Nasó: Bendición

Esta parashá es denominada como: “La Parashá de los Cohaním”. En ella resaltan las bendiciones que día a día los descendientes de Aharón deben dirigir al pueblo de Israel.

“Y habló El Eterno a Moshé diciendo. Dirígete a Aharón y a sus hijos diciendo: Así bendecirán a los Hijos de Israel, diciéndoles: Te bendecirá El Eterno (tus negocios) y te los cuidará. Iluminará El Eterno Su “rostro” hacia ti (al estudiar Toráh) y te concederá gracia (pues Te revelará secretos de Su Toráh). Dirigirá Su “rostro” hacia ti (cuando lo invoques en la tefilá), y hará la paz en todas tus fronteras”.

Bajamos la vista, cubrimos nuestras cabezas, y con solemnidad y cariño escuchamos la transmisión de la más grande bondad que es posible acceder, pues dichas bendiciones engloban nuestra existencia misma.


Estas son pronunciadas a través del Oficiante, quien deberá dictarlas a los Cohaním.
¿Por qué?
Explica el Keli Yakar, que el oficiante es el instrumento primero que ha de arrastrar el conducto de abundancia desde el Origen de Toda Bendición, para después verter esta extraordinaria influencia sobre los Cohaním. Y así, el oficiante bendice a los Cohaním diciendo: “Te bendecirá El Eterno…” Para hacer del Cohén un recipiente colmado de bendición, y consecutivamente verter esa abundancia de un recipiente lleno a uno vacío. De otra manera estaría el Cohén pretendiendo llenar una vasija vacía con otra vacía”.

Sin embargo, aún es necesario conocer por qué se distingue esta bendición de las demás.

La Toráh señala: “Y pondrán Mi Nombre sobre los Hijos de Israel, y Yo los bendeciré”. Expresando así, que Di´s es quién realmente bendice en el momento que los Cohaním se paran frente al pueblo.

Esta no es una bendición común, es atraer esa Gran Influencia reservada para el Pueblo de Israel desde su elevado umbral. Y esta inmensa bondad puede descender únicamente a través de la humildad. En otras palabras; los Cohaním no pueden tener acceso a su propia berajá sin que alguien de un estrato inferior, se las haga llegar, ya que podrían llegar a considerarse superiores a sus hermanos apelando a su estirpe, y en nombre de esa santidad otorgar la bendición.

Dios declara: “Yo no puedo bendecir cuando los canales, por los que ha de descender Mi “berajá”, se encuentran obstruidos por malas cualidades, con prepotencia y orgullo”.

Por esa razón la ley ordena a los Cohaním a convertirse en recipientes vacíos, faltos de contenido, sin fuerza para beneficiar a nadie. Solamente en ese momento se colmarán de verdadera abundancia, salud, bienestar material y espiritual, paz, etc. Llenando a sus hermanos de esa misma bondad.

Únicamente así es posible empaparnos juntos de la bendición de las bendiciones, enviada personalmente por El Creador del Mundo.

Shabat Shalom
Yair Ben Yehuda

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