Dice el libro “Parperaot LaToráh”:
“La perashá Pikudé cierra el libro de Shemot, y se concluye el gran tema de la labor de la construcción del Tabernáculo, a quien la Toráh dedica cinco perashiot (Terumá, Tetzavé, Ki Tisá, VaYakhel y Pikudé). De acuerdo a la tradición recibida de nuestros sabios, Israel fue comandado a construir un recinto para Di´s al siguiente día de Yom Kipur, cuando Moshé baja con las segundas tablas de la ley. Y sobre el cual registra la Toráh, en nuestra porción semanal que fue erigido en “el primer mes del segundo año (de la salida de Egipto), el primer día del mes”.
El trabajo de construcción del Tabernáculo, con todas sus partes e instrumentación, fue concluido en menos de medio año. Dicha rapidez y agilidad por parte de Äm Israel se explica, entre otras razones, porque ellos se dieron cuenta que era la única forma de hacer retornar a la presencia Divina a morar dentro de ellos. Pues Di´s, a raíz del pecado del Becerro de Oro, retiró su manifestación Divina del campamento Israelí.
Con esta porción semanal se sella el segundo libro de del pentateuco, el cual escudriña la vida de Israel desde sus inicios; dese su esclavitud en Egipto, hasta sus viajes por el desierto en su primer año de vida como pueblo libre. De la continuación de su historia, y los siguientes años de deambular por el desierto, hablará el libro Bamidbar, el que abre con un minucioso conteo del campamento hebreo, a través de sus líderes tribales, el cual se lleva a cabo en “el primero del segundo mes, el segundo año de la salida de Egipto”
Quien observe detenidamente las palabras del “Parperaot la Toráh” se dará cuenta que el concepto conclusión o finalización, al que hace alusión nuestra Toráh, no es, sino, una simple preparación para algo mayor y más significativo. Pues casi inmediatamente después de ponerse a punto el Tabernáculo para su utilización – con solamente un mes de diferencia – Di´s solicita que sea contado Israel. De alguna manera diciendo: “Este Mishkán (Tabernáculo) no es para Mí, sino para que todo judío pueda tener un vínculo personal con el Todopoderoso”.
Y así es en realidad nuestra vida espiritual en este mundo, una preparación interna y exclusiva, para acceder a una mayor y más intensa cercanía con nuestro Creador.