Nitzavím: Sinceridad

“Y será, al escuchar las palabras de este convenio, y se “bendecirá en su corazón” diciendo: “Estaré en paz, pues haré como le parezca a mi corazón.” Para agregar pecados a sus infracciones.

No accederá Dios a perdonarlo, pues, entonces, se encenderá la furia del Eterno y Su celo sobre ese sujeto, y recaerán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro, y borrará Dios el nombre de esa persona de debajo de los cielos”(Debarim 29/18-19)


Moshé, después de blandir noventa y ocho maldiciones expuestas en la parashá anterior ante el pueblo de Israel, no encuentra mejor ocurrencia para motivarnos a no apartarnos del camino del Eterno, que volver a advertirnos y a amenazarnos.

¿Por qué? ¿Qué novedad agregó a lo anteriormente dicho?

Debemos aclarar que las intenciones de Moshé al amonestarnos e, inclusive, amedrentarnos, siempre fueron para nuestro bien, con el propósito de asegurar nuestra lealtad al Todopoderoso. Y no tengamos, ni remotamente, la idea de apartarnos del cumplimiento de Su Voluntad.

El Seforno explica: “Se bendecirá en su corazón”. “Él dirá: “Aún cuando acepte este convenio con mi boca, la anularé internamente, y diré: “Tendré paz en mi corazón”.

La idea de esta actitud es, justamente, para añadir vanidad y deseos materiales, a su ya saciada alma, y permanecer dentro de la congregación sedienta del Creador – la cual está apartada de las tentaciones mundanas – y también complacerse con Sus bendiciones.”

En otras palabras, este individuo busca disfrutar lo “bueno” de dos mundos fundamentalmente antagónicos. De alguna manera diciendo: “Comportarse como Zimri Ben Salú (quien tomo a una moabita frente a los ojos de Moshé) y recibir recompensa como Pinjás (quien, en un acto de valentía, celó el honor de Dios)

Moshé nos comunica que este proceder, no solamente no le traerá réditos a esa persona, sino, inclusive, aumentará la furia de Dios sobre él; no lo perdonará. Las maldiciones escritas recaerán sobre él, y su nombre será borrado.

¿Cómo?

¿No serán estos castigos un poco exagerados para alguien que observamos cumplir toda la Toráh – de la primera hasta la última mitzváh – aunque en casa, o cuando nadie lo ve, hace lo que le parece?

¿Cómo puede ser esa persona peor que alguien que no cumple nada?

Primeramente porque existe el peligro de que otros se dejen llevar por su mal ejemplo. Hecho que daría pie a cualquiera a crearse su propio estilo de vida – totalmente ajeno a la Toráh. Creando así un pueblo que tenga rasgos judíos, pero antagónicamente contrario a la Voluntad de Dios(algo parecido al reformismo).

Y en segundo lugar, y sobre este punto recae el rigor de la ley frente a este modo de actuar, pues está escrito en el Zohar: “El Eterno desea el corazón”.

En el judaísmo el elemento más sustancial es, sin duda, el corazón. No aquel que se estanca en solamente buenas intenciones, y no forja acciones positivas, sino, el que mueve e impulsa a la persona a actuar de acuerdo a su herencia espiritual.

A Abraham le fue ordenado elevar en sacrificio a Iztjak, y la Toráh relata que lo hizo con agilidad y presteza, sin siquiera dudar un momento en concretarlo.

El poema en las selijot nos cuenta que, no solamente no dudó en su ejecución, sino que, además, Abraham lo cumplió de todo corazón. Como está escrito: “Y alzó su corazón sobre la palma de sus manos”.

Ofreció su amor y su más elevado deseo al Todopoderoso. Por esta razón lo recordamos constantemente, para que nos sirva de mérito frente a malos decretos.

Y esto será real siempre y cuando sigamos su eterno ejemplo, y pongamos nuestro corazón, y nuestras más sinceras y profundas intenciones, delante nuestro para retornar a Él.

Shabat Shalomy Shaná Tová

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