor propio para utilizarlo hacia el compañero: Júzgalo a él, justo como nos gustaría que nos juzguen a nosotros.

Todo ello tiene su núcleo y origen en conservar una constante visión positiva de las cosas, de ver siempre la mitad llena del vaso y no la vacía. De ponernos en el lugar del prójimo, y aceptar que, así como nosotros tenemos limitaciones, nuestro compañero seguramente también las tendrá.

Con una buena visión hacia al otro, no hay duda que traeremos al Meshiaj en nuestros días.

Shabat Shalom

 

 

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